Disertación del presidente de Cáritas nacional
Exclusión e inclusión con la bisagra de la solidaridad
Mons. Fernando Bargalló describió a la pobreza y a la indigencia como el hechos dramáticos de quedar afuera, de ser considerados "sobrantes". Causas y efectos de este fenómeno social y la responsabilidad social de revertirlo.

"Toda persona tiene derecho a vivir dignamente, es decir a contar con un sustento que le permita que su vida florezca; de gozar de estima y de libertad. Esto nos interpela personal y grupalmente porque todos estamos vinculados intrínsecamente unos con otros", señaló Mons. Fernando Bargalló, obispo de Merlo-Moreno y presidente de Cáritas nacional.

El prelado disertó en el marco de unas jornadas organizadas por la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Santa Fe sobre el tema: "Bases para la identificación de una nueva Santa Fe. Solidaridad y exclusión".>

Fue presentado por el arzobispo, Mons. José María Arancedo, quien en esa ocasión indicó que no había que temer hablar de exclusión y "de la meta que es la inclusión, teniendo como bisagra a la solidaridad, que ha de llegar a ser estructura de justicia. La solidaridad tiene que orientar las estructuras en las que vivimos. Nos falta una sociedad solidaria", insistió. >

Índices que no describen un drama

En tanto, Mons. Bargalló comenzó su exposición aludiendo a los titulares de distintos diarios que referían al descenso de la pobreza y de la indigencia en el país -todavía en el país hay 9 millones de pobres y 3.300.000 de indigentes-, expresiones que tienen más que ver con una metodología estadística para medir ingresos y consumos y no con la realidad porque, recordó, "es muy difícil salir de estas situaciones".

Explicó cómo se determinaba el número de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas; cómo se componía la canasta básica alimentaria y cómo la canasta básica total -que incluye los servicios-, guarismos que determinan cuándo una persona es considerada pobre y cuándo indigente. "Hasta el 4 de abril una familia para cubrir la canasta básica de alimentos necesitaba $408, en tanto a esa misma fecha, con los servicios esenciales, una familia necesitaba $915", pero el prelado reiteró que la pobreza "aparte de esta medición requiere una lectura más compleja" y pasó a describir el drama de estas familias "hoy llamados excluidos y que sin desmerecer las mediciones, nos permite comprender que la pobreza no sólo pasa por el ingreso. Si nos arrimamos desde la perspectiva de la exclusión, nos acercamos a ese drama de la pobreza que es más hondo".>

"¿Qué es exclusión?", se preguntó. "Son los que quedan afuera. Son personas, grupos, territorios que quedan afuera de un sistema social, de un espacio políticos y económico, de participar de oportunidades de crecimiento. Exclusión como el hecho dramático de quedar afuera, de ser considerados sobrantes, de prácticamente `no ser' ", explicó didácticamente.>

Luego aseveró que si a la pobreza la miramos sólo desde un punto de vista económico, "no vamos a comprender el drama de estar afuera. Sólo el que ha tenido en algún momento de su vida algún grado de exclusión puede tener la compresión y la empatía hacia quienes se encuentran en esa situación".>

Factores

Para referirse a cómo se genera la exclusión, se refirió a factores subjetivos, sociales y estructurales, siendo estos últimos los más importantes. Describió a los factores subjetivos como la ausencia de cariño, de expectativas, "es la situación de aquél que buscó trabajo y nunca lo encontró. Situaciones como ésas debilitan la autoestima, y la vida para estas personas termina perdiendo sentido", explicó el prelado.

En cuanto a los factores sociales, los centró en la disgregación o la ruptura del tejido social y aquí interrogó a los presentes respecto de qué valores predominaban en la manera de hacer las cosas. "Nadie quiere la exclusión -dijo-, sin embargo está allí como una realidad con la que convivimos, que tiene que ver también con nuestros actos, con nuestra manera de ver las cosas".>

Atomismo social

Mons. Bargalló se refirió en este punto a la atomización social, al creciente individualismo y a la pérdida del sentido comunitario de nuestra convivencia. "Hemos delegado en los políticos aquello que nos compete a todos", aseveró, y dijo que ello nacía de la teoría sostenida por algunos, de que el individuo se puede realizar sin necesidad de los otros e incluso, poniendo a los demás en función de uno mismo. "Esto surge de una concepción liberal de la persona y en este contexto, se pierde la solidaridad, la cercanía: es decir, la familia, el barrio y se resquebraja la cultura popular".

En cuanto a los factores estructurales, indicó que las estructuras del poder económico-financiero van configurando "un escenario excluyente" y citó el caso de niños y jóvenes que, por ejemplo, nunca vieron a su padre trabajar. Se refirió, asimismo, como otras causas al desequilibrio y la inequidad en la distribución de la riqueza y recordó que estamos viviendo tiempos globales tanto en lo económico como en lo espacial.>

Puso de relieve la relación entre globalización y el neoliberalismo que se entiende al mercado como el centro y esto -dijo- provoca desempleo estructural y exclusión del sistema. "Nos encontramos frente a una globalización de la exclusión".>

Frente a este panorama citó los documentos de la Iglesia y de las Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI en los cuales se recomienda "no mirar al pobre como quien no tiene ingresos sino como quien se sabe afuera y no puede responder a sus propias capacidades".>

Globalizar la solidaridad

Al abordar esta parte de su conferencia, el presidente de Cáritas recomendó textos en los que se marca que "la exclusión no se combate sólo con crecimiento económico". El desarrollo verdadero - señaló- no tiene que ver con el Producto Bruto Interno sino como la calidad de vida de las personas" y dijo que si bien se hablaba mucho de solidaridad, podía convertirse en una cuestión ambigua cuando se trataba sólo de de paliar las consecuencias del neoliberalismo y no se trabaja sobre las causa que él provoca.

Indicó que no todo estaba perdido porque se encontraba gente solidaria: "Una solidaridad de base que tiene que ver más con la realidad que se ha vivido; que tiene que ver con la realidad que se conoce y se toca". Pero, consideró que todavía existía "mucha insolidaridad entre los Estados, entre los países del norte y del sur", y dentro del nuestro.

"No cabe duda de que debe haber más solidaridad" y dijo que ésta se arraiga en la vinculación que debe darse entre los seres humanos. "Todos necesitamos de los demás. Sin los otros, no tenemos lenguaje, afectos; solos no podemos", sentenció.

"No hay posibilidades de construir nuestro yo sino es a partir del `tú' de los demás. No podemos desarrollarnos sin la vinculación de unos y otros. La solidaridad se arraiga en nuestra naturaleza humana. No se puede construir sin un yo solidario y sin el `tú' de los excluidos", enfatizó Mons. Bargalló, quien a continuación aclaró que la solidaridad no es sólo un sentimiento.

`La solidaridad es un principio antropológico y ético que habla de esas obligaciones recíprocas. Hay una virtud moral porque se trata de la determinación firme de comprometerse por el bien común. Luego la valoró como una categoría teológica; "es imitación del Maestro, es ser para los demás y asumir la realidad de los otros en mi propio compromiso".

Finalizó indicando que toda persona tiene el derecho de vivir dignamente contando para ello con el sustento para su vida y para que ésta florezca; de estima y de libertad. "Esto nos interpela personal y grupalmente porque las personas estamos vinculadas intrínsecamente unas con otras", concluyó

Teresa Pandolfo