ANOTACIONES AL MARGEN
Tesis sobre el método
Por Estanislao Giménez Corte - [email protected]

Hastiado de repetir la norma, de no hallar la excepción, de la repetición transformada en variación recurrente, de aportar sólo un detalle mínimo en el conjunto monótono, de los acentos apenas graves en sentencias que exigirían un grito, ese hombre de fama, científico, en callado final de viaje interno con preguntas que lo atormentan decide, finalmente, sacrificar su currículum, responder instintivamente a sus pulsiones, inmolarse. Con plena conciencia del desconocimiento de las consecuencias de sus actos, ante sus pares que lo observan como al líder en decadencia, en la reunión semanal del grupo de investigación, rompe el molde que él ha construido y genera en segundos un silencio helado.

Súbitamente despotrica contra las teorías y métodos que le han dado renombre; cuestiona los instrumentos que la ciencia le ha prodigado y que él ha usado con una facultad que nadie tuvo; arenga a la ruptura de las bases. Postula, ante un círculo estupefacto, el abandono definitivo de las corrientes de pensamiento tradicionales; más de una vez pronuncia, con irónica entonación, el sustantivo "ciencia"; expone, con la maestría que lo ha caracterizado, un rosario de ideas en los márgenes de las disciplinas, como el antídoto necesario, dice, a la miopía del dogma.

Habla así, pletórico: "Podemos aventurar que la sucesión física a la que llamamos tiempo es una sumatoria de accidentes de los que se deriva menos un orden que un caos social. Nosotros, amigos, hemos estudiado durante siglos, vanamente, el orden. Así también, ignoramos el caos. Tal vez ese caos debiera ser, ahora, nuestro nuevo objeto de estudio. Muchos lo han planteado antes que yo: el problema es el mismo de siempre ¿cómo hacer científicamente abordable el desorden y la incoherencia?". El silencio de sepulcro se altera sólo por movimientos de brazos que se cruzan, miradas furtivas y alguna mano sobre la barbilla. Él continúa, encendido: "Ni sistémico ni estructural, el análisis que debemos emprender hunde su puñal en lo aleatorio, en lo azaroso, en lo caprichoso, en lo errático. Quiero investigar, en adelante, la serie de accidentes, coyunturas y mínimos detalles que desembocan en un acontecimiento, no el acontecimiento en sí". Calla. Los rostros denotan incomprensión o terror. Pretende persuadirlos: "Todos hemos criticado la forma tradicional de encarar la cuestión social, es decir, el absurdo de un objeto de estudio, la sociedad, alterado por el investigador, que vive en la sociedad y que por lo tanto modifica su objeto con su sola presencia. Quiero, amigos, que me acompañen en llevar esta problemática al extremo. Esto es, perseguir y analizar los pequeños accidentes diarios que, en conjunto, determinan las vidas de las gentes. De hecho -concluye- la decisión de plantearles esto la he tomado hoy por la mañana. Al salir de mi casa, advertí que el auto no funcionaba: debía reunirme con el ministro para presentarle un plan de estudios nuevo, en el que en verdad no creía. Esa demora me hizo reflexionar, pero mucho más el hecho de pensar que quizás, de haber asistido, hubiese traicionado una vez más mis convicciones. Ese retraso de minutos produjo en mi vida un cambio extraordinario; en ellos junté valor para exponer estos pensamientos, que ustedes considerarán. Lo diré más claramente: los fenómenos sociales que pretendemos estudiar son la consecuencia de cientos o miles de micro fenómenos que desembocan en aquél. A ellos quiero prestarles atención". Un colaborador interviene: "Esos accidentes imperceptibles, profesor, son tan interesantes justamente porque son inabordables, impensados y de algún modo, inasibles". Él responde: "La decisión de hablar, que has tomado hace segundos, a la inversa de tus compañeros, seguramente también modificará tu vida. De aquí en adelante querré, obsesivamente, convencerte".