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"El sabor del mundo"

"Siento, luego existo" sería el nuevo lema para plantear la condición humana no desde un costado netamente espiritual ("Pienso, luego existo") sino corporal. "Entre la carne del hombre y la carne del mundo no existe ninguna ruptura, sino una continuidad sensorial siempre presente", sostiene David Le Breton en "El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos".

Tal antropología de los sentidos se apoyaría, según Le Breton, en la idea de que las percepciones sensoriales no son el resultado de una fisiología, sino sobre todo de una orientación cultural que deja un margen a la sensibilidad individual. "Las percepciones sensoriales forman un prisma de significados sobre el mundo, son modeladas por la educación y se ponen en juego según la historia personal. En una misma comunidad varían de un individuo a otro, pero prácticamente concuerdan sobre lo esencial".>

"Los sentidos son el comienzo y el fin del conocimiento humano", escribía Montaigne siglos atrás. "Al igual que la lengua, el cuerpo es un constante proveedor de significados. Frente a una misma realidad, individuos con cuerpos impregnados por culturas e historias diferentes no experimentan las mismas sensaciones y no descifran los mismos datos; cada uno de ellos es sensible a las informaciones que reconoce y que remiten a su propio sistema de referencia", afirma Le Breton, que en su libro coloca la antropología como sistema para observar un mundo hecho "con la tela de nuestros sentidos, aunque se entrega a través de significados que las percepciones modulan".>

De la luz y las visiones, la percepción de los colores, la noche y la videncia, se pasa a las sonoridades del mundo, al prójimo y su batahola, a las sorderas y a la conjura del silencio. Después: el sentido del tacto y del contacto, los olores de la existencia, y la gustación y degustación del mundo. Publicó Nueva Visión.>