Cartas a la dirección

Un recuerdo para Favaloro

Señores directores: La noticia de su deceso se escuchó en todo el ámbito del país y arrancó una y mil lágrimas a quienes lo conocíamos y de todas las almas sensibles que sabíamos de sus milagros científicos y de su hombría de bien.

Nunca pensé que yo sería, años después, una paciente de él en manos de uno de sus alumnos destacados. Mis días terminarán, seguramente, por un "antojo" de mi corazón, a pesar de mi voluntad por vivir muchos años más. íHay tanto por hacer aún! Especialmente para ese sector de la sociedad de la tercera o cuarta edad. No sólo seguiremos brindándoles el "bolsón" de alimentos y otras atenciones; se hace necesario atender sus necesidades personales, su "tranquilidad" y "seguridad" de vida, que hoy vemos en crisis total. Es necesario que se hagan realidad los resultados de congresos y talleres que se llevan a cabo en todos los ámbitos del país.>

El Dr. Favaloro entregó su vida en forma voluntaria y bien sabemos de las dificultades económicas en su "taller de trabajo".>

Hubo oídos sordos a sus reclamos por parte de autoridades y del público en general. No respondimos a sus reclamos y hoy lloramos su ausencia física, por suerte siguen su camino sus colaboradores, alumnos y amigos.>

Yo soy una de sus pacientes en manos de un equipo de sus alumnos y debo mi bienestar físico y anímico a su experiencia y calidad humana, perfectamente heredados.>

Sus seguidores en esta especialidad de la medicina siguen preocupándose por continuar su obra. Aunque René Favaloro ya no está físicamente, ísí estará en el corazón de todos! Que descanse en paz.>

Solange Rossi>

L.C. 1.117.917.>

Maltrato cotidiano

Señores directores: Como todos los días, al tomar un ómnibus, ir a una oficina pública, tratar de transitar libremente, etcétera, el miércoles 18 arrastré mis huesos por la General Paz para tratar de cobrar mensualmente mi magra jubilación y a la vez pagar servicios e impuestos, pero me encontré con las nada novedosas aventuras de la falta de cordialidad y mínimo trato humanitario.

Ocurrió que el cajero automático no funcionaba; consulté a un empleado, aparentemente jerárquico, que me indicó las cajas principales, pero como un letrero informaba que en la caja 2 no se cobraban impuestos, fui a las cajas del "fondo" del salón, pedí permiso y disculpas a un cajero y pregunté si me podía indicar, mostrando la liquidación de Anses y Cédula Policía Federal, si podía hacerlo allí, asintiendo y diciendo que me colocase en el "corralito" es decir en la cola de unas quince personas. Estoy cerca de los ochenta y aunque no soy discapacitado tengo dificultades para caminar y estar largo tiempo en pie, por lo cual me ayudo con bastón. Luego de un buen rato accedí al mostrador, donde una cajera rechazó mi Cédula Federal (en este sector de la ciudad cordial no tiene valor), también lo hizo con la credencial de jubilado otorgada por el gobierno de la ciudad y expresó que debía presentar Libreta de Enrolamiento, que fuese a Caja 2 que ahí me iban a pagar. Pregunto, ¿por una diferencia de ocho o diez metros, mis documentos rechazados ¿adquieren valor?>

Gracias señorita cajera, gracias servicial empresa, gracias Señor si me das la solución para no pisar nunca más ese banco.>

Juan B. Colautti>

LE 6.200.606.>