Al margen de la crónica
Hay que respetar al hincha

El domingo 19 de febrero, en el partido en que Colón recibió a River Plate, al menos dos personas fueron atacadas y heridas por un joven, buscado por estar implicado en un caso de homicidio reciente. Por ese hecho hay una causa judicial y un prófugo que se escapó de la cancha, que para ese partido pretendía estar celosamente custodiada.

A raíz de ese hecho y de una serie de episodios menores que se suceden cada vez que Colón juega de local, el presidente de la institución rojinegra, Horacio Darrás, reconoció el fin de semana que "en AFA ya nos dieron el ultimátum con el tema violencia". Sumémosle a esto el pedido del ministro del Interior, Aníbal Fernández, de clausurar el estadio.

Si se tienen en cuenta este contexto y el presente deportivo del equipo -antes de comenzar la fecha era único líder del torneo de primera división, y seguiría siéndolo de obtener los tres puntos-, la seguridad del estadio tendría que haber sido una prioridad.

No obstante la expectativa del público -asistieron más de 20 mil personas-, las puertas del estadio se abrieron recién a las cuatro de la tarde, una hora antes del encuentro, tal como había sido anunciado.

Esta medida atenta lisa y llanamente contra el operativo policial, la seguridad del hincha y, por lo tanto, de la propia institución. Ayer, los controles estuvieron lejos de ser efectivos.

El problema de los plateístas que arrojan botellas con agua a los jugadores visitantes y jueces de línea es evitable prohibiendo el ingreso de los espectadores con estos objetos. Claro que, al no hacerse correctamente el cacheo, por evidente falta de tiempo, la prevención es prácticamente imposible. El domingo faltó poco para que el árbitro del partido, Horacio Elizondo, recibiera un botellazo en la cabeza. El proyectil partió, como siempre, de la parte baja de la platea este, pero la agresión no llegó a destino. ¿Qué hubiera ocurrido de acertar el disparo?

No obstante estas elucubraciones, cabe felicitar a la agrupación sabalera que difundió un mensaje de "no a la violencia en el fútbol", y a los espectadores, que aplaudieron a la voz del estadio cuando llamó a la gente a cuidar la conducta.