Mea culpa de Günter Grass

El Premio Nobel de Literatura, el alemán Günter Grass, ha admitido por primera vez que estuvo alistado en las SS, el brazo militar del régimen nazi, al final de la Segunda Guerra Mundial, según una entrevista que aparece hoy en el diario Frankfurter Allgemeine.

"Con la perspectiva (del paso del tiempo), siempre lo sentí como una mancha que me pesaba y de la que por tanto no podía hablar. Hacía falta que lo escribiese un día", dijo el escritor a la prensa, repitiendo sus declaraciones al Frankfurter.

Grass, de 78 años y considerado como una figura capital de la literatura alemana y europea de los últimos 50 años, incluyó así su revelación en sus memorias, que aparecerán en setiembre bajo el título de "Pelando cebollas".

El ganador del Nobel y del Premio Príncipe de Asturias en 1999 sólo había contado hasta ahora que estuvo enrolado en la defensa antiaérea alemana en 1944 antes de ser herido y hecho prisionero por los estadounidenses en 1945.

Según la autobiografía del autor de "El tambor de hojalata" (1959), a los 15 años intentó enrolarse en las fuerzas que tripulaban los submarinos del Tercer Reich pero fue rechazado porque era demasiado joven.

Así, en 1944, cuando tenía 16 años recibió, como todos los jóvenes nacidos en 1927, una orden de movilización para alistarse en el ejército alemán.

Grass no fue integrado en las fuerzas alemanas sino en las SS, los cuerpos militares de elite creados en 1940 que llegaron a contar con más de 950.000 hombres y que eran el brazo de combate del régimen nazi de Adolf Hitler.

El escritor, sin embargo, niega en sus memorias haber formado parte de las SS hitlerianas voluntariamente.

"Durante el último año de la guerra, las Waffen SS no aceptaban únicamente a voluntarios", precisó en sus declaraciones a Frankfurter.

Comprometido con posiciones de izquierda y gran amigo del ex canciller socialdemócrata alemán Willy Brandt, Grass realizó una crítica despiadada de la reunificación alemana en varios de sus libros.

En sus novelas, se mezclan de una forma nada convencional el realismo, lo macabro, la fantasía y el simbolismo, siempre al servicio del tema central de toda su obra: la culpabilidad colectiva.

AFP