Salón Anual de Santa Fe, otra mirada

El Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, a través de este tradicional Salón Anual, hace un gran esfuerzo de superación, multiplica secciones, remoza salas, esta vez con la importante participación del sector privado, no solamente en la puesta en valor de varios de sus espacios, sino en el otorgamiento de premios en todas las Secciones, acompañando de esta manera el esfuerzo estatal. Esta presencia económica del Estado debería complementarse con el acompañamiento, en el acto de apertura, no sólo de las más altas autoridades provinciales, sino de funcionarios que, situados al lado de los creadores argentinos, darían un reconocimiento explícito a su labor en el campo del arte. Recordemos que, ya desde la Roma de Augusto, su consejero y favorito, el estadista Cayo Clinio Mecenas, nos advertía que "el talento es el bien más escaso; por lo tanto, no debe ser desperdiciado".

Nuestro museo, por su patrimonio, es el segundo del país y el primero en importancia del interior. Su reserva está constituida por donaciones, premios y adquisiciones que se hicieron hace muchos años.(La última es de la década del '60). Sería importante destinar fondos para una política de compras dirigida a obras puntuales que posibiliten completar autores faltantes en panoramas del arte argentino. Es necesario también pensar en alianzas estratégicas que acompañen una previa y vigorosa política pública, más el compromiso y aporte del sector privado. Un claro ejemplo es la concretada por segundo año consecutivo por el Grupo Zurich, que auspicia un programa con el propósito de contribuir a que diferentes museos argentinos incorporen obras a su acervo. En el presente año, además del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, se beneficiarán tres del interior del país (Salta, Córdoba y Rosario). No debemos olvidar que este Museo es el guardián de los bienes simbólicos, legado que, con inteligencia e imaginación, los santafesinos dejaremos a las futuras generaciones de argentinos.

¿Quiénes son?

La presencia de tan sólo nueve provincias argentinas (algunas de ellas, con un solo representante) habla de la necesidad de trabajar para una mayor inclusión. Afortunadamente, llegan noticias de una pronta reunión de directores de museos de provincias que trabajarán para que este Salón Anual de Santa Fe consolide su perfil de vidriera federal del arte y recupere prestigio, aquel que tenía en los años durante los que, a doble página y profusamente ilustrado, el crítico Eduardo Baliari desde Clarín, Raúl Vera Ocampo desde La Opinión y Aldo Galli por La Nación instalaban a la ciudad de Santa Fe en el ámbito nacional, además de los excelentes aportes que, desde esta capital y Rosario, concretaban los críticos de El Litoral y La Capital. Su apreciación y lectura permitían a los artistas, teóricos del arte y público valorar y cotejar opiniones sobre el Salón Anual.

En el mismo sentido y mirando toda la geografía provincial, sería importante repetir la valiosa iniciativa de las autoridades del Museo de hacer circular las obras correspondientes a premios del presente Salón o de otras ediciones hacia ciudades del interior que estén en condiciones de exhibirlas y difundirlas.

En cuanto a la escasa participación, creemos que es necesaria no solamente difundir convocatorias y reglamentos, sino imaginar lugares de concentración de obras y otras propuestas para que al envío de las mismas pueda acceder mayor cantidad de creadores.

En esta oportunidad, jurados constituidos por artistas y teóricos de relevancia nacional han concretado una difícil tarea. No sólo en relación con el número a evaluar, cercano a las ochocientas obras, sino que con flexibilidad de mirada y rigor profesional permitieron la presencia de la diferentes tendencias que conviven en el panorama del arte argentino.

Pluralidad de estilos y procedimientos

En general, no se visualizan nuevos movimientos plásticos ni líneas que sugieran tendencias de investigación no conocidas; la nueva tecnología está ausente. Casi diríamos que hay un aire conservador en cuanto a técnicas, soportes y procedimientos se refiere.

Conviven en las paredes del Museo, en grandes formatos, la figuración en diferentes lenguajes y concepciones estéticas, el neoexpresionismo, el surrealismo, la abstracción, la nueva figuración, el simbolismo y una variada gama de soluciones narrativas. Los artistas recurren al automatismo, al azar, a los planteos formales, a ciertos materiales no convencionales en las propuestas de collage.

En las secciones de Dibujo y Grabado reinan los materiales tradicionales, el grafito, el carbón , las tintas sobre papel y tela. Grandes planos y grafías sensibles constituyen el medio para hilvanar su discurso expresivo. Idéntica tendencia en las propuestas de los grabadores con "tacos", piedras y chapas diestramente trabajadas, que dan como resultado impecables registros. Desalienta en esta Sección la presencia de sólo tres santafesinos, en una ciudad que supo convocar al Salón Nacional de Grabado y que se precia de excelentes maestros en la especialidad. Como contrapartida, saludamos la iniciativa de la Sociedad de Artistas Plásticos, que cuenta, entre sus ofrecimientos a los socios, con un taller de Xilografía, lo que implica una jerarquización y recuperación de esta antigua y noble técnica.

En escultura predominan la madera, el hierro y la chapa en grandes volúmenes que denotan conocimiento en el tratamiento de los materiales en beneficio de la idea junto a otras realizaciones más modestas. Algunas propuestas escapan a esos cánones, incorporando elementos no tradicionales.

En cerámica, una Sección que reúne sólo nueve participantes con idéntica cantidad de obras.

El numeroso envío en la Sección Fotografía obligó a una rigurosa selección que dejó afuera al 80 % de los participantes. Quizás esta convocatoria nueva no alcanza a ser dimensionada en su totalidad por los aficionados a esta disciplina en cuanto al nuevo rol que le cabe en el campo del arte.

¿De qué hablan los artistas?

Megaexposiciones como la que nos ocupa a veces desorientan al espectador no habitual, ya que requieren de un público más atento y flexible. El arte ya no imita con fidelidad la realidad, "ha dejado de lado cuestiones que en otro momento fueron fundamentales, como la armonía, el color y la forma". Hoy exige otra actitud, una apertura más amplia para captar los nuevos enunciados expresivos, aunque éstos molesten o perturben ciertos convencionalismos establecidos. La obra necesita de la complicidad del espectador, un público receptor que se sitúe sin prejuicios, una mirada amplia para captar el discurso a veces complaciente, irónico, provocador, humorístico.

Las obras de los artistas nos hablan de la vida, de los miedos, la alegría, la muerte, las creencias religiosas, los mitos, la familia, las enfermedades, el colonialismo, la patria, la política, el sexo, la esperanza, la melancolía.

El artista hace denuncias, se cuestiona, condena y también canta, sólo debemos estar dispuestos a escuchar.

Para finalizar, descontamos que el personal estable del Museo más otros especialistas que pudieran ser convocados se aprestarán con todo su bagaje de conocimientos y estrategias didácticas para atraer al público que recorrerá sus salas, el que será "guiado" convenientemente para aprovechar esta propuesta que, puntualmente y asociada a la Gesta de Mayo, los santafesinos tenemos el privilegio de ofrecer.

(*) Miembro del Centro Transdisciplinario de Investigaciones de Estética.

Nanzi Sobrero de Vallejo (*)