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Donde el hechizo se quedó a vivir para siempre
Brujas.

Un lugar de ensueño se abre en Bélgica, donde el visitante puede recorrer siglos de historia guardados en un riquísimo patrimonio arquitectónico que vale la pena recorrer, en un mágico itinerario por sus canales, calles y museos.

Desde los grandes ventanales del museo de Groenige de Brujas (Bélgica) se puede contemplar el casco histórico de esta ciudad que parece salida de un cuento, donde se tiene la impresión de que en cualquier instante van a hacer su aparición hadas y duendes. Mientras... a las doce en punto los numerosos carrillones y campaniles despliegan sus mil notas al viento.

Lo notable y emocionante de esta secuencia es que en la sala donde nos encontramos hay una pintura del siglo XV, elaborada por el maestro de la escuela de grabados de Santa Lucía de Brujas. En ella se puede ver a San Nicolás sentado en un trono de piedra; detrás de él, aparece la ciudad de Brujas tal como era en 1493, fecha en que fuera concluida la obra.>

Han pasado cinco siglos. Sin embargo, el "Skyline" del casco histórico de la ciudad no ha registrado casi variación alguna respecto del cuadro, lo que da una idea del respeto de esta ciudad por la conservación de su patrimonio arquitectónico-urbanístico.>

Graham Green escribió de ella: "En algún lugar de la cubierta sombría yace la ciudad antigua, como una joya famosa, demasiado admirada, criticada, negociada". Esta reflexión deja abiertos los canales de la imaginación para quienes quieren penetrar en los encantos más ocultos de esta ciudad forjada a base de historia, leyendas y mitos.>

Caminando por sus calles

El aspecto más apacible y bucólico de Brujas coincide con un atardecer de otoño, cuando ya se han encendido las luces de los edificios y los puentes de la ciudad.

Estas estructuras atraviesan estrechos canales que traen a Venecia a la memoria, también por sus callejuelas sinuosas y entrelazadas, que más de una vez le hacen perder el rumbo al viajero más experto y avezado.>

Muchos edificios aún conservan en sus frontispicios figuras de hierro forjado de águilas, osos, cisnes o esferas armilares, figuras que son señales de identidad de Brujas, igual que los trabajos de encajes de bolillos que decoran las ventanas de muchas de sus casas.>

Para imaginar cómo eran los interiores y mobiliarios de las casas nobles de la Brujas medieval, el mejor lugar es el Museo Gruuthuse. La familia Van Gruuthuse, propietaria de la casa, tenía el monopolio sobre las ventas de la mezcla de hierbas y flores secas utilizadas para condimentar la cerveza. Tenían además su propia capilla con vistas sobre el coro de la Basílica de Nuestra Señora. No deja de ser muy sugestivo, sobre todo si se piensa que el coro alberga las tumbas de María de Borgoña y de su padre, Carlos el Valiente.>

Si se habla de capillas e iglesias no debemos dejar de visitar la Basílica de La Santa Sangre, que en su interior custodia -como reliquias- gotas de la sangre de Jesucristo, entregadas por el patriarca de Jerusalén al Conde de Flandes hace más de ocho siglos. Esta reliquia es venerada cada viernes y se saca a las calles en procesión una vez al año, para Semana Santa.>

Recorriendo sus canales

Un paseo en barco por los canales nos permite imaginar el movimiento febril que los almacenes y muelles debían tener entre los siglos XIII y XV, cuando Brujas era un puerto próspero, unido con el Báltico por el estuario del Zwin, y cuando era considerada una de las ciudades comerciales más importantes de Europa.

Las barcazas que recorrían estos canales transportaban toda la mercancía que luego sería negociada en la Plaza Markt que, con su vecina Burg, eran las dos plazas centrales del corazón de la ciudad. Pero, mientras Burg era y sigue siendo el lugar de emplazamiento de los edificios que regirían el destino de la ciudad (Ayuntamiento y Tribunal de Justicia), la Plaza Markt era el Wall Street de su tiempo. Tanto es así que la palabra Bolsa, que designa actualmente a los mercados de valores del mundo entero, deriva del apellido de la familia Van der Buerze, cuyos integrantes fueron los primeros financistas de la ciudad.>

En aquellos años de esplendor, los comerciantes y regidores de la ciudad decidieron construir el Campanario Octogonal del Markt, que se puede ver desde cualquier ángulo de la ciudad gracias a su impresionante altura de ochenta y tres metros. Es una tarea difícil subir los 366 escalones que llevan a lo más alto del campanario, allí, donde los regidores medievales de la ciudad ocultaban celosamente las cajas de caudales y los legados con los privilegios de Brujas.>

Pero antes de llegar a ese "nido de cóndores" se puede visitar el sonoro carrillón del reloj de la ciudad con sus 47 campanas, y, desde allí disfrutar una bella panorámica de la ciudad y sus alrededores.>

Años de oro y esplendor

Entre los siglos XIII y XV, la ciudad de Brujas gozaba del esplendor de su pujanza comercial e industrial al convertirse en el mayor productor textil de toda Europa. Sus telas y tapices, famosos por su diseño y calidad, se cotizaban muy bien en los mercados europeos, y eran muy requeridos por la aristocracia y la alta burguesía de ese tiempo.

