Mauricio Dayub conmovió con "4 Jinetes Apocalípticos"
Cuidado con el jinete que nos domina
Risa y reflexión dispara la puesta en escena de la obra escrita por José Pablo Feinmann. Foto: FLAVIO RAINA. 

Pestes, muerte, hambre y guerra atraviesan la obra que se presentó en el Centro Cultural Provincial. Cuatro historias contadas con cinismo, una forma de mirarse y contarse.

ANA LAURA FERTONANI

Enviados por Dios, cuatro jinetes cabalgan, uno tras otro, y llevan plagas a toda la humanidad. Peste, Muerte, Hambre y Guerra tienen el mismo tamaño que la existencia humana.

El escenario del Centro Cultural, ahora espejo del mundo, recorta cuatro ficciones reales -tan miserables como humanas- decididas por el dramaturgo y filósofo José Pablo Feinmann, y contadas por la admirable actuación de Mauricio Dayub, en esta puesta que dirige Luis Romero. "4 jinetes apocalípticos" relata con cinismo cuatro historias atravesadas por el elemento que las hace posible, la condición humana.>

Sobre el escenario hay sólo un sillón. Allí aparece un hombre perturbado que se quedó sin trabajo, su mujer se fue a Miami con otro hombre después de 20 años de casados, y su hijo se pegó un tiro con una calibre 38 que compró el mismo padre de familia con el firme propósito de protegerse de la "inseguridad". Dayub pinta un óleo de un "hogar normal" de clase media donde reinan la televisión y la incomunicación, los deseos castrados tapados con muchas compras y horas de trabajo. Y para que la normalidad se extienda, el episodio culmina con un típico final feliz: todo se soluciona, de repente (una más de tantas pestes).>

El pie para el próximo episodio lo da una pantalla gigante que sólo muestra el cielo, las nubes que pasan, como una presencia suprema que todo lo mira y juzga, porque está transcurriendo el tiempo del Juicio Final.>

La muerte -de las ideologías- no se hace esperar, de la mano de un grupo de ex jóvenes idealistas -que tuvieron la suerte de "no ser boleta"-, y que ahora pretenden fundamentar la decidida existencia burguesa con ironías y risotadas sobre ese acné juvenil: la idea de hacer otro mundo para todos. Devenidos en "miserables", acusan de tonto al único presente en la "reunión del reencuentro" que, quizás animado por las copas de vino, trasluce el sostenimiento de los valores que flameaban en la década del '70.>

HAMBRES

Después del cielo, otra vez en pantalla, hace su aparición el hambre de poder, de venganza, de fama y dinero, y despliega un banquete sólo para cuatro hombres, incluido el anfitrión al que llaman "el amo". Cada uno de los invitados fue amante de la mujer del amo y por eso están ahí, para compartir una vez más el banquete, esta vez servido sobre la mesa y presentado primero como cordero de Afganistán. Más tarde el público se enterará de que el cuerpo estaba envenenado y es causa de muerte de tres de los comensales. Se salva el gay que ni bien se enteró de la identidad de la carne vomitó casi todo; igualmente luego de soportar el interrogatorio policial por el portero eléctrico, saltó por una ventana.

Y en el marco de una guerra, tantas guerras... En el cuarto episodio, Dayub se convierte en un businessman que se reconoce opresor convencido de haber dejado de oprimir para dedicarse a hacer dinero con el dinero. Una puesta ingeniosa, que convierte el escenario en una de las Torres Gemelas y el tiempo en el 11 de setiembre de 2001. Sólo importa a este humano hacer millones, al punto de llegar al placer orgásmico cuando un avión se estrella en la torre contigua, donde está su ex socio y competidor. Convencido en ese instante de que Dios y el imperio americano están de su lado, honra el nuevo saber descubierto: la nueva forma de manejar el mercado.>

Un despliegue de histrionismo e ironías para reírse (si no queda otra) de esos seres que habitan el espejo que se nos pone enfrente.>