Ing. Agr. Elio Musuruana:
"Para que crezca el campo debe crecer el entorno"
Hoy cumple 30 años junto a la profesión. Luego de toda una vida dedicada al campo, destaca los avances de la siembra directa y el cambio de paradigmas. Y alerta sobre el crecimiento del entorno como vital para que el sector siga siendo protagonista.

Federico Aguer - [email protected]

-¿En qué cambió el campo en estos 30 años? -30 años en la vida de la agronomía como disciplina no son nada. A nosotros nos tocó vivir un proceso muy especial. Cuando yo me estaba recibiendo, Alvin Toffler escribía en la Tercera Ola que ésta iba a ser la era de la información. Al mirar para atrás, veo que es así. La agricultura permaneció inalterable durante siglos, hasta que a principios del Siglo XX comienza el cambio revolucionario que explota 70 años después, en medio de esa era de la información.En los últimos 15 años aparecieron los sistemas conservacionistas, como la generalización e implementación de la siembra directa, que cambió muchos paradigmas, y la implementación de la biogenética, en la cual está apoyada el futuro de la ciencia agronómica. Y nosotros, los técnicos, fuimos quienes tuvimos que cambiar muchos paradigmas, quienes teníamos asumido que la tecnología es una herramienta que usa el conocimiento científico para poder operar sobre la realidad. Y lo teníamos asumido y muy metido. Lo que no provenía de la ciencia no era parte del conocimiento básico convertible en tecnología. Y tuvimos que aprender que hay una parte importante del conocimiento que nace del saber empírico, y hemos aprendido mucho los productores, y de quienes nosotros consideramos "clientes".Yo me pasé la vida relacionado con los grupos Crea, en los que viví muchos cambios, y puedo vislumbrar que este proceso de cambio es de una gran velocidad. -¿Qué grado de incidencia tuvo la implementación de la siembra directa en este cambio de mentalidad? -La siembra directa tuvo un impacto muy grande. A primera vista nosotros empezamos en el '86 y en los '90 comenzó a difundirse. Tiene que ver con el suelo, que es uno de los principales actores del medio ambiente. Yo me sorprendí en una reunión con un profesor francés que una vez dijo que en Europa no consideraban al suelo como parte del medio ambiente.Nosotros somos un país agrícola, que se apoya en la fertilidad de sus suelos, y por lo tanto tenemos que priorizar el suelo como parte del medio ambiente. Y el mejor aporte de la Siembra Directa fue considerar al suelo como parte del medio ambiente. Lo vi en la conservación y recuperación de nutrientes, en la generación de suelo superficial, y en la manera en que se evitan los procesos erosivos.Aparte generó otra cosa, que tenía que ver con romper barreras más allá de lo agronómico, con barreras de tipo intelectual. Había que romper esquemas mentales. Y esta tecnología obligó a hacer el ejercicio de tener que dar vuelta todo lo que se consideraba verdad y aceptar un nuevo cambio. Eso generó que un productor tenga que "modernizar" su tecnología de trabajo para multiplicar su producción.Produjo cambios positivos como un aumento de la escala, se rompieron paradigmas -como el del crecimiento hasta el alambrado perimetral-. Con esta tecnología sobraba tiempo y capacidad de trabajo, y los productores argentinos supieron aprovercharla.Permitió el crecimiento de la frontera agrícola en zonas en donde no se podía sembrar. Quimilí (Santiago del Estero) en los '80 era una zona netamente ganadera, y hoy hay que ver cómo está esa zona, cómo la siembra directa ha abierto el panorama a la agricultura, la posibilidad de los cambios de malezas, etc. -¿Cuáles son los desafíos para el sector en los próximos años? -El desafío del sector pasa por la soja. Existe la preocupación, para muchos exagerada, acerca del monocultivo de la oleaginosa. Pero un monocultivo no es posible en el tiempo, por eso es vital convertir a la rotación en un buen negocio. Sobre todo para nosotros, y eso en el sur con el maíz se está logrando. Pero para nosotros hacer sorgo es demasiado pasado, teniendo en cuenta la deficiencia en infraestructura que presenta el norte provincial. Pero lo estamos logrando, el desafío está, y hay que buscar las soluciones en la parte de infraestructura.En la Argentina tenemos recursos que a nivel internacional serían muy valorados, tal como lo es el río Paraná, y no lo estamos utilizando. El sector no puede dejar más esos lugares vacíos, a esos lugares hay que ocuparlos. -¿Qué errores ha cometido el sector a lo largo de los años? -Yo soy muy crítico del sector, porque tiene sus problemas por omisión. Cuando yo empecé a trabajar en los 70 con la labranza convencional, las empresas estaban preocupadas por la producción. Las decisiones se tomaban para hacerlas funcionales al cumplimento de las metas. En los 80 todo ese aumento de la productividad empezó a hacer pensar que no era tan importante producir más, sino ganar más. Los productores se empezaron a manejar como empresarios, manejando conceptos como margen bruto, planeamiento, gestión: el objetivo de la empresa era la ganancia.En los 90 la preocupación fue saber dónde se invertía esa ganancia. Los productores fueron creciendo, pero tuvieron un límite, una meseta. Porque es el entorno el que no crece y no permite crecer más. Si el entorno no crece ni se desarrolla mi empresa tampoco lo hará. La única manera de hacerlo es que yo como empresario participe para que ese entorno crezca. -El caso uruguayo: ¿Plantea algunas pistas de cómo hacer las cosas a nivel país? -Con Uruguay se están estableciendo unas diferencias muy grandes, porque lamentablemente para nosotros, ellos sí tienen una política agropecuaria clara. Tienen políticas de lanas, de ganadería, de exportación, de calidad y de certificación. Lo llamativo es que no están condicionadas a los gobiernos de turno. La cuestión de la carne es fundamental para ellos. En el último brote de aftosa que tuvieron, el ejército salió a controlar las calles junto a los productores, porque la gente está convencida que ésa es su riqueza, están orgullosos de su producción, algo que nosotros no tenemos.Estas medidas (retenciones, suspensión de las exportaciones, eliminación de reintegros, etc.), van a comprometer seriamente el futuro de nuestra ganadería, y al mismo tiempo los uruguayos están abriendo el mercado mejicano. Ellos tienen una organización social con más sentido común que la nuestra.