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"La Plaza de Mayo"

Las plazas tienen su "liturgia". Sirven para las conmemoraciones, los festejos, los pedidos, las protestas. Y la plaza argentina por antonomasia es la Plaza de Mayo, de la ciudad de Buenos Aires. En ella, "se vio al poder celebrar a la Patria, a la Iglesia rendir honores a Cristo, y a grupos, grandes o pequeños, pacíficos o violentos, reclamar ante las autoridades", escribe Silvia Sigal en "La Plaza de Mayo. Una crónica".

En el primer apartado, Sigal estudia las conmemoraciones patrióticas, comenzando por el festejo que dio lugar el primer aniversario de la Revolución de Mayo, el 25 de mayo de 1811.>

"Se sabe, todo dominio se pone en escena públicamente, y los frágiles gobiernos revolucionarios no fueron una excepción".>

Sigue el análisis de "la Plaza armada" : "le cupo a Rosas militarizar la Plaza, en el sentido estricto del término" (Sigal anota un dato curioso: los desfiles militares contaban con asientos pagos: 2 pesos el asiento y 10 los palcos, en un tiempo en que un obrero recibía un jornal de entre 5 y 10 pesos).>

"Afirmé hasta aquí, y no soy la única, que las conmemoraciones públicas expresan problemas de la dominación política, son momentos de exhibición del poder", sostiene la autora.>

Sigue un capítulo sobre las demostraciones protestatarias, comenzando cuando las puebladas y asambleas de vecinos fueron sustituidas después de Pavón, por manifestaciones públicas de protesta. "Legitimadas por el derecho a peticionar reconocido por la Constitución de 1853, presionaban, sin cuestionarlos, sobre los gobiernos de un Estado todavía enclenque".>

Después: "1884: de la Plaza de la Victoria a la Plaza de Mayo"; "Rojo y Negro" (aludiendo a la novela de Stendhal, acerca de la Iglesia y lo militar); "La Plaza de Perón" y las conmemoraciones peronistas, para terminar con "Las plazas de la dictadura". Publicó Siglo XXI.>

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