La semana nacional
El duro rostro del poder K
Néstor Kirchner echó a D'Elía y generó una fuerte señal de alineamiento con Estados Unidos y alejamiento de Hugo Chávez. La necesidad de recuperar autoridad y los riesgos que asume.

Luis D'Elía de patitas en la calle significa la señal más contundente emitida por el gobierno de Néstor Kirchner en relación a la política exterior desde el cruce con George W. Bush en la Cumbre de Mar del Plata, en noviembre del 2005. Desde esa época, el presidente mantuvo su reticencia a la relación obligada con los países del mundo desarrollado, y condimentó esa actitud con desplantes a mandatarios, acercamientos con Chávez de dudoso beneficio para la Argentina y el colmo de la irracionalidad con que se desarrolló la crisis por las papeleras, hasta dejar a nuestro país en la situación actual de reprobación internacional.

El acto de apoyo de D'Elía a Irán, en momentos en que la Justicia argentina ha lanzado un pedido de captura para un ex presidente de Irán y varios altos ex funcionarios de ese país por su presunta responsabilidad en la causa AMIA, dejó picando al presidente la oportunidad de cerrar lo que hasta ahora era una evidente incomodidad interna causada por el desparpajo político del piquetero, pero, sobre todo, sirvió para lanzar al mundo un comunicado de alineación con Estados Unidos en el tema más sensible del mundo global post 2001: la lucha contra el terrorismo.>

La endeblez de los argumentos del fiscal Nisman en su pedido al juez Canicoba Corral para que dicte los pedidos de captura son un gran dolor de cabeza que el gobierno nacional debe afrontar por la ya desatada furia iraní, que contestó pidiendo las detenciones del juez y el fiscal. Para el país de los ayatollahs, la decisión de la justicia argentina no es importante en sí misma, sino por los argumentos que ha dado a Estados Unidos para acentuar su cruzada contra ese país, en el marco de la búsqueda de una suspensión del programa nuclear que impulsa el presidente Ahmadinejad.>

La promesa conocida esta semana de una colaboración del Departamento de Estado para la detención de los ex jerarcas de Irán, junto al explícito apoyo del nuevo embajador norteamericano en la Argentina, el viernes, se parecen a un abrazo de oso del que será difícil zafar en el corto plazo.>

Sin ambigüedades

Sin embargo, a pesar de las dificultades que plantea la jugada de Nisman, Néstor Kirchner ha privilegiado con el despido de D'Elía mostrarse ante Washington sin ambigüedades, suscribiendo de hecho la teoría que siempre sostuvieron Israel y Estados Unidos: Siria nada tuvo que ver con el atentado en AMIA, sino Irán.

Al mismo tiempo, el cierre abrupto de la relación con D'Elía es una demostración clara de fastidio de Kirchner sobre la creciente intromisión de Hugo Chávez en los asuntos de países que, como la Argentina, no aceptarán nunca que el líder venezolano alcance la categoría de voz cantante de la región. D'Elía fue a apoyar a Irán a la oficina del representante comercial de ese país en la Argentina por pedido expreso del líder caraqueño, manifestado 48 horas antes por su embajador en Buenos Aires. Kirchner fue informado por D'Elía de esa intención y le prohibió que lo hiciera. D'Elía desobedeció al presidente y dejó servido en bandeja el panorama para que desde Santa Cruz Kirchner disparara la secuencia de señales y movimientos que hasta aquí se han narrado.>

De aquí en más, sólo dudas. El presidente no ha cesado desde Misiones de emitir señales de autoridad sin media tintas. Pero el caso AMIA-Irán es parte de otra categoría de problemas que los acostumbrados en la política interna. Se juega la seguridad nacional.>

Darío D'Atri (CMI)