Colón puso el "cuchillo entre los dientes" y jugó en Córdoba como si fuese una final...
Astrada ganó usando la "estrategia Simeone"
Metió, corrió y también jugó. Consiguió ganar el partido más importante del campeonato y virtualmente logró mantener la categoría. Obliga a los tres que ascendieron a sacar casi todos los puntos, siempre que los sabaleros no sumen. Y el domingo recibe entonado a Boca.

Enrique Cruz (h) - (Enviado Especial a Córdoba)

Colón ganó el partido que debía ganar. Así de simple y por primera vez en el torneo. Por eso, al triunfo de ayer bajo el frío "polar" cordobés se lo debe tildar como "el más importante del torneo". Porque era un partido de seis puntos, porque una derrota lo complicaba, porque ganando -como lo hizo- consiguió lo que buscaba: la casi segura salvación en esta temporada (obliga a cualquiera de los tres equipos a ganar todos los partidos siempre que Colón no sume un solo punto); y además, como si todo esto fuera poco, el equipo tuvo una actitud elogiable, jugó un partido de dientes apretados, como si se tratara de una verdadera final.

Posiblemente, la pregunta del hincha de Colón sea: "¿por qué esperaron 35 partidos para hacer lo que debían?". Y puede ser. El razonamiento es lógico. Por algo, Colón está donde está y hoy, a tres fechas del cierre de la temporada, todavía le falta sumar un punto para igualar la peor campaña desde que ascendió a Primera División: aquélla de la temporada 97-98, cuando en una parte (la del Apertura 97) jugó la Conmebol y la otra (la del Clausura 98), la Copa Libertadores.>

O sea que, matemáticamente, nada se salva con un triunfo ante Belgrano. Pero es cierto también, que este partido "salva" algo. Y por eso resulta más importante que aquel que se le ganó a Independiente en el arranque del torneo, o el que se obtuvo ante Newell's en el Parque o la victoria de hace algunas semanas en el Centenario ante Gimnasia de Jujuy, en el debut de Astrada. Tiene un significado especial. Y hasta parece más importante en los números, porque los tres puntos que sumó Colón, los que dejó de sumar Belgrano y los que no pudo conseguir Godoy Cruz, hacen que de una fecha a la otra, Colón haya conseguido el aire suficiente -casi decisivo- para mantener la categoría. Algo a lo que se llegó por la impericia y los desaciertos sucesivos desde que se inició la temporada. Pero éste será motivo de otro análisis. Y de la autocrítica y reflexión que debe comenzar desde la propia dirigencia.>

Astrada, primer responsable

Se dice que a los partidos los ganan y pierden los jugadores, cosa que es totalmente cierta. Y esto, de por sí, ubica a los técnicos en un obligado segundo escalón a la hora de méritos y errores. Pero nadie duda de que una decisión -acertada o equivocada- del entrenador, condiciona el desarrollo de un partido. O la labor de un equipo. Y esto fue lo que pasó ayer: Astrada armó el equipo con cuatro cambios y la pegó. Y no fueron cambios intrascendentes, sino de jugadores que conforman la tan mentada columna vertebral: lo puso a Píccoli de "2" (defensor rápido y necesario para el natural desequilibrio de Ríos, el atacante cordobés), metió a "Teté" González y a Falcón por el medio, para ganar la zona de volantes, pero, además, para que el equipo tenga un tránsito más rápido y fluido por ese sector, relegando a un Esmerado que puede ser más apto para la contención pero que no tiene el mismo dominio de pelota ni la aptitud física de "Teté" para ir a buscar el partido en el terreno rival; y le devolvió la titularidad a "Tito" Ramírez, en una evidente intención de poner dos hombres (junto con Sand) que tengan vocación de pisar el área de enfrente a menudo.

Y le salió todo bien a Astrada. Porque la lectura que hizo del partido no sólo fue correcta, sino que, además, los cambios le respondieron. Falcon -quien pasó de volante por izquierda a ser uno de los mediocampistas centrales- fue la figura del equipo y del partido; Píccoli jugó bien (Merlo también); "Tito" Ramírez metió un gol y le bajó la pelota con el pecho a Falcón en el suyo y, por último, "Teté" González le dio al equipo una dinámica y actitud para ir a discutir la posesión de la pelota en el terreno rival, que le permitió a Colón instalarse con sus volantes en el campo de Belgrano.>

