Un legado para la vida
Familia Blanche. De orígenes franceses, Amaro Higinio Blanche nació en San Javier y fue un hombre reconocido en la costa santafesina. Su culto al trabajo y a las buenas costumbres fueron los legados que dejó a su familia.

Sonia Blanche -una asidua lectora de esta sección- se puso nuevamente en contacto con De Raíces y Abuelos, desde San Javier, para enviarnos sus recuerdos de su padre, Amaro Higinio Blanche. Con esta nota pretende "brindar a mi muy querido padre un merecido reconocimiento, quien nos dejó cuando había tanto por hacer", lamentó.

También mencionó que compartía con nuestros lectores esta historia "por muchas razones, entre ellas y fundamental, el recuerdo permanente de mi padre, Amaro Higinio Blanche, basado en sus constantes ejemplos que nos dejó a los hijos. Amaro era de descendencia francesa, hijo de José Blanche y Regina Matheu. Llegó de Reyvroz, en la la Alta Saboya, Francia. Su madre era argentina, nacida en Cayastá, y era de descendencia suizo-francesa".

Explicó que su padre nació en San Javier, el 11 de enero de 1904. Fue el menor de nueve hermanos. Estudió en el Colegio La Salle Jobson de la ciudad de Santa Fe y se destacó en el cuadro de honor, dato que consta en un libro de esa institución, que guardo en una reliquia en mi biblioteca. Egresó en 1921 y el premio lo obtuvo por su conducta y aplicación con las mejores notas (clasificaciones).

Obtuvo el título de perito mercantil y rematador público. Ejerció como el primer rematador de la zona y mantuvo relación con compradores de hacienda de varios lugares de la provincia. Construyó la primera Feria de Remates, en la antigua ruta 39 de tierra, frente al bañadero oficial y cerca de los corrales del ferrocarril, que realizaba el transporte en vagones a Santa Fe y otras localidades.

Se casó con Josefa Isabel Rodrigo Vouilloz, cuando tenía 31 años y ella 20. primero vivieron en la casa paterna de los Blanche y luego se trasladaron a Josefina, donde atendía su carnicería, pero también se ocupaba de los cultivos, entre ellos, el lino. Luego comenzaron a acercarse a la zona urbana para que yo, la hija mayor asistiera a la escuela. vivieron en una hermosa casa, donde posteriormente funcionaría la arrocera de la firma Mounier.

Familia y amigos

Mi padre -continuó relatando Sonia- tenía muchos amigos y recuerdo, entre ellos, la familia de José Attademo. Sus integrantes llegaban buscando el fresco del río y me acuerdo verlos sentados, charlando en familia, sobre la barraca, en aquel hermoso lugar.

Fue amigo del primer arrocero de la Costa, en 1942, Constantín Rzotky, un hombre joven, emprendedor y progresista, conocedor e impulsor del cultivo del arroz, por ser un alimento sano, en una zona de tierra fértil como es la Costa.

Posteriormente, mi padre cambió de actividad y se dedicó a trabajos de escritorio. Se instaló en la esquina de Alvear y 9 de Julio y puso en práctica sus estudios. Para entonces, se inició como rematador.

Era una persona muy familiera, afectuoso, cariñoso, muy recto, franco y de muy buen humor. Supo conquistarse muchos amigos que siempre lo recordaron. Mientras viva lamentaré que haya fallecido tan joven, a los 66 años, debido a los descontroles de su alimentación. No tuve oportunidad de disfrutarlo como hubiera querido pues en esos años estaba dedicada por entero a mi familia, mis hijos pequeños y mi trabajo en la docencia", lamentó.

Sin embargo, rescató que "mi padre supo darnos muy buenos consejos, con claridad y buen ánimo, ya que éramos cuatro hijas mujeres (Norma, Teresita, María Delia y yo) y un sólo hijo varón, Ricardo. Supo educarnos con principios morales muy firmes de respeto, honestidad, honradez y responsabilidad en el trabajo".

Muy querido y respetado

Tenía muchos amigos -remarcó- y era una persona muy querida y respetada. eso lo comprobamos al recoger el recuerdo de la gente que lo conoció. algo que lo destacaba era que su esfuerza apuntaba a darnos un título para tener con qué defendernos en la vida.

No era amante de las riquezas, se inclinaba por las comodidades que nos podría brindar -de acuerdo con mi marido- que siempre luchó a la par de él.

Las instituciones de San Javier, como el Centro Social, el Club de Bocas San Roque y el Club Huracán lo contaron como parte de sus comisiones, colaborador y miembro de las comisiones directivas. En el Club Huracán estuvo acompañado por su esposa, mi mamá, Pepa, en la actividad social y deportiva. Ella vive todavía y está próxima a cumplir 92 años.

Con mucho sacrificio y esfuerzo, mi padre adquirió la casa ubicada en Alvear al 1700. Trabajó hasta que enfermó gravemente y falleció el 18 de octubre de 1970, cuando todos sus hijos estábamos casados. Alcanzó a disfrutar de ocho de sus nietos.

Granja y otras labores

Por último, Sonia Blanche envió desde San Javier un recorte de la revista Criterio en donde se pueden apreciar dos fotos de sus padres, con dos de sus hijas, "en el patio de su residencia en las afueras de San Javier, donde se ha dedicado de lleno a la granja, especialmente avicultura", explica el epígrafe.

También hace referencia a en la foto se puede apreciar "mostrando una pequeñísima parte de los pollitos que diariamente va sacando de una moderna y amplia incubadora con la cual obtendrá según su parecer, la cantidad suficiente de aves de corral y dedicarse a ese negocio, que llenó sus inquietudes y aspiraciones de hombre progresista y laborioso. Anexó a la compra y venta de hacienda la cría de cerdos y ovejas. Don Amaro Blanche podrá obtener la comodidad que necesita para una labor de esta naturaleza", menciona.

Asimismo, la otra foto explica que se puede ver en Blanche "a un hombre que bien puede ocupar una posición destacada, por su preparación e inteligencia, en las posiciones públicas del departamento".