Iglesia, Rovira y energía: algunos problemas crecientes

Hugo E. Grimaldi (DyN)

Dominar la situación. Si hay inquietud, que no se note. El diálogo es directamente con la gente. Lo importante es quedarse siempre con la última palabra. Redoblar la apuesta. Si no hay más remedio, huir hacia adelante. Éstas son las seis reglas de oro del gobierno que, en nombre de la pelea permanente que se autoimpone en defensa de sus convicciones, procedimiento que las encuestas avalan, suele aplicar frente al avance de los que considera sus enemigos naturales, las corporaciones ideológicamente no afines.

Así, se observó claramente durante los últimos días en algunas situaciones de grave tensión que tuvieron el denominador común de haber partido de una situación crítica de "siembra de vientos" y de haberse transformado luego en una escalada con desviaciones peligrosas hacia la cosecha de tempestades del refrán: el caso Misiones y la pelea con el cardenal Jorge Bergoglio (la Iglesia), el enigma López y las secuelas sobre Derechos Humanos (los militares) y el manejo de la situación energética y sus derivaciones (los empresarios). Otra pata de las corporaciones, la de los partidos políticos, quizás la más natural manera que tiene la democracia para relacionarse entre opuestos, se ha mantenido más que callada, avalando ella también la vocación de no diálogo que se le endilga al gobierno nacional. Hasta ahora se han escuchado apenas manifestaciones individuales de cada sector, pero nunca pronunciamientos orgánicos, ni mucho menos ideas de alternativa.>

Pese a todo, en el horizonte del gobierno se observan a plazo fijo dos nubarrones que podrían hacer zozobrar esas reglas que moldean la construcción de enemigos. El 29 de octubre, cuando se haga la segunda vuelta en Brasil y cuando Misiones le diga "sí" o "no" a la reelección indefinida que plantea su gobernador, el gobierno navegará en la incertidumbre por un buen rato. En estos dos casos, habría que definir la situación como de cierta "imprudencia" presidencial, ya que Néstor Kirchner se jugó demasiado en su apoyo abierto al brasileño Lula y sobre todo en sostener de modo irrestricto la postura de su amigo Carlos Rovira. El caso misionero resulta extraño, ya que del presidente suele decirse que es un pragmático. En esta ocasión, parece primar el agradecimiento hacia Rovira, el primer gobernador que lo apoyó en su carrera hacia la Casa Rosada, y no las múltiples situaciones que se observan en materia de desatinos institucionales de la provincia.>

Este tipo de cuestiones le han sido marcadas a Kirchner inclusive por hombres de su misma ideología en materia de derechos humanos, hoy enfrentados en la provincia con el gobernador, más allá de que éste busque cambiar un solo artículo de la Constitución para perpetuarse en el poder o que haya cambiado la Corte provincial a su antojo y que goce de mayorías legislativas. También se lo acusa de tener a su diestra a un conocido colaboracionista de los gobiernos militares.>

El presidente hasta ahora no ha querido tomar nota de esos desvíos, obnubilado por lo que cree que ha sido una encerrona eclesiástica de los jesuitas Bergoglio y Piña, el respetadísimo por su obra pastoral ex obispo de Puerto Iguazú, quien encabeza la lista que se opone al gobernador donde casi no hay políticos, sino referentes sociales de variada extracción, incluidos pastores protestantes. Cuando Kirchner viajó a Posadas, a fin de setiembre, lo que más molestó a los misioneros fue la fuerte crítica que hizo el presidente sobre la actuación de la Iglesia en tiempos de la dictadura, sin saber probablemente que Jorge Kemerer, el obispo local en aquellos duros tiempos, fue uno de los que más luchó, a riesgo de su vida, para evitar excesos y salvar detenidos.>

El caso López, por su parte, disparó una vez más la mirada hacia el pasado como una justa reivindicación de la memoria, pero sin el retorno que movilizara la vocación de encauzar las enseñanzas para construir el futuro, en otras sociedades, como la española por ejemplo, que tuvieron los mismos problemas que la Argentina. En la semana, salieron a relucir nuevamente las diferencias y los odios, a través de las marchas de quienes reivindican los derechos humanos y pedían "paredón, paredón..." y la de militares y civiles que recordaron a sus muertos en manos de la guerrilla.>

En la misma línea que trata de atenuar las inquietudes con disimulos, operó durante toda la semana el Ministerio de Planificación para cortar de raíz las voces de los empresarios de la industria que empiezan a temer problemas con la energía eléctrica y la de los hombres del campo que necesitan gasoil disponible para sembrar y cosechar.>

Las dificultades de ambos rubros tienen como origen la cuestión tarifaria, ya que, sujeta a su resolución, se postergaron inversiones de ampliación de redes, construcción de centrales de generación y también los planes de exploración, en materia petrolera y gasífera. En este rubro, el gobierno privilegió siempre los índices de precios, aferrado al esquema de las "ganancias razonables", un eufemismo con el cual busca meterse en el bolsillo de las empresas.>

En cuanto al gasoil, la palabra maldita es "desabastecimiento". Los funcionarios han salido a tranquilizar sobre la importación de combustible, al tiempo que se comenzó a condicionar con un freno a las exportaciones a las empresas que no abastezcan el mercado nacional. Lo que no pueden hacer es tapar el sol con las manos, porque los productores del campo reclaman por millones y millones de litros que no están disponibles pese a todo y las mangueras cruzadas son una realidad. Ya quedó atrás la decisión retroactiva de haberle impedido a Shell poner en el mercado un combustible a $ 1,65 el litro. En muchos lugares del interior, el gasoil se paga $ 2 o más.>

Sin embargo, la preocupación mayor no parece ser que los asesores no le hayan advertido de estas distorsiones al presidente o que no le hayan dicho quién fue monseñor Kemerer o que unos días después le hayan deslizado un artículo de archivo equivocado sobre Jorge Rafael Videla que Kirchner le atribuyó en encendido discurso al periodista Joaquín Morales Solá.>

Al mejor estilo de barrer siempre debajo de la alfombra, no llama la atención entonces que no haya rodado todavía ninguna cabeza cercana al poder.>