Las huellas de una generación que desorienta a sus hijos

"Historias de familia". En la película dirigida por Noha Buambach, las historias seguirán un derrotero en donde todo lo que pasa tiene la impronta de lo espontáneo. Foto: Agencia Télam.. 

"Historias de familia". ("The Squid and the whale", Estados Unidos, 2005); Dirección y guión: Noah Baunbach; fotografía: Robert Yeoman; música: Britta Phillips y Dean Wareham con canciones de Roger Waters, Bryan Adams y otros; montaje: Tim Streeto; arte: Jennifer Dehghan; vestuario: Amy Westcott; Intérpretes: Jeff Daniels, Laura Linney, Jesse Eisenberg, Owen Kline, William Baldwin, Anna Paquin, Halley Feiffer, David Benger y Peter Newman; duración: 88m. Presentada por Columbia Pictures en el América.Puntuación: CUATRO PUNTOSMUY BUENA

Un simple partido de tenis en familia abre esta película con tema tan trillado y a la vez tan distinta y original. Allí se enfrentan la madre y el hijo menor contra el padre y el mayor y ya se establecen las preferencias y una agresividad que hace centro en el jefe de la familia, un hombre incapaz de dominar un mundo interior que se adivina cargado de frustraciones y que necesita expiarlas con cualquier éxito momentáneo. Enfermo de envidia, no tolera que su mujer empiece a escribir y ser publicada y esto coincida con su decadencia. Luego de ese match revelador reunirán a sus hijos para anunciarles su divorcio.

A partir de aquí, estas historias de familia seguirán un derrotero en donde todo lo que pasa tiene la impronta de lo espontáneo. No hay cálculos previos ni jugadas maniqueas, por el contrario, cada uno sigue sus sentimientos y afinidades, y es el hijo mayor el que el director Noah Baumbach elige como mirada central y es a partir de él que el filme convierte su irónico humor en una cruel y a la vez cruda exposición de sentimientos, que se van dando vuelta en medio de la desesperación que produce saber que se estaba viviendo una vida equivocada.

Mucho de esto es autobiográfico, ya que Baumbach es hijo de padres intelectuales de prestigio en Estados Unidos, y a la vez separados. Y esto está mostrado sin endilgar culpas a nadie, sino más bien profundizando en el fracaso de una generación que creyó en su cultura. El filme abunda en citas, tanto literarias como cinematográficas, y sin duda esto da el marco para la comprensión de esta pareja extraviada en sí misma. Baumbah apunta bien: no es "esa" cultura la que fracasó, sino la forma de asimilarla. El filme tiene muchos detalles que lo confirman, no sólo por la levedad de las citas, sino por la soberbia intelectual con que se asumen, en la figura del padre.

Frente a esto está la figura solitaria de la madre, que buscó en otras relaciones esa "verdad" tan esquiva. Los hijos, frente a esto, responden ante todo con sus propias dudas, pero hay que decir que pocas películas nos muestran a dos adolescentes tan perdidos como a la vez tan cándidos y puros, que terminan constituyendo la estructura del filme. Es a través de ellos que vemos a estas vidas pasar, y son ellos los que van definiendo lo que los padres no pueden.

Un cuadro completo

El cine de Baumbach es de observación. Hay momentos, como los que afectan al gato de la casa y a su reparto a la hora de vivir un poco aquí y otro poco allá, las diferencias de vida en la casas de papá y mamá, los amoríos que van mostrando el despertar sexual del hijo y el sexo sin gracia del padre, que parecen nimios pero que sumados en la visión de Baumbach, nos entregan un cuadro completo de estos seres.

Filme narrado casi como se respira, su armado y ritmo apuntan hacia un desenlace tan sorpresivo como doloroso. La desintegración familiar está mostrada con una lenta gangrena que avanza inexorablemente y que no parece impuesta por una orden del guión. Baumbach, socio de ese otro cineasta independiente prestigiado como Wess Anderson, es un nombre a tener en cuenta. Su cine parece hecho del instante, con una frescura que está más allá de la dureza de su planteo. Mucho le debe, al punto de que muchas escenas parecen haber surgido de la complicidad, a sus actores: Jeff Daniels y Laura Linney y sus hijos, hechos carnadura inolvidable, por Jesse Eisenberg y Owen Kline.

Juan Carlos Arch