Las relaciones exteriores de Néstor Kirchner

Néstor Kirchner no estuvo presente en la asunción de Alan García, flamante presidente del Perú. Y todo parece indicar que también estará ausente en la de Alvaro Uribe, en Colombia. Los motivos de estas decisiones no se conocen, pero a primera vista impresionan como desplantes o errores diplomáticos.

Cabe recordar que cuando Kirchner asumió la presidencia en 2003, en un contexto político muy delicado, los presidentes Alejandro Toledo (Perú) y Uribe viajaron a Buenos Aires y respaldaron con su presencia a un mandatario que llegaba al poder con el 22 por ciento de los votos y en el marco de una grave crisis de legitimidad institucional.

La diplomacia se distingue por el estilo y las formas. Los símbolos y los gestos son importantes, y los grandes presidentes se caracterizan por el diseño de diplomacias inteligentes. El postulado de que la política exterior de un gobierno es el reflejo de su política interior podrá relativizarse, pero tiene mucho de verdadero. En lo que nos concierne, parece ajustarse al pie de la letra a las orientaciones que Kirchner le imprime a sus relaciones exteriores.

El pasado 4 de julio, el jefe del Estado argentino viajó a Venezuela para proclamar con Chávez la incorporación de ese país al Mercosur. El viaje fue algo improvisado, al punto que se llegó a decir que Kirchner decidió hacerlo porque Chávez se lo pidió. Como es sabido, Venezuela se acaba de retirar de la Comunidad Andina integrada, entre otros, por Colombia y Perú. Su adscripción al Mercosur se formalizó en Córdoba, pero se anunció desde Caracas. Chávez no se privó en estos actos de atacar a Alan García e, indirectamente, a Uribe. La presunción o la sospecha de que Néstor Kirchner no se hace presente en Bogotá y en Lima para no malquistarse con su colega venezolano es inevitable.

Las críticas que puedan despertar las estrategias económicas de los países latinoamericanos que optan por mantener relaciones económicas institucionales con los Estados Unidos de Norteamérica al estilo del Alca, por ejemplo, no puede ser un motivo para la descortesía diplomática. Chile, Perú, México, Colombia y la mayoría de los países centroamericanos adhieren a esta estrategia de posicionamiento internacional.

¿La respuesta de Kirchner a todas estas naciones será la misma que la que plantea con Uribe y García? El presidente argentino debería saber que su colega de Brasil, Lula, estará presente en la toma de posesión de ambos presidentes. Brasil es uno de los puntales del Mercosur y, sin embargo, la máxima autoridad política cumple con las exigencias propias de un mandatario latinoamericano respecto de sus colegas hemisféricos.

Toda nación que se precie defiende el principio de autodeterminación de su pueblo y de política exterior independiente. Tradicionalmente, estas consignas se levantaban para reclamar mayor autonomía ante los EE.UU; por esas curiosidades de la historia hoy, sería deseable reclamar la misma exigencia con Venezuela. Por último, habría que preguntarse si este seguidismo de Venezuela obedece a la fascinación personal de Chávez sobre Kirchner, o a los lazos de dependencia financiera y energética que se han ido tejiendo en los últimos años.