Análisis
¿En qué quedamos?
Por Horacio Serafini- CMI

La pregunta cabría hacérsela al presidente uruguayo. A fines del mes pasado, Tabaré Vázquez dispuso por decreto la militarización de Botnia. La explicación fue que lo hacía en su condición de jefe de Estado para garantizar la seguridad de los bienes y las personas en la mayor inversión que registrará la historia de su país.

No hubo en ese momento ningún dato cierto que justificara una decisión de tal gravedad, calificada de "afrenta" por su par argentino. Salvo el rumor potenciado por un diario estadounidense sobre la presunta existencia de una "nonabomba" de Gualeguaychú dispuesta a inmolarse contra las paredes de la pastera en defensa del medio ambiente.>

A días apenas del despliegue de soldados uruguayos en torno de Botnia, Montevideo dio marcha atrás con la medida. Los motivos del recule se desconocieron desde que la medianoche del sábado empezó la desmilitarización hasta la mañana de ayer.>

"No tengo la más mínima información", dijo en ese lapso el más popular de los ministros uruguayos, José Mujica, dirigente de la principal fuerza del gobernante Frente Amplio. "Supongo que se habrá sacudido la Bolsa de Finlandia", y agregó con su habitual humor: "Las papeleras me tienen podrido".>

Ayer, al cabo de la habitual reunión de gabinete de los lunes, la ministra de Defensa, Azucena Berrutti, "explicó" que el repliegue obedeció a que las condiciones de "tensión, preocupación e inseguridad" habían disminuido. Nadie se explica a qué aludía: los cortes, como se sabe, continúan y continuarán en Gualeguaychú; y, con intermitencias, también en Colón y menos en Concordia. De la "nonabomba", nada nuevo se sabe.>

Pero la ministra también apuntó otro dato. Tabaré Vázquez está "complacido" porque Botnia le solicitó la desmilitarización. ¿Cómo se explica que una delicada decisión soberana del gobierno uruguayo, en un asunto que hace a la relación con otro país, sea revertida por un pedido de una de las mayores multinacionales papeleras del mundo? Si con el repliegue se pretendió dar un golpe de efecto en La Haya, el ardid no se justifica desde ningún prisma, por el que se lo mire.>