Cuarenta y cinco años con la americana
Al maestro con cariño
Rodeado de afecto. "Chito" Petrucci acompañado por quienes, en otros tiempos, fueron sus dirigidos en distintos clubes locales. Foto: Mercedes Pardo. 

Comenzó a dirigir en República del Oeste luego lo hizo en Ateneo Inmaculada, Unión Santo Tomé, Círculo Israelita Macabi, Atlético Gimnasia y Esgrima, y en las ciudades de Vera y San Cristóbal.

Recientemente, el entrenador Ricardo Petrucci cumplió 70 años, 45 aportándole al básquetbol toda su sabiduría. Un grupo de ex jugadores organizó una cena de camaradería para festejar ambos acontecimientos.

Petrucci comenzó su carrera como director técnico en la Vecinal República del Oeste (donde practicaba básquetbol); luego lo hizo en Ateneo Inmaculada, Círculo Israelita Macabi, Unión Santo Tomé, etc.>

El Litoral dialogó con el "Loco" (como se lo llama cariñosamente), con la finalidad de conocer algunas de sus innumerables vivencias.>

-¿Cómo comenzaste tu carrera de técnico?-Me inicié como entrenador por el hecho que había tenido un episodio grave con un árbitro. Salí bien parado de esa cuestión ante la Justicia pero, anteriormente, por algo similar, tuve que cumplir una sanción de tres años.Una vez que cumplí con la pena, me propuse transmitirle a los chicos del barrio, porque República era mi segundo hogar, que no tuvieran la misma que me tocó vivir. Esos tres años que no jugué al básquetbol fueron irrecuperables para mí. En ese momento, no supe diferenciar que era un adversario y no mi enemigo.El clásico del barrio, con Rivadavia era tradicional. Cuando confrontábamos, medio que nos gruñíamos con "Beto" Cerati, el "Piojo" Tognotti. Con quien mejor nos llevábamos era con el "Baby" Bolzico. El objetivo que me propuse como entrenador, fue enseñar a jugar al básquetbol, pero sobre todo mejorar la calidad de los chicos del barrio -¿Qué te ha dejado el básquetbol?-Muchísimos recuerdos. Pero lo que me ha dejado, si bien es cierto que cobré como profesional, nunca fui mercenario. Mis metas siempre fueron las mismas: enseñar a jugar al básquetbol pero, en la medida de lo posible, yo tenía que ser el líder pero dando ejemplo.Yo era un entrenador que siempre llegaba media hora antes a las prácticas, nunca mandé a un jugador a pegar una piña. Entendía que si lo mandaba a pegar y ejecutaba la acción, cuando lo hacía por voluntad propia no le iba a poder recriminar nada.En 45 años, no me insultó ningún jugador, en ningún club como yo tampoco lo hice. Tuve un respeto absoluto para con ellos.Nunca hice amigos de los jugadores de básquetbol porque la relación era de alguien que mandaba y alguien que tenía que obedecer. Tenía que haber parámetros entre entrenador y jugador.

Sobre tácticas y técnicas

-¿Fuiste innovador en tácticas en divisiones formativas?

-Fui a la primera reunión cuando se fundó Ateba y, posteriormente, a las diferentes clínicas que organizaron. Entre ellas las que dictó el norteamericano Jack Donahue.>

Hasta ese entonces, hacía alrededor de veinte años que venía como entrenador y durante seis años consecutivos campeones con mis chicos de República del Oeste (desde principiantes hasta juveniles).>

Cuando tuve acceso a otros conocimientos, venía desde las clínicas los adaptaba al equipo que tenía en la ocasión.>

Hubo cosas que me hicieron cambiar de criterio como por ejemplo lo que dijo Donahue, había que entrenar las defensas. Por ese entonces era técnico de Ateneo y tenía como jugadores a los mellizos Puñet, Gosso, Castellitti. Nosotros jamás entrenábamos o hacíamos un movimiento de defensa. Y entrenamos defensa con ayuda.>

Ya en un Unión Santo Tomé, en mis vacaciones en Córdoba, me llevé un libro escrito en italiano, que me había regalado Dante Collavino, para traducirlo. Era del director técnico de la universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos), Dean Smith. El tema: Passing game.>

