La computación en la Argentina

Una historia de idas y vueltas

En nuestro país, la computación no está a la altura de las otras ramas de la ciencia. Foto: Archivo El Litoral. 

La computación llegó al país con una década de retraso, respecto del resto del mundo. Y después tuvo que acomodarse a los vaivenes de una política inestable. Recién en el '83 se instaló y comenzó a crecer. "Falta, pero estamos bien", dijo Jacovkis, uno de los referentes nacionales en la materia.

Preparar una nota para un diario es hoy más fácil que hace 20 años: los archivos se borran y se vuelven a escribir, se cortan, se pegan, se trasladan en pequeños pen drives, o se mandan por e mail. Estudiar y preparar una monografía es más fácil. Llevar los ficheros de los pacientes de una clínica. Preparar una clase. Sistematizar las compuertas de una represa, y sincronizar los semáforos de una avenida. En todo lo que hacemos vemos hay influencias de la computación, una ciencia que nació, creció y se desarrolló en solamente setenta años. O un poco menos.

El mundo comenzó a ver las primeras computadoras allá por (no es tanto) 1945, cuando apareció la Eniac (Electronic Numerical Integrator and Computer), el ancestro casi fósil de las que hoy conocemos: pesaba 32 toneladas y tenía 2,40 metros de ancho y 30 metros de largo. >

"Digamos que fue la rama darwiniana triunfante en la historia de la computación: sobrevivieron por selección natural al resto de las vertientes que comenzaban a surgir", comenzó a explicar el Dr. Pablo Jacovkis, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, quien disertó en el último XV Congreso sobre Métodos Numéricos y sus Aplicaciones, que tuvo lugar en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) la semana pasada.>

"Hubo varios proyectos, pero el que triunfó y se impuso fue el que surgió de la Universidad de Pensilvania", recordó el docente, remontándose a los comienzos de una de las ciencias más jóvenes.>

"Una de las características de la computación es que es la única ciencia dura en la que alguno de los discípulos de sus creadores están todavía activos; incluso uno de sus creadores está vivo", indicó.>

Jacovkis fue decano de Exactas por dos períodos y director del Instituto de Cálculo que creó Manuel Sadosky en 1960. Hoy también es docente en la Facultad de Ingeniería de la UBA y asesor de empresas privadas.>

¿Y en la Argentina?

Si la historia de la computación en el mundo se remonta al '45, hubo que esperar algunos años para que desembarcara en nuestro país. Recién en el '55 comenzaron a trabajar algunos grupos con los primeros equipos, una década después respecto de los países más adelantados, lo que todavía determina -a juicio de Jacovkis- la situación actual.

"La computación en la Argentina no está a la altura de otras ramas de la ciencia, y eso tiene que ver con que ha comenzado con mucho retraso. Recién ahora se está notando algún desarrollo, sobre todo por el trabajo de los nuevos científicos de las universidades", manifestó.>

Los vaivenes de la historia argentina también implicaron una seguidilla de retrocesos y avances (más de los primeros) que se manifestaron directamente en la consolidación de grupos de investigación. "Argentina no es Suecia, donde las universidades y el progreso científico tecnológico son totalmente independientes de los gobiernos de turno. La Argentina ha sido un país muy sensible a los cambios políticos y esos cambios han sido muy perjudiciales para el desarrollo de una ciencia todavía débil, como ésta".>

La lectura de Jacovkis no deja margen de dudas. "Los golpes de Estado, por ejemplo, perjudicaron entre otras cosas el desarrollo de las ciencias y en particular el de la computación, porque al ser una ciencia muy débil cualquier cosa la afectaba más que a otras ciencias. La química o la física estaban en condiciones de soportar adversidades: sus científicos se refugiaron en el Conicet y siguieron investigando. Pero en computación no quedó nada".>

El resurgimiento fue en el '83, cuando comenzó a gestarse un "movimiento interesante" en distintas facultades y se creó la Escuela Latinoamericana de Informática. "En ese momento en Argentina había un solo doctor en computación. Nada más", dijo Jacovkis.>

Antes, después, hoy

"Trabajé en la 1130, en la 360, 370, y en las personales; mi vida profesional se desarrolló con las computadoras", dijo Jacovkis, mientras recordaba sus viajes en colectivo con dos o tres cajas de tarjetas perforadas, que hacían las veces de lo que hoy representa un pen drive, o un cd. "Les muestro a los chicos una tarjeta perforada y muchos de ellos no la vieron nunca. Uno se acostumbra al presente y se olvida del pasado", analizó el docente.

Consultada su opinión sobre la paradoja de que la ciencia tenga desarrollos tan concretos y aún así tenga tan escaso margen en el presupuesto, la especialista consideró que "el problema de la Argentina es que hay sectores de la clase dirigente que no han comprendido el valor de la ciencia y la tecnología en el desarrollo. No sé muy bien qué es emergente de qué, pero la sociedad argentina tampoco lo ha comprendido. Es difícil que la clase dirigente tenga una visión muy por encima de la sociedad, y la sociedad argentina piensa que la ciencia no es importante. No existen políticas del gobierno para apoyar la ciencia como se debería, pero no sólo porque somos un país pobre. En los últimos hay cierta planificación, aumentó el presupuesto del Conicet, han ingresado más investigadores. Creo que hay una mejora, pero van a pasar unos cuantos años para poder competir con Brasil en este rubro", concluyó.>

(C) Romina Kippes - UNL - El Litoral