La actividad se tradujo en un "boom" económico para Brujas y atrajo a la corte borgoñona hacia esa ciudad. Con ellas y con los comerciantes que se habían enriquecido con esa industria tan próspera, el arte flamenco cobró un esplendor como nunca antes había tenido. Algunos de estos nuevos ricos contrataron a artistas como Jan Van Eyck o Hans Memling para pintar magníficas obras que luego decorarían sus capillas personales y sus fundaciones benéficas.>

Algunas ricas familias "brujenses" en sus viajes por Europa, compraban espléndidas obras de arte para embellecer las iglesias. Así, la familia Mouscroen envió una Virgen con el Niño de Miguel Ángel a la Iglesia de Nuestra Señora. En tanto que el representante comercial de la Médici en Brujas, Tommaso Portinari, encargó el envío de una figura de terracota de la Virgen con el Niño, desde el taller florentino de la familia Della Robbia a la Iglesia de San Jaime.>

Un acaudalado comerciante originario de Génova llamado Anselm Adornes (1424-1483), mandó construir en Brujas la Iglesia de Jerusalén conforme al diseño de la Iglesia del Santo Sepulcro. Una vez terminada la hizo decorar con pinturas y "vitreaux". La iglesia -que pretende ser una ráplica de aquélla, tan cara a la cristiandad- atrae innumerables visitantes. Pero además, es motivo de gran curiosidad el panteón de piedra que Adornes mandó construir allí mismo para su descanso eterno. Aún hoy es posible visitarlo en el centro del edificio.>

Una cita con el arte

A la hora de elegir museos -que son muchos-, dos resultan imperdibles: el museo Memling y el Groenige que atesora seis siglos de pintura flamenca, holandesa y belga, además, las obras de maestros del renacimiento y el barroco. Se destaca muy particularmente la colección de los "Primitivos Flamencos" como Brueguel, Bosch, Jan Van Eyck. Los temas de la pintura flamenca son generalmente domésticos. Por lo tanto, ilustran las vestimentas, los muebles, las ventanas y el comportamiento de la gente de esa época. De modo que pueden interpretarse como testimonios antropológicos, sin excluir valores artísticos intrínsecos de esas producciones: por ejemplo la estructura cromática, la irrupción de la luz y un singular sentido de la perspectiva, que se manifestaría en su mayor y universal expresión en Rembrandt, quizá, uno de los pintores más espectaculares de la historia de esta disciplina.

Otra de las características de la pintura flamenca fueron las miniaturas, prodigio de paciencia y agudeza visual, muchas veces reflejadas en los medallones que las mujeres adineradas lucían en fiestas y conciertos; pero también los había -algo más grandes- que ornaban los muros de salones y casas, protegidos por cristales cóncavos que evitaban el deterioro del tiempo.>

"Donde hay dinero hay estiércol"

Existe un antiguo dicho en Brujas que reza así: "donde hay dinero hay estiércol", haciendo clara alusión a que el poder que da el dinero trae consigo envidia, intriga y corrupción. Estos vicios jugaron papeles importantes en la vida de la exitosa ciudad comercial. A tal punto fue así, que en 1498 los ciudadanos de Brujas encargaron al pintor Gerard David una obra titulada Justicia de Cambyses, que cuenta la historia de un juez que es desollado como castigo a su corrupción. La pintura estuvo mucho tiempo colgada en los muros de la sala de Consejos del Ayuntamiento de Brujas, para advertir a los funcionarios públicos que no caigan en la tentación del dinero mal habido.

En la actualidad la obra está expuesta en una sala del museo de Groeninge.>

Un nombre sugerente

Desde luego que en Brujas no se ven brujas, o por lo menos no se las percibe. Pero eso no quiere decir que no las haya, a juzgar por los viajeros que quedan misteriosamente `embrujados' por ese pequeño pueblo flamenco de tranquilos canales, donde el hechizo se quedó a vivir para siempre.

Entonces, amigo lector: ¿hay brujas en Brujas, o no hay brujas en Brujas?>

Los setecientos tulipanes

Colores de primavera

Cada año, entre marzo y mayo, Brujas se convierte en una ciudad colorida y perfumada. Todo gira allí en torno del cautivante mundo de los tulipanes, protagonistas de cada día de la primavera; de pronto asomados desde una romántica ventanita con las infaltables cortinas de encaje, o en los mercados de flores donde bulliciosos vendedores ofrecen su mercadería en una competencia de colores y aromas.

Son más de setecientas las especies de tulipanes que se cultivan en los invernaderos de los alrededores de la ciudad, equipados con nueva tecnología para cultivos "bajo vidrio".>

Con mucho trabajo y dedicación se logró producir nuevas especies, como el sugestivo tulipán negro, inspiración de novelistas y poetas.>

textos de Nidia Catena de Carli