Ahora fue absuelto por el homicidio cometido 1992
Dos veces estuvo preso y fugó por un crimen que no cometió
Siempre dijo ser inocente, pero en dos oportunidades estuvo en prisión pagando por un crimen ajeno. Luego fugó y en condición de prófugo se mantuvo 14 años.

Buenos Aires (Télam)La Justicia de Lomas de Zamora, absolvió a un hombre de 41 años por un crimen cometido en 1992 en Monte Grande, hecho por el cual estuvo preso dos veces y prófugo durante 14 años, donde siempre juró ser inocente.

Se trata de Javier Barrios, quien después de una larga odisea penal pudo quedar libre tras conocerse el pasado jueves el fallo absolutorio expedido por la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal de Lomas de Zamora.

Barrios había sido acusado en 1992 de ser el autor del homicidio en ocasión de robo de Lucio Gallardo, un vecino de Monte Grande.

La Acusación Fiscal estuvo a cargo de Homero Alonso y la Defensa, a cargo del abogado Daniel Llermanos, quien le contó a Télam que " ante la abrumadora falta de pruebas, la propia Fiscalía desistió de la acusación, antes de que el Tribunal diera el veredicto final.

Los hechos se remontan a la noche del 31 de diciembre de 1992, cuando Lucio Gallardo, se encontraba en su casa, ubicada en la esquina de las calles Amat y Pehuajó, en Monte Grande, acompañado por su esposa, Marcelina Orondo y sus cinco hijos, iniciando los festejos de fin de año.

Sorpresivamente, ingresaron tres hombres armados, con evidentes fines de robo.

Gallardo, que en ese momento estaba en el dormitorio, sentado al borde de la cama, les dijo a los asaltantes que no tenía nada de valor y como respuesta uno de los sujetos le realiza tres disparos a quemarropa provocándole la muerte en el acto.

Los criminales antes de irse se apoderaron de una pequeña suma de dinero y de una videocasetera.

Tras el hecho de sangre, la policía secuestró en poder de un vecino la videocasetera robada en la casa de la víctima.

Este testigo, que alegó haber comprado la videocasetera de buena fe, no identificó a nadie pero la policía sostuvo que tenía elementos suficientes para suponer que Javier Barrios, había sido uno de los ladrones y la persona que disparó contra Gallardo.

La policía allanó la casa de la madre de Barrios, donde hallaron un revólver calibre 32 largo marca Doberman, que según los peritos de balística, fue empleada para matar a Gallardo.

Según la policía el arma estaba envuelta en un buzo celeste en un mueble ubicado en la parte externa de la casa de la madre de Barrios en la calle Galileana de Adrogué.

Los funcionarios policiales dijeron que los testigos habían presenciado la diligencia.

Aquella confesión

Una vez detenido Barrios -según el informe policial- confiesa ampliamente el crimen pero niega categóricamente, ante el Juez, haber efectuado esa "confesión extrajudicial".

Ante la falta de pruebas, Barrios, fue dejado en libertad pero posteriormente la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora revoca el sobreseimiento y ordena nuevamente su captura.

Temeroso por su vida, Barrios huyó de su hogar y se mantuvo prófugo durante 14 años, hasta que otra vez la policía lo detiene en enero de 2005.

Finalmente, el juicio demostró que efectivamente Barrios, nunca había confesado ser autor del crimen ante la policía y que el arma no se encontraba en ese domicilio donde, dicho sea de paso, se efectuó el allanamiento sin la orden judicial de rigor.

Según el abogado Llermanos "quedó evidenciado que quienes figuraban como testigos del secuestro del arma no habían presenciado el allanamiento y que uno de ellos, Miguel Sosa, era analfabeto y que por ende no podía conocer el sentido del documento que le había hecho firmar la policía".

El letrado defensor acotó que años después del hecho de sangre se pudo acreditar fehacientemente que al momento del homicidio, Barrios se encontraba lejos de allí, en la localidad bonaerense de Saladillo.

Al efectuarse las ruedas de reconocimiento, ni la viuda ni los hijos de Gallardo reconocieron a Barrios como autor del crimen.

"Barrios fue un chivo expiatorio para la policía; ante tanta inseguridad la gente pide mano dura, y así se termina acusando a cualquiera y cometiendo otro crimen para que la sociedad crea que el delito fue castigado. Ya lo dijo el sumo sacerdote Caifas: antes que perezca la Nación entera conviene que uno sea sacrificado por el pueblo", sentenció Llermanos.