-Estuve en Garay y allí se refleja claramente lo que señalan los índices de Santa Fe sobre exclusión social, exclusión del modelo económico de crecimiento cultural. Esto también ocurre en los grandes centros urbanos. Hacemos hincapié en la doble escolaridad porque tenemos la posibilidad de que esa energía que tiene el niño, el adolescente, pueda ser contenida en la escuela con actividades complementarias como teatro, expresión corporal, pintura. La escuela debe suplir los déficits familiares y un ambiente que hace proclive al joven a la droga, a la prostitución, al rufianismo. En la escuela está la oportunidad. Tenemos, en cierta medida, el concepto de Sarmiento en el siglo XIX. La escuela pasa a ser el elemento central para recuperar la movilidad social ascendente. El plan comienza por incorporar a las escuelas de zonas más marginadas, pero termina incorporando a los hijos de los trabajadores para que haya igualdad de oportunidades. Habrá observaciones sobre el tema presupuestario pero la provincia de Buenos Aires ya lo empezó pese a que su situación económica es diferente de la de Santa Fe. En dos años, tiene 300 escuelas incorporadas de jornada completa, con crédito externo, con expertos internacionales que ayudan a implementar el sistema. Si puede la provincia de Buenos Aires, podemos nosotros; es un tema de decisión política. -Las dos fórmulas son kirchneristas, ¿qué las diferencia? -Lo primero es que nosotros siempre dijimos que esto lo tiene que dirimir el electorado en interna abierta y el otro sector decía consenso imponiendo un candidato. Nuestro candidato no sólo nació, sino que vive y recorre la provincia. Tenemos un perfil de identificación claro con el gobierno nacional; la otra lista es la expresión del gobierno provincial, al margen de que ambos somos kirchneristas. Poseemos un candidato que ha demostrado capacidad de gestión, reconocido por la prensa del Congreso por su trabajo y su permanente presencia. Esto significa que es un dirigente con un alto grado de responsabilidad. La otra propuesta pone el acento en más crecimiento, nosotros en crecimiento pero básicamente en la inclusión social. Hay diferencias de matiz en dónde ponemos el acento. En términos de opinión pública, tal vez esto no se perciba pero sí en la militancia. -¿Qué política pública usted aplaude de Kirchner?-Es la cultura política de enfrentar, no subordinarse ante los poderosos. Kirchner, como el resto de los presidentes de América Latina, demuestra que la lógica de los 90 era una falacia. Esta recuperación de la política como capacidad transformadora es lo central. Me parece bien la ley de financiamiento educativo; es una apuesta a largo plazo para jerarquizar el sistema. La política de derechos humanos está orientada no sólo a saldar las deudas del pasado sino a plantearse la problemática en cuanto a igualdad de oportunidades. Hay una apuesta fuerte a apoyar el proceso de sustitución de importaciones y a bajar los índices de desempleo, pobreza e indigencia. Hay asignaturas pendientes y los indicadores actuales de pobreza e indigencia demuestran, como dice Kirchner, que recién estamos saliendo del infierno. Nadie con concepción humanista puede ver como valioso un país con los actuales índices. Hemos avanzado y el próximo período debe profundizarlo y poner el acento en la calidad institucional, problema crónico de la Argentina, que cuando la situación económica está bien, no se plantea. Otra asignatura es la necesidad de recuperar el rol del Estado planificador, tanto a nivel nacional como provincial, instrumento importante de gobierno cuando se tienen recursos.

Mario Cáffaro

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