Los presidentes del Mercosur se reúnen en Córdoba
Gestos que dejan huellas profundas
Nada cambia en la economía de la región en lo inmediato, pero las decisiones afectan en el mediano y largo plazo los precios y el empleo. Las resoluciones requieren un complicado juego de compensaciones geopolíticas.

Es muy difícil que las decisiones que se adopten en esta cumbre del Mercosur les cambien la vida en lo inmediato a los 250 millones de habitantes del bloque. Sin embargo, esas resoluciones impactarán en el mediano y largo plazo en las economías de los países miembro y asociados, y en su organización social. En definitiva, afectarán el empleo y los precios que pagan los habitantes de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y desde el 4 de julio último a los de Venezuela.

De hecho, uno de cada cuatro dólares de las exportaciones argentinas se dirigen a Brasil, y las producciones de este país en materia de calzado y electrodomésticos golpearon a las fábricas nacionales, en especial a las de Córdoba. Un esquema de cupos acordados durante 2005 mantuvo hasta ahora a flote las fábricas mediterráneas de calzados, lavarropas y cocinas.

El bloque enfrenta, ahora, el desafío de profundizar el acuerdo que incluye un arancel externo común (AEC), corregir las asimetrías que perjudican a "los socios menores" (Paraguay y Uruguay) y avanzar, más allá de las declaraciones, en armonizar las políticas macroeconómicas (pautas de inflación, déficit fiscal y tipo de cambio, entre los más importantes).

Brasil propone

El gigante de la región pisó el acelerador y sugirió ayer, a través del ministro de Economía, que los países miembro deben poder pagar sus importaciones en sus monedas locales. En buen romance, esto significa que de algún modo u otro los miembros tendrán que avanzar en relacionarse con un tipo de cambio compatible o, en otras palabras, que flote libremente.

Esto implicaría que el dólar, que hoy vale 3,10 pesos, se depreciaría en la Argentina, pero se revalorizaría en Brasil, donde cayó a 2,40 reales. El vecino país está preocupado por la pérdida de competitividad de sus exportaciones industriales y este mecanismo ayudaría a corregirla, aunque afectaría a sus socios.

Sin embargo, este tema alguna vez deberá ser resuelto. Los industriales argentinos saldrán bien parados si mejoran la competitividad de sus productos, ahora protegida por el dólar alto.

El secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Alfredo Chiaradía, reveló anoche que desde hoy -al asumir Brasil la presidencia temporaria- comenzará a actuar un "facilitador" (sería Reginaldo Arcuri) para ayudar a la integración productiva. En palabras más simples, implica que las grandes fábricas de la región (por caso, la brasileña de aviación Embraer), integren su producción con las "aviopartes" que se produzcan en los países vecinos, o que los proveedores locales tengan mayor peso.

El "facilitador" debería ayudar a responder también a las demandas de Paraguay y Uruguay.

Energía

La solución de los problemas energéticos de la región exigirá imaginación para evitar que intereses contrapuestos desaten conflictos que afectarán la integración económica.

Chile tiene pendiente una negociación con Bolivia para solucionar su demanda de gas natural, luego de que la Argentina le duplicara el precio del combustible que satisface un tercio de su demanda. A su vez, Bolivia busca acuerdos redituables con Brasil y la Argentina (el que se firmó dura hasta el 31 de diciembre y eleva en un 50 por ciento el precio), que le permitirían hacerse de mil millones de dólares extra para intentar corregir su escandalosa pobreza interna.

Venezuela, con petróleo y gas, pretende tener un sitio privilegiado en el nuevo bloque al atraer a los otros socios con un gasoducto que se extendería desde Caracas a Buenos Aires.

La geopolítica no acaba allí: Venezuela proponer vincular al Mercosur más con el Caribe, que con la Unión Europea. Estos juegos de relaciones internacionales y vinculación económica afectarán la marcha de las cosas en los países de la región.

Los hechos no ocurrirán de un día para otro, como sucedió en estos 10 años de vigencia del Tratado de Asunción, pero terminan afectando las decisiones de negocios que se tomen desde hoy. Y esto, como se sabe, afecta a los precios y el empleo. En suma, una cumbre del Mercosur es eso: gestos que dejan huellas profundas.

Ignacio Sanguinetti y Juan Turello/CMI Contenidos