La oferta de carne real (y potencial) es actualmente muy alta
Sobreoferta real y potencial
En una muestra más de que no están coordinados y de que son incapaces de poner precio a lo que venden, los ganaderos comercian sin margen de maniobra, agotan lo poco que tienen y aceptan valores que fija el mercado.

Ignacio Iriarte

Inciden varios factores: el comienzo de la salida masiva de gordos livianos de los feedlots; la venta anticipada (novillos que se hubieran llevado a peso de exportación); acumulación de novillos pesados y vacas sin salida en la exportación; la seca y la llegada del invierno, y en algunos casos, por abandono del negocio.

La demanda doméstica, cercana a los 65 kilos per cápita, se beneficia ahora por la salida fluida de la hacienda de feedlot y por la oferta de carne desordenada y a precios de liquidación que proviene de los frigoríficos exportadores. Se observa en la calle la presencia de cuartos o cortes a precios inverosímiles. Como faltan asados y parrilleros, muchos frigoríficos venden esta parte de la res junto con el delantero, porque si éste llega a quedar de "clavo", saldrá sólo si se aceptan valores tan bajos como dos pesos por kilo en gancho.

Además, la demanda habitual de delanteros del mercado interno está saturada: la oferta está reforzada por los delanteros sobrantes de lo que matan los exportadores y por la gran cantidad de carne de vaca manufactura y conserva, que hoy beneficia a los chacinadores, únicos compradores posibles de estas categorías. De más está decir que esta es una crisis que no es pareja para todos y que algunos pueden hasta beneficiarse con las medidas oficiales.

Sugerencias

La demanda de exportación está acotada explícitamente, con el cupo del 40 por ciento y el consumo local está limitado implícitamente por la sugerencia oficial trasladada a las principales cadenas de supermercados para que no compren en Liniers, insinuación que ahora se habría extendido a dos de los principales grupos frigoríficos dedicados al consumo interno.

El Gobierno quiere un Mercado de Liniers fuerte, con su claro poder indicativo y orientador intacto; lo quiere fuerte, pero en baja, y que esa baja se traslade al resto del mercado, tanto ferias como directo. Un negocio redondo.

Los operadores, en tanto, acatan las indicaciones telefónicas con resignación, a la espera de que en algún momento todo vuelva -mágicamente- a la normalidad. Estas sugerencias tienen un efecto inmediato. Según palabras de un importante operador de la carne, "las amenazas se concretan, las promesas, no".

Si hay mucha oferta en el campo acumulada, si hay mucha carne en cámara -incluso en frigoríficos de consumo-,y si la exportación lamentablemente usa gran parte del exiguo cupo adjudicado para desprenderse de lo que ya tiene stockeado, la posibilidad de que los precios del ganado se recuperen en el corto plazo parece limitada.

Control

Se habla de impulsar un mercado de futuros de hacienda, pero eso en la práctica ya existe. El Gobierno, con los precios sugeridos para el ganado, la media res y los cortes, está dando una más que razonable certidumbre sobre los precios futuros. El que no lo quiera leer, que no lo lea.

El Estado pondrá sin dudas toda su decisión y su poder para que estos precios se respeten; en este punto no hay incertidumbre, tenemos precios a futuro. El mercado puede determinar que el precio baje o que suba; eso es demasiado riesgoso para el productor, que ahora gracias al Estado sabe por lo menos hasta dónde pueden subir sus ingresos.

Si bien están dadas todas las condiciones para entrar en una etapa de disminución de las existencias, todavía no puede hablarse de liquidación. Hoy por hoy, prevalece el estupor (cuando no el temor) en la cadena de la carne. En el corto plazo, gran parte de los criadores está ajustando el número de vacas a la receptividad natural de los campos.

La dificultad para desprenderse de una vaca conserva o de un vientre preñado, agregado a sus bajos precios de mercado, sólo hacen demorar el momento del ajuste.