Se generó un partido físico, sumamente atractivo y de ida y vuelta. Y aquí viene la otra pregunta: ¿se iba a aguantar semejante ritmo? Porque, convengamos, desde la llegada -ya lejana en el tiempo- de Falcioni, la lupa sobre la producción física del equipo estaba bajo un riguroso análisis, y se despertaban, por ende, las dudas sobre esa tan mentada actitud que el hincha reclama. O sea, aun partiendo de la base del convencimiento que uno tiene de que el jugador entra con la intención de dejar todo en la cancha, cuando las piernas no responden y las cosas no salen con la pelota, se entra en un terreno -el de la impotencia- del que el hincha duda. Por eso se pide tanto el "... hay que poner un poco más de huevo..." desde la tribuna.>

Y hasta en eso, el equipo estuvo a la altura de las circunstancias. Porque Belgrano metió, pero Colón puso más. Arengado desde la misma charla técnica por un Astrada que supo convencer, en lo futbolístico y también en lo espiritual, a su grupo de jugadores para salir a jugar el partido como si se tratase de una verdadera final.>

Máxima vibración

Cuando Gigli -que entró por Matías Donnet en el segundo tiempo- hizo que Ferraro se frotara las manos con los cambios que introdujo en el entretiempo -metió otro punta para acompañar a Ríos y a Mansanelli para jugar a las espaldas de Grisales-, parecía que la estructura se le derrumbaba a Astrada. Sin embargo, el equipo se recompuso. O en todo caso, habrá que decir que ni siquiera sintió el golpe del empate, porque empezó a crecer Barrado por derecha, siguió apretando y recuperando en el medio a través de Falcón y de "Teté", y las complicaciones defensivas se le hicieron evidentes a Belgrano cuando Ramírez y Sand contaron con mayores espacios.

Colón no le temió a nada. Ni a la vibración del partido, reflejado en el ida y vuelta constante, ni tampoco a la generosidad de la entrega y a la seguridad de que todo lo que se estaba haciendo estaba bien, a pesar de que el partido estaba empatado. Y llegó el gol de Ramírez -tremendo planchazo de Montoya en la salida para taparlo- y el último de Sand, que lo buscó toda la tarde-noche, estrellando primero un remate en el travesaño y definiendo luego en un mano a mano que lo mostró implacable ante la red rival (Colón tiene que hacer el esfuerzo por retenerlo, por más que esto tenga su valor económico).>

¿Será un partido para "salvarse"?

Si Colón no suma de acá hasta el final, empezará con 83 la próxima temporada. Y esto significa que arrancará igual que Quilmes en ésta. Aún sumando los 9, llegará a 92, pero se le irá la de 53 y quedará, en ese hipotético caso, con dos de 46. Esos supuestos 92 puntos -reiteramos, siempre que gane los tres partidos que restan-, lo ubicarán 7 puntos por debajo de los 99 con los cuales arrancó en esta temporada. Y los siempre hipotéticos 46 puntos de ahora, se igualarían a los 46 de la temporada anterior, cuando el equipo perdió la seguidilla de siete partidos consecutivos en el cierre de la temporada pasada.

¿Por qué tantos números?, se dirá. Porque es el fiel reflejo para que la gente entienda que aún sumando los 9 puntos que le faltan jugar en esta temporada, la sumatoria será exigua y hasta lo dejará en una situación preocupante, que se agrandará en el caso de que ese porcentaje absoluto vaya disminuyendo si no es posible ganar los tres partidos.>

Hecha la salvedad, así como el de ayer fue un partido revitalizante; el del domingo, también lo será. Colón no salvará el año si le gana a Boca, porque la preocupación matemática pensando en la temporada que viene continuará vigente y porque la sensación de números flojos de ésta resulta, a esta altura de las circunstancias, una marca sellada. Pero si Colón le gana a Boca, la gente, al menos, disfrutará de algo bueno y grande, lo cual no es poco. Máxime para este plantel que sostiene aún los números en rojo y debe hacerse cargo de la situación grave, en lo deportivo, por la cual atraviesa la institución para garantizar su permanencia en la máxima categoría.>

Ganarle a Boca dejaría de ser un objetivo, diríamos, natural, y pasaría a ser una responsabilidad en forma de gran compromiso. Así debería tomarse. Y para ello, los jugadores de Colón tendrían que tomar este partido con Belgrano como referencia. No tanto para lamentarse por no haber jugado de la misma manera en los otros 34 partidos, sino para tenerlo como reflejo y modelo a imitar.>