RICARDO MOLLO
Vivencias, sin traducciones ni subtítulos
Consejo. "Creo que el único método es agarrar el instrumento y hacerte amigo, que sea tu compañero". Foto: Mercedes Pardo

El guitarrista y cantante de Divididos visitó nuestra ciudad el jueves pasado, en adhesión a la Campaña del Juguete de LT9. Sin frenos ni tapujos, habló de su niñez, de Luca Prodan y el reencuentro de Sumo.

"¿A qué carajo venís a Santa Fe?". La pregunta, casi abucheada, provocó una respuesta más que sencilla: "Recibí un llamado, me preguntaron si podía colaborar con esta campaña -la del Juguete- y dije sí. Por qué no, y acá estoy". Sobre sus rulos, el nombre y la mítica historia que lo recubre, la simpleza, la sinceridad. Ése fue el lugar desde el cual Ricardo Mollo respondió todas las preguntas de los santafesinos, jóvenes guitarristas, cholulos y otros hombres de cincuenta que, como él, vivieron en carne propia la historia del rock nacional.

La cita fue el jueves en la sala Garay, en adhesión a la Campaña del Juguete de LT9 que logró reunir unos mil doscientos con la convocatoria. A la hora señalada, el escenario con instrumentos quedó tan vacío como hasta entonces: Mollo se sentó sobre el respaldo de una silla, debajo del escenario, para mirar a la misma altura a los ojos chispeantes que le pidieron autógrafos y abrazos. Sus fans, los entrevistadores más calificados, le preguntaron con respeto cuestiones de cuerdas, de Sumo, de su vida y la del rock. Cada respuesta revivió ilusiones, el recuerdo de aquellos tiempos en Pergamino, de su padre, de cuando tocaba a escondidas, el espíritu de Luca y el reencuentro de Sumo sin Prodan.>

Transitar la vida con un sueño

Ricardo había anticipado a la emisora local que, antes que hacer una clínica de guitarra, prefería hablar con los grupos santafesinos; "saber sus inquietudes, evacuar sus dudas".

Así, habló de pedales, de wawas y violas y, a la hora de aconsejar métodos, contó el suyo: "Aprendí a tocar la guitarra con los discos, no fui a un profesor. Tenía un `Winko' y discos de guitarristas, de grupos que tenían solos. Lo primero que aprendí fue a puntear, antes que los acordes, porque era lo que más fácil me resultaba. Omar -su hermano, siete años mayor- me ponía los dedos en el puente, los acomodaba en acordes, y me decía: `Vos quedate ahí'. Era lo más aburrido del mundo... casi odio la guitarra por eso. Pero, después, traté de sacar cosas, melodías sobre todo. Creo que el único método es agarrar el instrumento y hacerte amigo, que sea tu compañero".>

-¿Es duro llegar a la fama o sucedió sin que te dieras cuenta?-Si te hacés músico pensando en la fama se te va a hacer muy duro -respondió con ojos duros, pero amables-. Yo terminé haciendo esto por amor a la música. Lo único que quería era tener mis ratos para mí... la música es un refugio. De alguna manera, lo que me salva la vida. A los nueve años, en casa de mis primos, en Temperley, me anoté en un concurso de canto. Me gané una copita y, al verla, lo único que pensé fue `ahora tengo que aprender a tocar la guitarra'. No me quedé clavado en el trofeo, fui más allá, y lo único que quería era tocar la guitarra. Si hubiese sabido lo que iba a pasar después creo que no lo habría hecho. Tener real noción de lo que cuesta transitar la vida con un sueño me hubiese asustado. Es muy duro el camino hasta ese lugar si sólo ves el final de la cosa. Ahora, si no ves nada, lo único que hacés es disfrutar con tus amigos de tocar la guitarra, juntarte, ver una banda e ir a la sala de ensayos porque te inspira ver a un tipo hacer tal cosa con la guitarra.

