¿Proteccionismo o libre comercio?

Los reclamos de la Argentina a los países centrales para que liberen el comercio o no subsidien a sus productores agropecuarios, no son nuevos. Europa y Estados Unidos escuchan los argumentos de la diplomacia Argentina desde finales del siglo XIX, pero a pesar de tanta insistencia y de haber elaborado argumentos cada vez más consistentes, lógicos e irrefutables, los resultados siguen siendo negativos.

En todos los organismos internacionales, los países periféricos reclaman que el discurso a favor del libre comercio, que se repite como fórmula ideológica desde Londres, Berlín, París o Washington, empiece por ser aplicado por los mismos que lo formulan con tanta insistencia. El perjuicio que estas medidas proteccionistas provoca a las naciones exportadoras de materias primas es muy grande como para quedarse callado o resignarse a que las relaciones internacionales funcionen con este desequilibrio.

En otros tiempos, esta injusticia se sostenía por la vía de la fuerza o el poder. A esta estrategia se la calificó como "la diplomacia de las cañoneras" o "la política del garrote". Los ingleses, por ejemplo, planteaban que el progreso de ellos, más temprano que tarde, promovería el avance de la periferia.

Hoy estos argumentos son insostenibles. Las diferencias entre el centro y la periferia son evidentes, también lo son las estrategias de mutua colaboración en un mundo globalizado, por lo tanto, los países centrales deben entender que el progreso de las naciones emergentes es también un beneficio para ellos.

Los economistas latinoamericanos señalaron en su momento que los países centrales eran liberales para exportar, pero proteccionistas a la hora de importar. El argumento con el que sus diplomáticos justifican esta situación, sostiene que liberar el comercio provocaría un serio perjuicio a sus productores rurales. Puede entenderse esta consideración, pero entonces los países centrales deberían admitir que la misma consideración puede ser usada por las naciones en vías de desarrollo.

Las recientes declaraciones del presidente Kirchner respecto de la decisión de Estados Unidos de excluir a la Argentina del llamado sistema de preferencias, debe ubicarse en este contexto. Más allá del lenguaje, básicamente el reclamo del mandatario argentino no es diferente del que en su momento plantearon gobiernos de diferentes signos ideológicos. "Comprar a quien nos compra" o "vender a quien nos vende", fueron consignas de gobiernos conservadores que a través de esta estrategia trataban de representar los intereses de los productores nacionales.

El libre comercio es una buena fórmula económica en tiempos normales, siempre y cuando todos lo practiquen. A esta verdad la deben entender y asumir los jefes de Estado de la Unión Europea y de EE.UU., quienes no pueden justificar su incoherencia ideológica en nombre de la protección a sus productores, una protección que, en realidad, pagan con sus impuestos los contribuyentes de los países ricos y que padecen los ciudadanos de los países emergentes sometidos a una competencia subsidiada y ruinosa.