Secretos de un oficio legendario

Refinamiento. El hermético mundo de las geishas es mostrado desde la sutileza de una coreografía preciosista.. 

FICHA TECNICAMemorias de una GeishaOrigen: Estados Unidos (2005).Director: Rob Marshall.Intérpretes: Ziyi Zhang (Sayuri Nitta), Gong Li (Hatsumomo), Michelle Yeoh (Mameha), Ken Watanabe, Koji Yakusho, Youki Kudoh, Kaori Momoi.Director: Rob MarshallGuionista: Robin Swicord y otros, sobre la novela de Arthur Golden.Director de fotografía: Dion Beebe.Música: John Williams.Montaje: Pietro Scalia.Producción: Steven Spielberg y asociados.Duración: 145 minutos.

Basada en un best seller de un autor de habla inglesa, ambientado en el tan cautivante como sórdido entorno de una de las profesiones más características del Japón tradicional, el argumento narra, a partir de una historia individual, el riguroso proceso de aprendizaje que implica convertirse en una famosa geisha.

Los pasos que llevan a esta transformación, nos introducen en el patio trasero de una femenina profesión de cuerpos y corazones torturados.

A pesar de su delicada imagen, una geisha puede paralizar a un hombre con la sensualidad de su mirada o sus seductores movimientos, pero alcanzar ese nivel le implica largos años de esfuerzo y disciplina al límite del extenuamiento. El sufrimiento físico siempre está por debajo del maquillaje.

Hilvanada por la fantasmagórica voz en off de la protagonista en tiempo presente, a la que nunca vemos envejecer, la acción se inicia en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando una niña de sólo 9 años, proveniente de una aldea de pescadores, es vendida por su padre para formarse en una casa de geishas. El desprendimiento traumático de sus raíces y de su familia, con la que no volverá a establecer contacto, no es sino el primero de los obstáculos a superar en un camino plagado de traiciones y rivales que le aguardan hasta convertirse en la deslumbrante geisha Sayuri, interpretada por Zhang Ziyi, la heroína de El Tigre y el dragón y la bailarina guerrera de La casa de las dagas voladoras.

Una vez transformada en una criatura refinada, hermosa y dotada de un gran talento, Sayuri logrará el interés de los hombres más poderosos, aunque paradójicamente no podrá acercarse a la única figura masculina que desea, porque no controlar sus sentimientos equivale para una geisha a la autodestrucción. "Sólo somos medio esposas, las esposas del oscurecer...", define la voz de la protagonista desde el presente, sobre su destino, cuando la acción se detiene en los años de posguerra, con las relaciones reconstruidas entre Japón y EE.UU.

El film, coproducido entre Spielberg y la Columbia Tristar Motion Picture Group, garantiza la calidad de los rubros técnicos y artísticos en que se lucen las tres actrices chinas actualmente de mayor proyección internacional: Ziyi Zhang, Michelle Yeoh y Gong Li, que brillan como gemas en su papel de las marcadamente diferentes geishas Sayuri, Mameha y particularmente Hatsumono, la desafiante rival de la protagonista, que tiene el papel de mayor intensidad dramática, reservado para Gong Lee, la musa del maestro Zhimou en Sorgo Rojo y otras maravillas.

El director Rob Marshall, de gran notoriedad gracias al musical Chicago (2002), por el que recibió el Oscar a la mejor película reafirma su habilidad para construir juegos de sutiles sensaciones, logrando un film de insinuaciones y miradas furtivas.

Los aspectos visuales, en tanto preciosismo formal, requieren los mayores esfuerzos del director, que descarta una mayor introspección en los personajes.

Es interesante notar que este film es un ejemplo de la globalización que se ha instalado en el gran mundo del espectáculo, aun el de buenas intenciones. Así nos encontramos con un argumento escrito por un escritor americano sobre ancestrales costumbres japonesas; interpretado por actrices chinas que a su vez hacen de geishas en amorosas relaciones con militares nipones, que cometieron atrocidades en la verdadera guerra contra el pueblo chino y por lo cual hay actualmente problemas en ese país para su exhibición.

A este ejemplo puede añadirse el final del film, que muestra -con las geishas como intermediarias- los negocios restablecidos entre ex invasores norteamericanos y empresarios japoneses que desean reconstruir sus industrias con capitales extranjeros. Aunque estos razonamientos están más allá de la placentera perfección formal del film que es un seductor producto de calidad y agradable visionado.

Por Rosa Gronda