Lluvias tardías en primavera
La Niña se disipó pero dejó planteado el desafío
El Pacífico volvió a temperaturas habituales y puso fin a las condiciones que generan sequía en la zona. Pero la llegada de las lluvias en la segunda mitad de la primavera plantea condicionantes a la campaña agrícola.

El débil fenómeno de La Niña se ha disipado, y las condiciones que retraían el régimen de lluvias en la zona -más allá de lo que marcan los promedios del otoño- dejan paso a un invierno donde el régimen pluvial se normalizaría. Así lo sugiere el informe actualizado de la Fundación Climagro.

El documento que lleva la firma del ingeniero agrónomo Eduardo Sierra -especialista en agroclimatología- recuerda que el 2 de febrero pasado, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Noaa) de los EEUU, anunció el posible desarrollo de un episodio de La Niña, capaz de afectar considerablemente el desarrollo de la cosecha gruesa 2006/2007.

El enfriamiento de las aguas del Pacífico Ecuatorial, frente a las costas de Perú y Ecuador, reduce la formación de lluvias durante la primavera y el verano sobre gran parte del área agrícola del Paraguay, el sur del Brasil y las regiones Chaqueña, Mesopotámica y Pampeana de la Argentina, pero al mismo tiempo suele incrementar las precipitaciones en las áreas agrícolas de Bolivia y el noroeste argentino.

Aquél pronóstico sin embargo advertía que el fenómeno sería de corta duración. Aunque los efectos del fenómeno redujeron considerablemente las lluvias de la segunda parte del otoño, dejando al margen occidental del área agrícola con escasas reservas de humedad, su disipación se cumplió en forma temprana, dice Sierra en el informe que elabora periódicamente en el marco del convenio de Climagro con la Facultad de Agronomía de la UBA.

"Las condiciones neutrales en el Océano Pacífico, que se prevén para la primavera 2006 y el verano 2007, auguran un régimen de lluvias mucho más regular que el de la campaña precedente, la cual se vio perjudicada por la influencia de un episodio débil de La Niña, al cual se unió la presencia de un fuerte enfriamiento del Litoral Atlántico causado por un avance hacia el norte de la corriente marina fría de Malvinas", señala el documento.

Pero advierte al mismo tiempo que "sin embargo, dado que el litoral atlántico Argentino ha vuelto a enfriarse a causa de un nuevo avance hacia el norte de la corriente de Malvinas, habría que prever que la llegada de las lluvias primaverales podría sufrir cierto atraso, no produciéndose entre fin de septiembre y comienzo de octubre, como es lo normal, sino entre fines de octubre y comienzos de noviembre".

Para tener en cuenta

Tales condiciones podrían afectar el escenario agrícola en las primeras semanas de la primavera, aunque el pronóstico estima que la segunda mitad de esa estación observaría condiciones más regulares, al igual que el verano.

"Para la cosecha fina -explica el ingeniero Sierra- este cambio llegaría demasiado tarde para mejorar el estado de los lotes en las zonas que empezaron la campaña con insuficientes reservas hídricas y, por el contrario, provocarían la incidencia de enfermedades y dificultarían la cosecha".

Expone que en lo que hace a la cosecha gruesa, la situación afectaría en forma diferencial a las principales especies estivales: riesgo mayor para el girasol sembrado sobre suelo sin reservas suficientes; maíz expuesto a un escenario similar o más crítico que el de la última campaña y soja con menos riesgos por su mayor plasticidad para sortear la escasa humedad, aunque también expuesta a la evolución de la lluvia.

"En lo referente a la disponibilidad de forraje para la ganadería -añade- habría que considerar la posibilidad de que se produzca una interrupción de la cadena forrajera a comienzos de la primavera, luego de lo cual, la situación tendería a normalizarse".

Sierra concluye apuntando que "en cualquier caso, las circunstancias imponen la necesidad de administrar muy bien las reservas de humedad y de pensar muy bien las decisiones. La evolución climática de la campaña agrícola por iniciarse apunta a volver a poner a prueba la capacidad y resistencia de productores y técnicos".

