Cartas a la dirección

Dios, ¿quién eres...?

Señores directores: Creo que aquellos a quienes nos cuesta creer en la existencia de Dios, quienes crecimos nombrándolo permanentemente, quienes le pedíamos que nos ayude en los exámenes, que gane nuestro equipo y todos los demás hechos que nos ofrece la vida, llegamos al momento de preguntarnos en serio quién es Dios, dónde está, cómo se manifiesta. Personalmente creo es que quien permitió que hiciéramos los mejores negocios en su nombre, y aún seguimos usándolo. Muchos viven con privilegios vergonzosos, incluyendo aquellos que cobran sueldos públicos, con la complicidad de quienes administran lo público sin rendir cuenta de la totalidad de los hechos como corresponde a todo empleado público que administra circunstancialmente lo ajeno y que es de la gente.

De quien no tengo dudas que nos dejó enseñanzas a través de su testimonio de vida fue "Cristo" y como enfrentó a los mafiosos y corruptos con la dignidad que corresponde, así terminó su vida. Creo que si estuviera entre nosotros, además de saber que no entendimos nada de sus enseñanzas, al mirarnos con lástima, nos preguntaría si es tan buen negocio autotitularnos cristianos y llevar cruces elegantes. Nos diría que existen cientos de grupos cristianos y hacemos templos y edificios muchas veces lujuriosos para honrar su memoria, mientras mueren decenas de miles de personas por carencias primarias, especialmente niños y viejos que son los que menos culpa tienen de la corrupción y mafias en las que estamos inmersos, y muchos somos cómplices con nuestros hechos y silencios.

En nuestro caso especial, ostentamos el triste privilegio de ser uno de los países más corruptos, donde no sabemos cómo se administra la totalidad de lo público, donde el 10 % de nuestra población es analfabeto, donde quienes ocupan cargos dentro de los poderes públicos creen que son dueños y señores de lo que hacen y/o administran, incluyendo aquellos caraduras que manifiestan que lo hacen por vocación. Mientras, existen personas que no tienen acceso a lo elemental para vivir con los servicios y la dignidad que les corresponde, y otras personas cobran escandalosas jubilaciones, mientras aquellos que trabajaron toda su vida, con suerte, pueden acceder a un plan social, especialmente muchos los prometen a cambio del voto obligatorio.

Todos debemos asumir nuestra responsabilidad y deslindar responsabilidades por quienes ocupando cargos públicos participan de hechos mafiosos, corruptos y muchas veces con la participación de personajes inmorales que están en la actividad privada.

Mientras seamos cómplices con nuestros silencios y miedos, mientras no exijamos transparencia y rendición de cuentas de todo lo público, mientras se adjudiquen los cargos, viviendas y beneficios mafiosos, seguiremos siendo uno de los países más corruptos y desprestigiados, donde los delincuentes viven mejor que quienes trabajan.

Todos los que puedan se irán del país, especialmente jóvenes y personas con dignidad.

Carlos Alberto Cottolengo

L.E. 6.226.208. Santo Tomé.