Un santo de dos mundos

Rosa Gronda

Realizado en DVD por fuera de los circuitos industrializados del cine comercial, el interesante documental de Lino Pujía, filmado en Buenos Aires y en Italia, es una interrogación respetuosa en torno de la construcción que hace el imaginario popular del culto a San Cayetano, que atravesó los límites de su época y geografía para instalarse en América latina, donde moviliza a millones de devotos.

El film se apoya en dos líneas de relato paralelas. Por un lado, la reconstrucción del ámbito sociopolítico en el que vivió Cayetano y su historia personal, para lo cual rastrea la vida y obra del noble italiano, nacido en 1480 en Vicenza, República de Venecia, recibido de abogado en Padua pero que abandonó la profesión para desarrollar una misión pastoral, orientada a los pobres y enfermos, declarado santo en el siglo XVII.

Siguiendo las pautas de un documental clásico, apela a testimonios de historiadores y clérigos para explicar uno de los períodos más conflictivos de la Iglesia del S.XVI que llevó a guerras intestinas entre Venecia, Roma y Nápoles, en las que siempre su rol estuvo del lado de la paz, la reconciliación y la protección de los desvalidos.

De este lado del mundo, para el registro del fenómeno en la Argentina, el film se remonta al siglo XIX, cuando el santo adquiere el carácter de protector de los trabajadores. Según la leyenda, en medio de una extrema sequía, un agricultor de la zona de Liniers en Buenos Aires, le pidió a una imagen del santo que lloviera, dejándole como ofrenda una espiga de trigo a sus pies. Como se produjeron precipitaciones que salvaron las cosechas, el milagro hizo crecer la devoción al santo y su culto, que tiene como eje el templo en el popular barrio de Liniers, donde convergen los ferrocarriles, la actividad agropecuaria, el fútbol y múltiples líneas de colectivos.

La celebración del 7 de agosto, coincidente con la fecha histórica de la muerte del predicador, fue adquiriendo cada vez mayor popularidad a nivel nacional en el siglo XX, particularmente impulsada por el peronismo en los años cincuenta, a la vez que se vuelven habituales las estampitas que lo muestran vinculado con la emblemática espiga de trigo.

Lo sagrado y lo profano

Sin apartarse de los parámetros técnicos clásicos, el director apela a entrevistas, a fragmentos de noticieros de nuestra historia nacional, a paisajes humanos, geográficos y culturales como grabados antiguos, pinturas, esculturas y un recorrido general por la variada iconografía desarrollada en torno al santo.

Narrado en tercera persona, la cámara se encarga de registrar todos los cruces culturales posibles y las contradicciones, como el humo de los choripanes que alimentan a los promesantes asciende hasta las nubes donde las cúpulas del templo se recortan sobre el cielo. Abarca las colas interminables de gente y el infinito merchandising de medallitas, fotos, espigas, estatuas y demás que rodean el popular culto.

Con buen ritmo y claras imágenes, el film reboza de datos a pesar de su brevedad, los que no excluyen una lectura política y sociológica, sin abrir juicios. En este sentido, la película se reserva un espacio para la ambigüedad, lo que la diferencia de otros documentales nacionales más cercanos al periodismo que al cine, como "Memorias del saqueo" de Pino Solanas, realizados para confirmar una tesis previa. En este sentido, "El santo del pueblo" se propone más bien plantear conjeturas, abarcar la máxima multiplicidad y complejidad del fenómeno retratado y abrir nuevos interrogantes, dando lugar a que el espectador piense y saque sus propias conclusiones.

"El santo del pueblo"

Origen: Argentina/2006. Dirección y guión: Lino Pujía. Fotografía: Lino Pujía. Montaje: Sebastián Carreras. Duración: 68 minutos.