El plantel campeón del mundo llegó a su país para celebrar el título
Todos los caminos llevaron a Roma
Una verdadera multitud acompañó el camino del seleccionado azzurro, que compartió con su gente la Copa del Mundo que ganó el pasado domingo en Alemania. La alegría en Italia es total.

De la redacción de El Litoral

El seleccionado italiano, consagrado campeón del mundo en Berlín, recibió ayer el tributo de centenares de miles de personas, que le entregaron una eufórica y colorida bienvenida en el centro de Roma.

El primer ministro italiano Romano Prodi agasajó a los futbolistas y al cuerpo técnico que encabeza Marcello Lippi en el Palacio Chigi.

"Esta es una explosión de felicidad, de gratitud, que llega como especial mensaje en estos días. Estos jugadores supieron ser un grupo, fueron fuertes y se sobrepusieron al escándalo que rodea al fútbol italiano", resumió el ministro de Exterior de Italia, Massimo D'Alema. "Este logro le entrega nueva credibilidad al deporte", aclaró el funcionario en medio de las celebraciones.

Vuelo festivo

El avión DC9 que trasladó a la delegación aterrizó a las 18.36 locales en el aeropuerto militar de Pratica de Mare, cuyo acceso había sido bloqueado por efectivos policiales, aunque no lograron impedir que numerosas personas accedieran a la terminal. En la confusión se produjeron algunos altercados y riñas entre desbordados seguidores, reseñó Ansa.

Desde el aeropuerto se necesitaron más de dos horas para que los dos ómnibus que abordaron los integrantes de la delegación pudieran recorrer los 26 kilómetros que separan la estación aérea de la sede de gobierno, donde los esperaban el gobierno en pleno con Prodi a la cabeza.

El primero en asomarse por la escalerilla del avión, levantando al cielo la Copa del Mundo, fue el capitán Fabio Cannavaro, saludado con una ruidosa explosión de júbilo por el público que, tras superar las empalizadas, había llegado a poca distancia del avión.

El trofeo había volado en la fila 14 del avión, custodiado celosamente por Giancarlo Abete, vicepresidente de la Federcalcio y titular de la delegación, tras la renuncia por el escándalo de corrupción de Franco Carraro.

Durante el vuelo tres jugadores (Marco Materazzi, Gennaro Gattuso y Daniele De Rossi) se sometieron al rito de ser rapados por su compañero Massimo Oddo, quien el domingo, en el mismo estadio de Berlín, le cortó el pelo al argentino Mauro Camoranesi.

En la maniobra de aproximación al aeropuerto el avión había tenido como escolta a la patrulla acrobática italiana Flechas Tricolores, que encendió los aires con los colores de la bandera italiana (rojo, verde y blanco).

A paso de hombre

En dos ómnibus cubiertos, la delegación mundialista comenzó por la ruta Pontina el viaje hacia Roma, que debió efectuarse prácticamente a paso de hombre, debido a la multitud que obstaculizaba la marcha de los vehículos.

Las personas instaladas a ambos costados se abalanzaban sobre los dos ómnibus (en el asiento delantero del primero iban Cannavaro, con la Copa del Mundo, y el técnico Lippi), seguidos por numerosos "scooters" (motos), cuyos volantes hacían flamear banderas tricolores y sonar bocinas.

Recién a las 20.56, tras pasar delante de plaza Venecia, la caravana llegó a plaza Chigi, sobre la que se asoma el palacio gubernativo, donde Cannavaro y Lippi, los primeros en descender, fueron recibidos por el jefe del gobierno y varios de sus ministros.

Prodi y Cannavaro, en medio de la ovación del público congregado en las cercanías, dieron un giro triunfal por la plaza, llevando en alto la Copa del Mundo, para después ingresar a la sede de gobierno, mientras una banda de los Carabineros entonaba marchas triunfales.

Prodi entregó a cada uno de los 23 jugadores, al técnico Lippi y a los dirigentes acompañantes, medallas de plata recordatorias. El gesto lo repetirá en fecha a designar el presidente Giorgio Napolitano, quien distinguirá a los campeones con la Orden al Mérito de la República.

Todos en el Circo

La mayor explosión de júbilo sobrevino a algo más de un kilómetro de distancia, en el Circo Máximo, donde desde las primeras horas de la tarde una verdadera multitud, estimada en 400.000 personas, había ido ocupando el histórico lugar.

Allí se había levantado un gigantesco palco al que, presentados por los actores Carlo Verdone y Tiberio Tiberi, accedieron los futbolistas precedidos por Cannavaro, siempre con la Copa en sus manos, y por Lippi.

La ovación de la multitud, acompañada por fuegos artificiales y música, le puso el broche de oro a los festejos en plena noche romana.

Errores en la elección

La FIFA admitió ayer los defectos del sistema de votación que determinó que el francés Zinedine Zidane fuera elegido como mejor jugador del Mundial, y señaló que trabaja para cambiarlo de cara a Sudáfrica 2010.

"Imagino que la mayoría de los periodistas votó antes de la final, porque tenían que trabajar tras el partido", dijo a DPA Andreas Herren, vocero de la FIFA.

Zidane se fue expulsado de la final del Mundial entre Italia y Francia a los 110 minutos de juego tras haberle aplicado un cabezazo en el pecho al defensor Marco Materazzi. Pese a la acción descalificatoria, el francés ganó la votación al "Balón de Oro" del torneo, con 2.012 votos, escasa pero suficiente ventaja sobre los 1.977 del defensor italiano Fabio Cannavaro.

La elección del mejor jugador del certamen es definida por los periodistas acreditados en base a una lista de diez candidatos elaborados por una comisión técnica de la FIFA. Hace cuatro años, en Corea-Japón 2002, el sistema le jugó al ente rector del fútbol la primera mala pasada: fue elegido como el mejor el arquero alemán Oliver Kahn, que falló gravemente en la final ante Brasil, abriendo el camino al triunfo de los sudamericanos.

Aquella votación se cerró antes del comienzo de la final. Para la de este año, la FIFA intentó enmendar el error ampliando el plazo hasta la medianoche del domingo, pero con la prórroga, los lanzamientos de penales y el trabajo posterior, es improbable que algún periodista haya podido emitir su voto tras el partido, que comenzó a las 8 de la noche.

Materazzi dio explicaciones

Zinedine Zidane estuvo "súper arrogante" y "lo insulté", reconoció el jugador italiano Marco Materazzi que provocó al capitán francés, que a su vez le respondió con un cabezazo que le valió la expulsión en la final del Mundial de fútbol, según La Gazzetta dello Sport de hoy.

"Le agarré la camiseta durante unos segundos solamente, se volvió hacia mí y me habló burlándose, me miró con tremenda arrogancia, de arriba a abajo: "si de verdad quieres mi camiseta, te la daré después'. Le respondí con un insulto, es verdad", relató Materazzi, según el diario especializado.

Interrogado acerca de si el insulto se refería a la hermana del jugador francés, como afirmaron algunos medios de prensa, Materazzi precisó: "un insulto de esos que se escuchan decenas de veces y que a menudo se nos escapan en el terreno".