"El avaro" en la Casa del Maestro
Realidad que tiene vigencia

Roberto Schneider

En "El avaro", el espectáculo estrenado por el Taller de Teatro de la Universidad Católica de Santa Fe en la Casa del Maestro, Moliére buscó su tema entre las comedias de Plauto, eligiendo para este propósito la "Aulularia". Esta pieza delata alguna disminución de la brillantez de, por ejemplo, "Tartufo" o "El misántropo". El personaje protagónico, el avaro Harpagón, está concebido más bien como un tipo de farsa y la intriga tiende, por momentos, a ser confusa. Se tiene la impresión de que Moliére, a diferencia de Ben Jonson, no ha sido demasiado afortunado al tratar la avaricia.

Lo que indudablemente tiene interés, sin embargo, es la manera en que el comediógrafo francés se ha desviado de su original al asociar al viejo con un hogar numeroso, en lugar de dejarlo siendo un solitario retirado del mundo. De todos modos, es una buena comedia, en la que la figura del avaro es el vehículo para que Moliére pueda indagar sobre las pasiones devastadoras que explican la escasa fortuna de la obra en su tiempo.>

En la casa de Harpagón, nombre que quiere caracterizar con su etimología la rapacidad del tipo, además de sus dos hijos Cleanto y Elisa, se encuentra Valerio, enamorado de ésta, aunque el avaro la quiera casar con Anselmo, persona de posición que la desposaría aunque no tenga dote. Aparece luego una serie de personajes-tipo descriptos correctamente por el autor, para conformar un friso de la época bien dibujado.>

El amor no hace menos coherente al protagonista porque, ni aun ante él, cede su avaricia y la rivalidad con su hijo lo hiere como una ofensa inferida a su derecho de padre y señor. Contra este derecho, contra la pretensión del padre de impedir a los hijos los goces de la vida, Moliére se subleva con fuerza. Y es por eso que los jóvenes de la obra se sienten inducidos a desear la muerte al viejo.>

La comicidad es copiosa y así viven todos los personajes. Por momentos, el avaro los eclipsa a todos; pero dentro de ese hogar hay, asimismo, un personaje que se erige en una obra maestra del teatro cómico: Maese Santiago, quien es, a la vez, cocinero y cochero. Hombre un tanto tonto, pero bien intencionado, proporciona gran parte de la risa de la pieza, aunque Goethe haya sostenido que "es una de las obras más grandes y trágicas de Moliére".>

Luis Mansilla, desde la dirección, transita con seguridad una vez más un texto de Moliére. Imprime a la puesta el ritmo necesario y acentúa los rasgos cómicos de la pieza para obtener los mejores resultados. En tal sentido, se apoya en la solidez de su elenco, donde se destacan las muy buenas interpretaciones de Hernán Rosa como Harpagón, Sebastián Terentino como el viejo que quiere casarse con la bella hija del avaro, y Celina Vigetti, como Prosina. Están bien acompañados por Mariano Andrés Barceló, María Inés Aiello, Juan Müller, Rocío Soledad Castillo y Nicolás Kinen. Son correctas las interpretaciones de Milagros Gómez y Roberto Montú.>

Párrafo aparte para la labor de Desiderio Ángel Penza. El actor resuelve sus dos personajes -Maese Santiago y Flecha- de la mejor manera, aprovechando las diferencias y otorgando a cada uno de ellos una cuota de indisimulable entrega para obtener la adhesión de la platea, que también disfruta de la totalidad. Decir que el vestuario de Fernando Silvar es bueno no es novedad, porque describe con exactitud la época. Su escenografía es correcta y también el maquillaje, que suscribe junto a Noris Humeller. La planta de luces de José Ponce Aragón cumple su cometido, del mismo modo que la música de Hugo Oxman.>

"El avaro" es un espectáculo que muestra a personajes muy particulares y, a través de ellos, a la sociedad misma, para poner ante nuestros ojos de hoy una realidad que en poco y nada se diferencia de la sociedad de hace más de tres siglos.>

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