La historia

El diálogo entre Ricardo y los suyos se esfumó en dos horas colmadas de anécdotas. Las más solicitadas fueron de hace tiempo, de sus años como parte de Sumo, de Luca Prodan y su extraña y clara visión respecto de nuestro país.

Ante la pregunta, que buscó disipar teorías y leyendas mal formadas, Mollo relató el nacimiento de "Mañana en el Abasto": "Un tema instrumental que hicimos todos los Sumo menos Luca, y que quedó como una canción de lo que hoy sería ambient, como si la hubiese hecho Brain Eno. Trabajábamos con un portaestudio de ocho canales. Cada canal tenía el nombre de uno de nosotros. Entonces, uno llegaba y veía qué había hecho Superman con Diego, te encontrabas con una base y le agregabas lo que se te ocurría. Así fue como grabamos `Mañana en el Abasto'... hasta que un día llegó Luca y grabó sobre eso. Cuando lo escuchamos, nos miramos y dijimos `arruinó el tema ¿por qué cantó esto'? Con el tiempo nos amigamos con la letra". Tiempo después, Ricardo hizo que Spinetta escuchara el tema y quedó fascinado. "Él fue el primero que entendió de qué se trataba... es impresionante cómo tiene que venir alguien de afuera para que veamos algo, y si Luca hoy viera lo que pasó con el Abasto, se retorcería en la tumba".>

Vivir en el filo del vértigo

Mollo lo hizo presente en palabras, y el ausente cantante de Sumo se convirtió en el eje de la reunión. "Al morir Luca, Diego y yo quedamos como parias, como perdidos -dijo minutos más tarde en otra charla, otra respuesta-. Nos encontrábamos en el humor, en registrar en un grabador el relato de dos pibes que habían quedado huérfanos. Eran Los Canillitas, que se convirtieron en los que después cantaron `Tajo C'. Aparecieron un montón de personajes que son producto de la imaginación, como Chichilo Wilson, y que son los que llevan en el corazón eso que tanto les hace bien... que son muchos de ustedes, seguramente".

Entre otras anécdotas, alguien se animó y pidió la más importante, la de Luca: "No sé qué contar, porque las vivencias son sin subtítulos, como lenguaje de algo que me ayudó a buscar el porqué de la música en sentido filosófico y no musical. La frase de Luca era `hagamos cualquier cosa', que parece caótica pero que en realidad es como la música. Decía: `-Hagamos cualquier cosa. ¿Qué hay?'. `-Hay esto'. `-Y bueno, dale'. Lo mejor es vivir en el filo de ese vértigo. No es gracioso ni nada, pero es lo que quedó porque tiene una carga de enseñanza muy fuerte".>

Veinte años

A veinte años de la trágica disolución del grupo, el 12 de abril de este año Sumo se reencontró y volvió a tocar en vivo. Para Mollo, esos minutos históricos "fue lo mismo pero con la ausencia. Era la primera vez en 20 años que estábamos todos juntos arriba del escenario. Fue algo muy fuerte, porque además no fue preparado. Diego se enteró una hora antes de que pasara esto, porque nunca le dije que Superman iba a estar ahí; y a Pettinatto lo trajo un chico que a veces trabaja con nosotros, para que estuviese ahí nomás. Salió, y en un momento nos preguntamos `qué tocamos'. fue un poco la magia de ese momento, sin Luca. Realmente, parecía que no había pasado el tiempo".

Dos horas de charla, recuerdos y preguntas. El reloj continuó su paso y, en una especie de conjuro maldito, produjo un momento único imposible de traducir en palabras que fueron, para los presentes, tan valiosas como la experiencia de Mollo, tan únicas como el momento vivido o, como diría el propio Ricardo, una nueva "vivencia sin subtítulos".>

Homenaje

En honor al músico, los pequeños Mauro Fruttero, Nicolás Galucio, Julián Corbo y Patricio Cullen, integrantes del Taller Lennon de Santo Tomé, tocaron en vivo un tema de Divididos.

Florencia Arri