Me parecía que iba a ser muy anárquico para los jugadores, que iban a tomar para cualquier lado. El primer punto del texto se refería a las estadísticas y el segundo al passing game. Por supuesto que lo pasé de largo y en los otros puntos en los que se refería a los ataques decía tal cosa y si no sale passing game.>

Esto me llevó a leer. Smith decía en su libro que ellos, en cinco días, le enseñaban a jugar passing game a los chicos desde los 13 años.>

Cuando volví de Córdoba lo puse en práctica en la división infantiles de Unión Santo Tomé.>

A fin de año, hicimos un test de un equipo contra otro de esa categoría con resultados satisfactorios.>

Después de Santo Tomé me fui a Atlético Gimnasia y Esgrima. Ahí entrené el passing con los jugadores y el equipo femenino. Unas chicas maravillosas. Después de los quehaceres domésticos se metían y practicaban con todo.>

-¿Y el Centro Mosconi?-Fue una experiencia inigualable la que tuve en el playón de Mosconi y Mendoza. Enseñar básquetbol con la esencia del básquetbol mismo. Cinco contra cinco y, después, de a poco lo que era dribling, caminar, a tirar al aro. Por ejemplo en un partido, si la pelota tocaba el tablero valía un punto, si era el aro dos y si entraba cuatro tantos.Con el correr de las clases, ellos mismos cobraban los errores en los partidos. Ahora, está la posibilidad de enseñar en la escuela Santa Lucía, si se realiza el alisado de cemento en el polideportivo ya que después de la inundación quedó deteriorado. De ahí salieron jugadores que jugaron en Macabi, Colón y República del Oeste.Aprendí que esos chicos necesitan que alguien los contenga, que los respeten. Tengo una anécdota. Para ir a un encuentro en El Quillá yo los cité en calle 3 de Febrero y les dije a los más pequeños cuyas edades oscilaban entre los 9 y 10 años que los esperaba en la esquina de la Casa de Gobierno.Era la hora y no había ninguno. Se me dio por caminar por el parque Sur. Allá, por calle 1º de Mayo encontré a cinco o seis. Y les pregunté por qué no estaban en el lugar indicado y ellos me dijeron que no sabían dónde quedaba la Casa de Gobierno.

Anécdota

"Hace siete años conducía técnicamente al equipo de infantiles del Círculo Israelita Macabi. Todavía no habíamos ganado ningún partido e iban como diez fecha del torneo.

"A los chicos le propuse una apuesta. Si yo ganaba me tenían que convidar a la hamburgueseada que ellos hacían, generalmente, después de los partidos, con gaseosa y todo.

"Ellos se reunieron y aceptaron, pero la condición era que ganaban y yo debía dejar de fumar. Les pregunté por qué y me dijeron para cuidarme mi salud.

"Demás está decir que eran unos pícaros. Se jugaba contra un equipo que era inferior al nuestro. Los chicos ganaron y tuve que cumplir con la promesa, dejar de fumar. Me costó un Perú. Pero a ellos no les podía fallar. Después del partido me fumé dos o tres cigarrillos, regalé el paquete y el encendedor. A partir de ahí no fumé más".

Vamos a bailar

"Había un jugador que le decíamos "Mono" y de apellido Bruno. Jugábamos contra Colón, ya conformado el equipo con todas las estrellas Monti, Van Lacke, Giunta, Fernández, Verga, etc.. A Bruno lo mandé a cuidar a Van Lacke, que era un tirador notable. Le dije que lo marcara tres cuarto sin que recibiera la pelota. Roberto (Van Lacke) esperaba que le llegara la pelota y desde el rinconcito te la mandaba a guardar. De cada 100 metía 98.

"El "Mono' se agachó lo marcó con la mano adelante y no lo dejaba agarrar una pelota al Negro. En un momento dado Van Lacke le dijo que querés vos conmigo. Querés bailar, vamos a bailar. Entonces esa mano que Bruno tenía extendida para que no recibiera la pelota se la agarró y lo tomó por cintura y continuó diciendo vamos a bailar ante la mirada atónita del árbitro. Después, nos llenaron a goles porque había una notoria diferencia en cuanto a jugadores".

Marcelo Mendoza[email protected]