Apuntes de política provincial
Crecer a partir de la crisis
Agentes de la EPE desagotan cámaras subterráneas en las que ingresó el agua de las napas. Habrá que planificar las futuras acciones desde lo técnico y la experiencia de dos catástrofes. Foto: Alejandro Villar

Unas personas sindican como de excepción el fenómeno hídrico ocurrido en la provincia. Otros dicen que en razón de los cambios en el clima, estas situaciones se sufrirán con más frecuencia. Terceras voces consideran que hubo imprevisión y que a pesar de las precipitaciones, con ciudades preparadas se hubieran amortiguado los efectos.

En tanto, prima en la región un estado de ánimo diferente: esa mezcla de tristeza con rabia e impotencia que nos ha embargado. ¿Cómo nos pudo pasar otra vez?, es la pregunta más frecuente en cualquier tertulia de estos días. Y esta interrogación se suma a otra de mayor incertidumbre: los que vendrán como gobierno, ¿sabrán diseñar qué tipo de ciudades necesitamos? ¿Sabrán interpretar los datos satelitales que alertaban sobre este nivel de lluvias en la zona? El secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Javier de Urquiza, lo dijo claramente el pasado miércoles: "Esto fenómeno se sabía que iba a ocurrir. Es un ` Niñito"'.

Y cuando nos referimos a una necesaria planificación a partir del conocimiento interdisciplinario, no buscamos la creación de más estructuras estatales. ¿Para qué se creó el Ministerio de Asuntos Hídricos?, podríamos preguntarnos. Un miembro del gabinete provincial señaló a El Litoral: "Se trabajó en estos últimos años para garantizar que no hubiera inundación por parte del Salado y resulta que el agua, en una cantidad impensada, nos cayó dentro de la ciudad. Es una situación que no se había previsto". Si el cuadro de la ciudad resulta desolador porque volvió a golpear, entre otros, a los barrios del oeste que hace cuatro años pasaron la catástrofe hídrica de 2003 con todo lo que ello humanamente representa, no son menores los daños en una gran cantidad de localidades del interior y en nuestras producciones básicas.>

Las primeras estimaciones realizadas por el Ministerio de la Producción indican que las aguas anegaron 4.500.000 hectáreas en 14 departamentos de la provincia: 2.600.000 has. dedicadas a superficie agrícola, 1.500.000 a la producción ganadera y 350.000 a la tambera. De 4.200.000 cabezas de ganado, incluido el lechero, el 93% está afectado. Se encuentran desactivados 3.000 tambos y altamente perjudicadas otras actividades además de la lechería, como las frutihortícolas, la apicultura y las producciones alternativas. En algunos lugares, la cosecha de soja se comenzó a levantar pero los rendimientos estarán lejos de lo previsto. El Ministerio todavía no cuenta con un relevamiento al respecto y recién se lo está haciendo con el comercio -formal e informal- y con la industria.>

La asistencia del Estado se ha anunciado a partir de subsidios directos o de créditos a tasa cero y un período de gracia para su devolución, pero también habrá que pensar que resultarán menores los ingresos para el erario público por el efecto multiplicador que la bonanza en el campo y en las industrias afines traen a la economía.>

Punto de inflexión

De repente tenemos en la economía provincial un punto de inflexión, no sólo por la cantidad de actividades y de poblaciones perjudicadas sino porque deberán replantearse hasta las cotas de la red vial cuando se la reconstruya. Dos veces el agua alcanzó la calzada de la Ruta Nacional 19 a Córdoba. ¿En el proyecto de autovía- por dar un ejemplo- se prevé considerar este punto?

Asimismo, habrá que plantearse cómo se deberán construir nuestras instalaciones energéticas. Si hubo un sector que demostró organización para atender la crisis fue la Empresa Provincial de la Energía, a pesar de los pronunciados cortes que se sufrieron en las ciudades. Pero faltaría a la verdad si alguien dijera que su personal no trabajó, prácticamente sin descanso, tratando de solucionar los múltiples problemas originados por la quema de transformadores o el anegamiento de las cámaras subterráneas, tanto en Rosario como en Santa Fe. Ello sin pensar que la Estación Santa Fe Oeste se encuentra ubicada en una zona de la ciudad que se inunda y es la que aporta el 40% de la energía a esta capital.>

Pero, pese a todos los inconvenientes, el personal de EPE demostró que había entendido que lo suyo era una servicio esencial y que conforme a ello debía dar su respuesta. Los periodistas de Santa Fe tuvimos siempre el celular abierto de Hugo Cere, quien al momento daba las explicaciones sobre interrupciones en el fluido y duración. Igualmente, quienes recibían los llamados en la sección "Reclamos", como esta periodista lo comprobó.>

También la EPE tendrá pérdidas, y grandes. El presidente del directorio, Luis El Halli Obeid, estimó que el costo de reposición de los equipos e instalaciones sólo en esta capital y Rosario sumará unos cinco millones de pesos, sin contar la Estación Santa Fe Oeste. A ello debe agregarse por lo menos un millón más, en concepto de móviles, combustibles, horas extras al personal, vituallas. Entre los anuncios del gobernador figura que a los tambos ubicados en las zonas declaradas en emergencia se les condonará el pago de la provisión eléctrica por los meses de marzo y abril. A la empresa, esa medida, le significará una merma en el ingreso de 1.700.000, solamente por los tambos.>

Este fenómeno climático es una crisis para la provincia. Tiene su costo en vidas, en viviendas y campos que se anegaron, en trabajos que se perdieron, en actividades que cesaron, en tanto que en otras sus pérdidas serán irrecuperables. >

El ánimo en la gente no puede ser otro al señalado al comenzar "Apuntes...", pero la crisis debe servir para un crecimiento en otro sentido: no creer que porque salga el sol la emergencia en la provincia cesó y todo puede volver a hacerse como antes. Deberá planificarse la vida de las ciudades y proyectarse las comunicaciones necesarias para otras condiciones ambientales. De no ser así, a lo perdido se sumará, nuevamente, la estupidez humana de los gobernantes y de los ciudadanos, si se lo permitimos. >

Teresa Pandolfo