Los cien de Campolitoral

Con esta edición, Campolitoral cumple cien números. Son cien semanas de salida ininterrumpida. Cien encuentros con nuestros lectores de los sábados, después que ustedes y nosotros trabajamos en el campo toda la semana. Son casi dos años, miles de kilómetros recorridos, manos estrechadas, producciones a la vista y el persistente rumor del trabajo de una región pujante que sale a mostrarse sábado a sábado.

En este tiempo, desdoblamos nuestra actividad y tanto asistimos a todos los congresos técnicos importantes para volcar el saber de los especialistas, como a las muestras y exposiciones en que el campo se luce. Y, tan o más importante que esta presencia constante, nos hemos concentrado en reflejar el trabajo de nuestro gringo, de nuestro productor, de nuestros hombres de campo, del tambero o del agricultor, del productor ganadero, del apicultor o el algodonero y fuimos del sector cañero al porcino, del metalmecánico al autopartista. Hemos salido decididamente a mostrar la diversidad de nuestro campo.>

Y en ese objetivo nos reconocemos y nos sentimos orgullosos: hemos puesto la estructura de un diario que va hacia sus noventa años, bien arraigado en la región y en la provincia y respetado a nivel nacional, al servicio de los que hacen todos los días. Hemos ido con nuestras camionetas y nuestros autos campo adentro, hasta lugares remotos, hasta pueblos pequeños, hacia rinconadas y campos sencillos, convencidos de que allí reside buena parte de lo mejor de nuestra provincia: la herencia inmigrante, en acción, haciendo honor a la tradición de trabajo y sacrificio que nuestros abuelos nos legaron.>

Ese es nuestro orgullo: poder mostrar de cerca y en sus lugares de trabajo a los cientos de productores, anónimos la mayoría, que nos hablan de lo que hacen. Y les decimos en la práctica que ese trabajo es importante, que ese trabajo vale, que merece tener micrófonos, grabadores y cámaras delante para que otros vean cómo se hacen las cosas. Nos sentimos útiles recorriendo campos y producciones.>

De igual modo, en estos cien números no nos contentamos con un buen producto de gráfica: hemos avanzado hasta consolidar un multimedios que incluye un premiado programa de televisión con el mismo nombre (y que ahora comienza a replicarse en los cables regionales, como una forma de generar un ida y vuelta necesario); un programa de radio que conjuga actualidad con temas de fondo y un consultado sitio en internet que es un orgullo entre la profusión de propuestas similares. Es decir que en menos de dos años, con el respaldo de El Litoral, su marca, su prestigio, su gente, su manera de hacer las cosas, generamos producciones periodísticas específicas y direccionadas. Salimos a la cancha con todo, sin guardarnos nada: igual que nuestros lectores en sus campos.>

Pero más allá de estas consideraciones, más allá del genuino orgullo que sentimos por hacer más específica una presencia que el diario tiene en la región desde hace noventa años, lo que realmente nos alienta a seguir es el reconocimiento que encontramos en los campos y caminos, en las muestras y los remates, en el más ignoto campo de nuestra región. Reconocernos: una palabra hermosa que nos invita a conocernos de nuevo, a saber en qué anda el otro, qué hace, qué sueña, qué cosas le preocupan. Y nos sentimos reconocidos por el gran productor, por el dueño de una fábrica, pero también por el tambero, el peón, el pequeño productor que siente reflejado su trabajo y su esfuerzo en nuestras páginas.>

Estamos concentrados en no fallar ante la expectativa generada; estamos comprometidos con esta tarea de mostrar el trabajo de la región y sus actores principales; estamos dispuestos a redoblar presencia, a generar nuevas propuestas, a continuar rescatando el trabajo cotidiano (que no sabe de conferencias, ni aparatos, ni operativos, ni oficinas de prensa propias) y ponerlo en valor, colocarlo en perspectiva, situarlo a la altura de otros productos "de consumo", para que los famosos buenos ejemplos que -dicen algunos- faltan en la sociedad, encuentren su espacio y "peleen" con la frivolidad, el desaliento, la falta de compromiso. Venimos a decir que el trabajo -su trabajo- importa, que producir es importante, que el legado de nuestros antepasados no fue olvidado. Lo hicimos cien veces, persistente y porfiandamente, semana tras semana. Y lo seguiremos haciendo porque es la forma que tenemos de integrarnos al esfuerzo superador que es marca de trabajo de nuestra provincia y nuestra región: la marca del campo. Salud, entonces, Campolitoral.>