Un paro por la dignidad

La sin razón se responde con razones. Un análisis de respuesta anticipada, el recorte a las exportaciones cárnicas, a reuniones solicitadas por una de las partes, el gremialismo rural, con funcionarios del área, incluso con el mismo presidente, para buscar consensos, demuestra la intransigencia de la otra parte, el estado, que presagia la inutilidad del encuentro propuesto.

Otra vez el esfuerzo del productor es vituperado con medidas que asestan el disparo dirigido desde un "lobbismo" enquistado en los eslabones especulativos de la cadena cárnica.>

Se pensó dejar sin efecto la resolución que permite exportar un 75 % del total enviado al exterior el año pasado para bajar dicho guarismo a un 30 % (45.000 toneladas mensuales), según dicen los acólitos presidenciales para asegurar el abastecimiento del mercado interno.>

Más de un gerente de los frigoríficos exportadores, frotándose las manos, habría cerrado trato inmediatamente ante tan munífica circunstancia que le hubiera permitido no aumentarle el precio al productor por la provocación de una caída en la demanda. Justo cuando el valor de la hacienda comenzaba a recuperarse. El agio en todo su esplendor: acumulación de stock a bajos precios.>

Bajo este paupérrimo argumento oficial, también se flexibilizará el peso mínimo de faena, permitiéndose la comercialización de animales de 240 kgs. para adicionar 40.000 toneladas al mercado doméstico durante el festivo diciembre de 2006. ¿No era que se quería resguardar el stock, en el mediano plazo, mediante el impedimento de faenar animales chicos?>

No hay caso, se insiste en subsidiar el mercado interno de la carne a través del precio de la hacienda, o sea mediante la rentabilidad del productor, cuando en realidad dicho subsidio tendría que provenir de los consumidores de otros países que pagan precios más elevados por ciertos cortes de vacas argentinas.>

El intervencionismo estatal en las carnes, lácteos, trigo, maíz, frutas, conspira contra la rentabilidad y la certidumbre, dos elementos imprescindibles para transparentar las reglas de juego e incentivar el desarrollo de cualquier actividad, más las distorsiones y la presión impositiva que también provocan el desaliento productivo.>

El hombre de campo anhela dejar de ser la variable de ajuste que subsidia las prebendas agiotistas y la fuente a la cual se recurre para transferir ingresos a la ineficiencia industrial. Quiere que su eficacia como productor de commodities sea retribuida con un justo precio. íUn paro por la dignidad!>

Eloy Rodríguez