Anemia Infecciosa Equina (AIE)
Un riesgo importante en la tropilla
Esta enfermedad ingresó a nuestro país a comienzos de la década del 70ï. Cuando se la diagnosticó por primera vez se diseñaron de inmediato planes de erradicación y control que, lamentablemente, consiguieron diseminarla a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Méd. Vet. Emiliano Vittori

Luego de ingresar el primer equino infectado al país, comenzó una rápida expansión de la enfermedad favorecida por un conjunto de factores como el clima, los vectores mecánicos, los formites, y el traslado hacia áreas periféricas en las grandes urbes.

Componen los factores mecánicos los insectos hematófagos (que se alimentan de sangre) como tábanos, mosquitos y moscas bravas; ellos trasladan el virus de un animal a otro. Los formites en cambio (objetos inanimados) como agujas e instrumentos quirúrgicos, vehiculizan la enfermedad mediante la intervención directa del hombre.

Hoy, la prevalencia (número de infectados actualmente) es alta en algunas regiones del país, lo que obliga a convivir con esta enfermedad.

La AIE forma parte de un problema complejo porque es una enfermedad de denuncia obligatoria y sin embargo ello no ocurre. La mayoría de los animales infectados participan de un modo u otro de la cadena productiva en diversas actividades como la pecuaria, la deportiva o la recreativa (turismo). Esta situación induce a los propietarios a evitar la práctica de controles por el perjuicio económico que significaría la pérdida de sus animales.

Aspectos legales

El diagnóstico de laboratorio se realiza mediante el test de Coggins, cuyo resultado queda asentado en la libreta sanitaria del equino, tiene una validez de 60 días y habilita el traslado del animal. En caso de que el test resulte Anemia positivo la libreta queda retenida y el animal pasa a disposición del SENASA para su posterior sacrificio.

Dicha libreta exhibe una ilustración del animal en forma de dibujo o fotografía y sus datos como nombre, edad, raza, pelo, sexo, talla, tipo, y propietario entre otros. También constan allí las vacunaciones contra influenza y encefalomielitis con validez por 3 y 12 meses respectivamenente.

El virus

El agente infectante corresponde a la familia Retroviridae (retrovirus) entre cuyos miembros está el virus que provoca el SIDA. Lamentablemente, no existe cura.

En el animal infectado se pueden presentar diferentes cuadros clínicos, desde un curso inaparente hasta la enfermedad aguda, pasando por estadios de distinta gravedad.

Podemos asegurar que en general la enfermedad se expresa en un curso inaparente o latente, es decir, en un estado clínico normal. No obstante, permanece la posibilidad de que el caballo sufra una recaída que lo conduzca a la muerte, o bien recuperarse nuevamente aunque con algunas secuelas.

Este agente virósico tiene la característica de mutar continuamente, así un mismo virus puede tener diversas apariencias dentro del mismo animal. Esto dificulta su reconocimiento por parte del sistema inmunológico. Como si ello fuera poco, este retrovirus es inmunodepresor (baja las defensas). Por esta razón, las situaciones estresantes pueden favorecer la aparición de la enfermedad con todas sus manifestaciones.

Signología

En términos generales podemos decir que los animales infectados padecen fiebre (39° a 41°C cuando la temperatura rectal normal es de 37.5° a 38.5°C), depresión, ictericia (mucosas amarillentas), petequias (puntos hemorrágicos en mucosas), edemas en miembros, abdomen y pecho, sudoración.

Cabe destacar que el animal mantiene el apetito hasta último momento, excepto en el período de curso sobreagudo. Asimismo, es corriente observar sangrados continuos en pequeñas lesiones producidas por tábanos, agujas, etc.

Más raramente, el caballo alterna períodos de contractura muscular acompañados de sudoración extensa, temblores e hipertermia (aumento de la temperatura corporal), con otros de relajación.

Otro signo es la anemia (disminución de glóbulos rojos por milímetro cúbico) producto de la destrucción de los propios eritrocitos por parte del organismo. También se genera una aplasia medular (la médula ósea cesa su producción de glóbulos rojos). Todo esto genera debilidad y agitación porque disminuye la oxigenación orgánica.

Por otra parte, este mecanismo por el que el sistema inmune destruye las células sanguíneas actúa sobre órganos vitales como riñones, hígado, pulmones, etc. Este ataque ocasiona secuelas de distinta valoración en caso de que el animal sobreviva a la recaída.

Un equino con prueba de Coggins positiva constituye un factor de riesgo importante en la tropilla. Más aún, cuando sufre una recaída el riesgo de transmisión aumenta notablemente ya que la concentración de virus también lo hace.

La aglomeración de animales se revela como un factor de riesgo que asociado a otros como el clima cálido -en que proliferan los insectos hematófagos-, favorecen la diseminación del retrovirus.

Se registran además otros factores asociados al manejo y cuidado del plantel. De esta manera, el uso en varios individuos de agujas indebidamente higienizadas y otros elementos como guantes de tacto también colaboran en la transmisión.

Finalmente, podemos afirmar que no existe un tratamiento como tampoco vacunas que puedan prevenir esta enfermedad. Por esta razón, es menester tomar conciencia de las perspectivas de expansión y desarrollo que tiene si no se actúa con un criterio uniforme orientado a su erradicación.