Al margen de la crónica
El atroz encanto del periodismo

Noteros, redactores, movileros, y, ahora, ciber periodistas, comparten todas las mañanas un mismo desafío: lograr contar una historia que casi todos conocen -muchas veces el hecho es el mismo-, de la mejor manera posible.

O sea, eso que pasa tiene que darse a conocer con la más estricta veracidad, en un formato atrayente. Por supuesto que en épocas del predominio visual, la tarea del periodista gráfico se torna doblemente ardua: escribir con precisión puede ser posible, pero añadirle gracia y frescura sin quitarle seriedad, no es cosa sencilla.

En el ardid por conseguir la atención del público, el periodista suele internarse en algunas zonas peligrosas:

El entrevistador inquisidor vs. la estrella: Cuántas veces habrán visto, escuchado o leído una entrevista con los mismos personajes públicos. En un afán por cautivar -o solventar su propio ego- el periodista incurre en la prepotencia como método y el estrellato como medio.Bien viene diferenciar al entrevistador que no se conforma con respuestas de "casete" y utiliza la duda como método, del que pregunta a los gritos. No es lo mismo un periodista inquisidor que una estrella de la conducción al estilo talk show. El periodista creativo vs. el imaginativo: Sobre todo en la prensa escrita se ven loables esfuerzos por sortear esquemas vetustos que aburren.El tema es que muchas veces por hacer la noticia más amena, se abusa de la creatividad y se incluyen datos que no son verdaderos. Lo cierto es que narrar no es imaginar o inventar. En periodismo la más inofensiva falsedad es una calamidad. El narrador de lujo vs. el empalagoso. También predomina en la prensa escrita. No hay duda de que las noticias tienen que estar bien contadas. Manuel Vázquez Montalbán solía decir que la literatura guarda una irremisible relación con la actividad periodística.Sin embargo, existen reporteros que pretenden hacer una carrera literaria con el papel prensa, y lo hacen mal. Así vemos combinaciones de estructuras melosas y redundantes, o la recurrencia a lugares comunes.Podríamos seguir con una lista casi interminable de tipologías: el periodista de agenda vs. el emancipado, el preparado vs. el todólogo... Pero para no pecar de lo que aquí se señala, lo dejaremos para un próximo formato, en un intento desesperado porque el lector se digne a leer esta columna de principio a fin.