Al margen de la crónica
Pueblo chico, infierno grande

En estos días, la mayoría de los medios periodísticos de la provincia se hace eco de las diferencias entre la población civil de Zenón Pereyra y el cuestionamiento a su presidente comunal, Carlos Agosti. Historias de pago chico que con mayor o menor grado se suceden a lo largo y a lo ancho del país. Algunos analistas marcan los vicios que genera la posibilidad de reelección indefinida que tienen intendentes y jefes comunales que los hace creer impunes.

De las denuncias que realiza la oposición sobre Zenón Pereyra es interesante detenerse en dos hechos que -indudablemente- repercuten en toda la provincia y no ayudan a la convivencia. >

Uno es la entrega del carné de conducir, un tema que, debido a la falta de uniformidad de criterios en cuanto a la rigidez o facilitación, lleva a vecinos a mudar el domicilio de una a otra localidad. Un presidente comunal flexible en la entrega de esa documentación va a tener muchos interesados que no les importa tener que ir a votar a esa localidad con tal de tener el requisito indispensable. Esa flexibilidad muchas veces carece de principios elementales de control de calidad y íni qué hablar! de examen sobre manejo y de conocimiento sobre reglas de tránsito. Tal vez ésta sea el primera entre las causales de los accidentes de tránsito que nos ubican en los primeros lugares del escalón en el país.>

Otra de las denuncias tiene que ver con la entrega de viviendas a ciudadanos que no viven en la localidad y figuran en el padrón y una vez entregada la ponen en alquiler violando las disposiciones sobre dichas construcciones sociales.>

Pequeños ejemplos de mala calidad institucional que se repiten en muchas localidades de la provincia y el país. Se impone la mirada local para empezar a cambiar y, haciendo fuerza desde abajo, presionar hacia arriba para mejorar índices de transparencia y de calidad que tanta faltan hacen en la Argentina.>