Nueva Orleans, una reconstrucción a dos velocidades

La batalla de Nueva Orleans por renacer de sus escombros se libra calle por calle, manzana por manzana, pero las secuelas del huracán Katrina ya dejan entrever que lo que se está fraguando es una ciudad distinta, más rica, más blanca y menos poblada.

Y sus habitantes confían en que también más segura.

Nueve meses después del paso del Katrina, la "ciudad del jazz" todavía se lame las heridas de un desastre que hizo tambalearse la proverbial confianza que tienen los estadounidenses en sus autoridades.

El 29 de agosto de 2005, un destructivo huracán de categoría 5 -la máxima en la escala de intensidad Saffir-Simpson- inundó un 80 por ciento de Nueva Orleans, en el Estado de Luisiana, después de que cediesen los diques de contención. Unos 1.300 de sus habitantes murieron y otros 2.000 desaparecieron.

Al día de hoy, el 60 por ciento de los ciudadanos de Nueva Orleans todavía no ha vuelto a sus hogares y, en muchos casos, hay serias dudas de que eso llegue a suceder alguna vez.

A pesar de que sufrieron un grado de devastación similar, la reconstrucción del distrito de Saint Bernard, integrado principalmente por blancos de clase media, marcha a un ritmo muy superior al del predominantemente negro Noveno Distrito.

Esa es la tónica general en una ciudad que avanza a dos marchas.

De acuerdo con varios estudios, las desigualdades entre los barrios ricos y los pobres podrían configurar una ciudad radicalmente distinta, que en la actualidad tiene unos 189.000 habitantes frente a los 455.000 de antes del Katrina.

Los ciudadanos de clase media salieron y volvieron de la ciudad en sus propios coches, alquilaron apartamentos o se quedaron en casas de amigos o familiares y, sobre todo, no se fueron lejos, por lo que han podido tramitar con más facilidad su vuelta.

En cambio, los más desfavorecidos huyeron en autobuses con destino a lugares como Houston y Atlanta, y muchos no encuentran la forma de volver en condiciones. Han perdido sus trabajos, sus casas y sus ilusiones.

Mientras prosigue la reconstrucción, la ciudad espera con inquietud la llegada de la nueva temporada de huracanes, el próximo 1° de junio.

Las últimas predicciones de expertos calculan que este año EE.UU. sufrirá seis tormentas tropicales, de las cuales tres podrían ser huracanes de fuerza tres o superior.

Para evitar una nueva catástrofe, la autoridades de Nueva Orleans presentaron el pasado 2 de mayo su plan de prevención, que contempla la evacuación obligatoria de todos los habitantes ante una amenaza de inundación.

El alcalde de la ciudad, Ray Nagin -que se juega la reelección en la segunda vuelta de las municipales el 20 de mayo-, anunció que no habrá "refugios como último recurso", en referencia a los grandes recintos como el estadio Superdome o el Centro de Convenciones, que sirvieron para albergar a miles de personas que no pudieron abandonar la ciudad.

A partir de ahora, el Centro de Convenciones será tan sólo un punto desde donde saldrán los autobuses en caso de evacuación.

Además, la ciudad reforzará las medidas de seguridad para que sus residentes no tengan miedo de abandonar sus negocios y propiedades y así se marchen rápidamente.

El plan da prioridad a "las personas con necesidades especiales y a los ancianos" y permite que los evacuados suban a los autobuses con sus mascotas, si éstas van en una jaula.

Sin embargo, los augurios pesimistas sobre la incapacidad de EE.UU. de soportar un nuevo Katrina se multiplican en los últimos días.

El último de ellos, de la Oficina de Supervisión del gobierno, asegura que la Casa Blanca no está preparada para hacer frente a otro desastre de este calibre a menos que el Pentágono asuma un papel más determinante y agresivo desde el primer momento.

Según el propio alcalde Nagin, hay riesgo de que algunas áreas vuelvan a inundarse si llega un nuevo huracán, "incluso si se levantan diques más altos y reforzados".

Mientras, las autoridades federales intentan transmitir calma y confianza y el propio secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, dijo que EE.UU. está revisando los planes de emergencia de los cincuenta Estados y de las 75 mayores áreas urbanas del país.

"Vamos a estar mejor preparados a nivel federal para la temporada de huracanes de este año que para la de 2005 y, tal vez, mejor que nunca antes, porque hemos asumido los pasos esenciales para potenciar nuestra capacidad en varias áreas", aseveró.

Los estadounidenses confían en que así sea. Nueva Orleans lucha por volver a ser el templo del jazz y dejar de ser la ciudad del "blues", es decir, de la depresión y la tristeza.

Enrique Rubio (EFE)