Susana Samhan (EFE)
Es que la capital egipcia es algo más que monumentos y bazares exóticos para los árabes procedentes de países conservadores como Arabia Saudí y Kuwait, que en los veranos se permiten en El Cairo ciertas licencias vedadas en sus países.
Ése es el caso de joven saudí Raed Naser, de 28 años, que suele venir a El Cairo una semana cada dos meses porque "en Egipto hay más libertad que en Arabia Saudí".>
Ni las pirámides ni el museo de antigüedades: a él lo que le gusta es la parte oscura de El Cairo, confiesa Naser, sentado en el vestíbulo del hotel Flamenco, en un barrio acomodado.>
"Voy todas las noches al club nocturno del hotel Marriott con amigos egipcios y saudíes", comenta Naser, que dice ser "empresario", aunque más tarde un empleado del hotel Flamenco revela que, en realidad, es funcionario del Ministerio de Interior saudí.>
Como si de una de las fortalezas de Sodoma y Gomorra se tratara, el hotel Marriott se alza frente al Nilo, convirtiéndose en el centro neurálgico de los devaneos veraniegos de muchos turistas árabes.>
Al contrario que los occidentales, los árabes huyen del calor, atrincherados durante el día en sus habitaciones con el aire acondicionado a fondo. Salen cuando empieza a anochecer.>
"Venimos a Egipto porque estamos más a gusto que en otros países y porque, desde el punto de vista religioso, su gente es más cercana a nosotros", dice el empresario kuwaití Aied Alazmy, quien no invierte su tiempo precisamente en la visita a mezquitas.
Alazmy, que ha optado por viajar a El Cairo con un amigo, dejando a su mujer e hijos en su país, dice que lo que más le gusta son los casinos que, según afirma, no existen en Kuwait, e ir de compras.>
"Me estoy gastando mucho dinero porque aquí todo es más barato y puedo comprar más cosas", asegura.>
En cuanto a los clubes, ni pisarlos, "porque ya estoy un poco mayor", dice el empresario tras confesar, coqueto, que tiene 40 años.>
El tiempo pasa rápido y pronto llega la hora de la "caza" vespertina. La terraza del Marriot se abarrota de turistas árabes y occidentales; éstos últimos, ajenos al juego de sutilezas que se despliega a su alrededor.
Jóvenes provocativas con ropas ajustadas y con varias capas de maquillaje, poco habituales en las calles cairotas donde el hiyab (velo islámico) es el último grito, toman asiento en mesas próximas a señores saudíes que, solos o acompañados, lanzan miradas furtivas: la tensión sexual se palpa en el ambiente.>
Lo que pueda o no pasar queda en la imaginación del avezado espectador de la escena...>
Contra lo que pueda parecer, los turistas lo tendrán complicado para dar rienda suelta a sus pasiones en los hoteles del pacato El Cairo, y surge así la imprescindible figura de los "simsar", la versión egipcia de los agentes inmobiliarios, que hacen su agosto en verano a costa de alquilar apartamentos a los visitantes árabes.>
Y tras la tarde, llega la movida nocturna; la acción se traslada a los cabarés donde todavía se practica la danza del vientre.>
Allí, los saudíes y kuwaitíes son los clientes más deseados, ya que mantienen viva la costumbre de "regar" con billetes a las bailarinas más talentosas, y a veces, también a los músicos.>
Por ello, es frecuente ver a todo el personal del espectáculo deshaciéndose en zalamerías, halagos y servilismo hacia unos clientes que pueden dejar en una noche los ingresos del cabaré de todo un mes.>
"Cuando llegan, lo primero que preguntan es dónde están los restaurantes; segundo, el club nocturno y, por último, las tiendas", confirma Tarek Jalifa, director de ventas del Hotel Flamenco, que tras 18 años de experiencia es todo un experto en turistas árabes.>
Y ya para soltarse la melena no faltan las bebidas alcohólicas porque "los hombres árabes prefieren emborracharse aquí, donde lo tienen más fácil", añade Jalifa.>
Más sencillo lo tenían en Beirut y en las capitales europeas, pero la situación actual en el Líbano y las restricciones de visado en los países occidentales tras el 11-S han convertido a El Cairo en el destino número uno para los árabes.>
Agosto ha llegado a su fin y pronto los turistas del Golfo regresarán a sus países, a esperar de nuevo a que llegue otro verano para volver a El Cairo y disfrutar de los placeres del paraíso terrenal.>