Editorial
La revolución de Mayo y los desafíos de hoy

Hablar del 25 de mayo de 1810 y pretender identificar esa fecha con acontecimientos contemporáneos es, en el más suave de los casos, un error. Ni los tiempos históricos, ni los problemas que se planteaban en aquellos años tienen algo que ver con los actuales desafíos.

Las láminas escolares suelen ponderar los sentimientos solidarios y altruistas de aquellos hombres, pero no bien se presta atención a las luchas políticas de entonces se podrá advertir que así como afloraban las grandes virtudes también estaban presentes los vicios más execrables.>

¿La revolución de Mayo no deja ninguna enseñanza para los hombres del siglo XXI? Podríamos decir que la principal enseñanza proviene de la misma historia. Se puede datar el nacimiento de la Nación en aquellos años. Y desde el punto de vista político, la fecha simboliza el momento en que formalizamos una decisión que, sin ser independentista, proponía la ruptura con el orden colonial.>

La revolución de Mayo fue factible porque determinadas condiciones internas maduraron en la sociedad colonial, pero sobre todo porque se derrumbó el poder político dominante y ello abrió las puertas a una iniciativa política sin precedentes. Las condiciones internacionales fueron decisivas a la hora de tomar una decisión. Los hombres de Mayo siguieron con atención los acontecimientos mundiales y ajustaron su acción a ellos.>

Pertenece al campo de las trivialidades suponer que los dirigentes de este proceso tenían claro el rumbo de la historia. Por el contrario, hay datos precisos para señalar que lo que predominaba era la perplejidad. En definitiva, colocados ante una situación revolucionaria inédita los hombres debieron actuar con recursos informativos escasos y establecer una singular relación entre la audacia de los impulsos y la prudencia a la hora de innovar. La revolución de Mayo fue producto de esa amalgama política que, sin desconocer la atracción de la utopía, se aferró con rigor a los imperativos del realismo político.>

A diferencia de lo que sucede en el siglo XXI, a principios del siglo XIX el mundo conocido vivía un tiempo revolucionario cuyo faro seguía siendo la Revolución Francesa desde el punto de vista político y la revolución industrial desde una perspectiva económica. El escenario revolucionario no disimulaba las expectativas coloniales y las disputas intercoloniales de las grandes potencias, tema que no era ajeno a los revolucionarios de Mayo, que intentaban aprovechar esas contradicciones y diferencias.>

La historia como maestra de la vida es un postulado que hoy los historiadores relativizan y en algunos casos rechazan. La tentación de recurrir a las glorias del pasado para prestigiar las políticas del presente suele ser muy grande, sobre todo entre políticos que manipulan la historia con el objeto de ganar adhesiones.>

Hechas estas aclaraciones, es necesario admitir que entre el pasado y el presente existen conexiones, relaciones que no son lineales, que suelen ser complejas y que, en general, poco y nada dicen respecto del futuro. A esa tarea la debemos acometer los hombres, con la información siempre incompleta que nos brinda la realidad del mundo.>