Cosecha fina y pasturas

Las condiciones de humedad del suelo serán importantes para mitigar la falta de lluvias del invierno y de la primera parte de la primavera. Para quienes comiencen la campaña con reservas escasas, "el comportamiento de los lotes se verá muy resentido por la escasa probabilidad de recibir precipitaciones durante la temporada otoño-invernal", señala el informe de Climagro.

Para las zonas trigueras tradicionales de la región pampeana, eso significa perspectivas de buenas a muy buenas tanto en Santa Fe como en el Este de Córdoba y en el centro y Este de Buenos Aires. Pero supone problemas para el resto del área dedicada a este cultivo en la provincia mediterránea y en el principal distrito del país, así como para La Pampa.

"Aproximadamente un 50 % del área triguera cuenta con reservas suficientes para garantizar un buen arranque de los lotes de manera que, aunque se presentase una sequía en primavera, los rendimientos y la calidad alcancen un buen nivel. Por el contrario, el 50 % restante sufre distintos grados de falta de humedad", sostiene el ingeniero Sierra.

En que refiere a la disponibilidad de forraje para la ganadería, "el panorama presenta numerosos problemas zonales, como los que se dan en el centro y sur de La Pampa y el sudoeste de Buenos Aires. Además, debe considerarse el riesgo de que, hacia mediados de junio, las reservas de humedad hayan sufrido una disminución general y comience a resentirse la cadena forrajera. A ello contribuirán las cortas, pero intensas, irrupciones de aire frío que se esperan", dice el informe.

Océanos y suelos

La temperatura oceánica es decisiva para la configuración del escenario climático del cono sur. Como se sabe, el fenómeno de La Niña se produce cuando el Pacífico se enfría frente a las costas del Perú por un avance de la corriente de Humboldt. El proceso inverso es el que configura a "El Niño" y produce excesos pluviales -e hídricos- en nuestra zona.

"Durante la segunda parte del otoño 2006 -explica Climagro- los dos Océanos que rodean al Cono Sur presentaron temperaturas inferiores a lo normal, afectando la evolución del régimen hídrico de buena parte del área agrícola nacional".

Es que a escenario del Pacífico se sumó en el Atlántico un avance de la corriente fría de Malvinas, lo que a su vez enfrió el litoral marítimo argentino y hasta las costas del Uruguay inclusive.

Con esta configuración, los vientos del norte perdieron humedad pero conservaron intensidad. Eso determinó que "la recarga de humedad de varias zonas resultara insuficiente para dejar los suelos en buenas condiciones para la siembra de los cultivos y verdeos de invierno y para una buena producción forrajera".

"Este proceso se vio acentuado por un régimen térmico que combinó prolongados lapsos con temperaturas superiores a lo normal, que incrementaron el consumo de agua del suelo, con cortas pero intensas rachas de temperaturas inferiores a lo normal, que causaron intensas heladas tempranas", reseña Climagro.

Con la confirmación de que las aguas del Pacífico volvieron a su temperatura normal y disiparon a La Niña, la perspectiva de una prolongación de la sequía en la zona agrícola argentina se disiparon. Sin embargo persisten las condiciones del litoral atlántico enfriado por la corriente de Malvinas.

"Esta compleja suma de factores generó un escenario hídrico particular, que probablemente persista a lo largo de la mayor parte de la estación invernal", dice el informe del ingeniero Sierra. Recuerda que si bien la falta de precipitaciones en invierno "no configura una situación particularmente anómala", advierte que la temperatura en el Atlántico "hará que las zonas que no lograron reponer sus reservas en otoño, sientan una creciente falta de humedad".

"A esto se sumará que los vientos del norte provocarán lugar a lapsos prolongados con temperaturas superiores a lo normal, que consumirán las reservas hídricas de los suelos, acentuando aún más el estado deficitario de las zonas que comenzaron la campaña con falta de humedad. Un riesgo adicional será producido por el hecho de que los lapsos cálidos serán interrumpidos, en forma abrupta, por cortas pero intensas irrupciones de aire polar, provenientes de la Patagonia, que darán lugar a heladas intensas", concluye.