Alberto Valdez falleció hace 7 años según los registros
El hombre que murió para el Estado y vive para contarlo
Lo tratan como a un muerto: no puede votar, no puede aportar, no puede cobrar. No existe. Alberto Valdez murió hace 7 años para los registros oficiales. Desde entonces, se empeña en demostrar lo contrario.

Sol Lauría

"Estoy vivo" -repite una y otra vez. El hombre golpea las puertas de un Estado que ve avanzar como plomo derretido y se torna insoportablemente omnipresente y porfiado ante el reclamo. "Estoy vivo", dice con la obviedad de su voz como toda prueba. "Estoy vivo, ¿cómo me pueden decir que fallecí si estoy acá?, ¿no me ve?".

Alberto Valdez se empeña en solventar lo irrebatible: respira, come, camina, siente, toca, huele, ve... Sufre. Sobre todo esto desde que se enteró que está muerto desde hace 7 años. "Fuiste", le dijeron en el Anses cuando fue a preguntar qué pasaba que su patrón no le podía pagar el salario ya que no estaba registrado. No aparecía en ninguna de las bases que el Estado dispone para hacer existir a las personas. No existía. No existe.>

Según los papeles, murió a los 45 años en la ciudad de Merlo, provincia de Buenos Aires, por "asfixia y quemaduras". Hoy cuenta 52 y confiesa que jamás visitó la localidad bonaerense y siempre zafó de los incendios. ¿Cómo hacerle entender esto a los empleados y jefes de la Administración Nacional de la Seguridad Social, el Registro Civil de las Personas y el Tribunal Electoral de la Provincia?>

La primera posta del hombre que no salía de su asombro fue en San Martín y Tucumán de la ciudad de Santa Fe. En febrero, trabajaba en una empresa de construcciones sin poder cobrar tres meses de sueldo. Le plantea su problema al empleador que inmediatamente ingresa sus datos en la computadora que tenía frente a él y le dice: "Sr. Valdez, Ud. ha fallecido". La noticia lo tomó por sorpresa y le provocó la reacción de llevarse sus manos a su cabeza-corazón-nariz, y no. "Todo está bien" -pensó. Ahí, reconoce hoy, empezó su drama "como persona fallecida".>

Sin solución

Primero fue a golpear las puertas del Registro Civil, que le dicen que se acerque hasta Urquiza y Suipacha y hable con la gente del Colegio Electoral. Allí se lo corroboran: "Sr. Valdez, Ud. está muerto". Y de nuevo la sorpresa, y de nuevo al Registro Civil: "El jefe insistía con que el problema era de Buenos Aires, que ellos acá no podían hacer nada".

Entonces, convencido de que tenía razón en esto de que no estaba muerto, se subió a un colectivo con unos pesos que pudo recolectar y se fue a La Plata, precisamente calle 160, a buscar el papel que le corroborara que estaba fallecido: "Llegué y le expliqué que iba por un caso especial. Entonces ellos me atendieron y me dieron el acta de defunción, pero me dijeron que no me podían resolver el problema".>

Allí, Alberto llevó lo que había de vida, con el certificado de las huellas decadactilares que se había hecho en la Policía de la Provincia, y de muerte en él, con el acta de defunción, a la sede del Registro Civil en Capital Federal: "Me tuvieron ahí desde las 11 hasta las 4 de la tarde para darme un papel que certifica que presuntamente sigo vivo".>

Aliviado con el impreso del registro Nacional de las Personas en sus manos, volvió a sus pagos con la certificación de una autoridad nacional de que "el ciudadano Valdez, Antonio Alberto se encuentra registrado bajo el número de identificación (...) nacido el 5/6/55 en Paraná, provincia de Entre Ríos, República Argentina (...). Cabe destacar que se ha recepcionado la toma de una individual decadactilar del causante a los fines de ser cotejada dactiloscópicamente con la documentación obrante de este organismo. Cotejo del cual surge la existencia de identidad de persona".>

El 10 de julio pasado, Alberto volvía a Santa Fe con la llave que le permitiría cobrar los tres sueldos adeudados, que lo llevaría a votar en el día de hoy, que lo haría "existir" para esa maquinaria omnipresente y porfiada que le había negado ser.>

Vuelta atrás

-Bueno Alberto, entonces ¿recobró la vida?

-No. Cuando vuelvo acá a Santa Fe resulta que yo sigo fallecido, sigo muerto. Para todo lo que haiga en la ley estoy muerto. Tengo todo yo: documento, las huellas... Anduve por todos lados, viajé a La Plata a buscar el acta, a Capital, llevé copias de que estoy vivo y sin embargo no puedo cobrar el sueldo, no puedo hacer trámites, no puedo votar, no puedo entrar o salir del país.... Nada, nada, nada. A mí, esto me trae 10.000 problemas. Viajé por todos lados, fui a todas las oficinas y en el Registro Civil siempre me repiten lo mismo: "Esto no tiene nada que ver con nosotros, vaya al Anses". Voy al Anses y la gente me dice: "No, nosotros no tenemos nada que ver, al Registro Civil"... Siempre así, eternamente así.>

Hoy, el gran hermano no televisivo pero sí televisado no lo mira ni escucha. Alberto pone en la mesa los papeles de la ironía, el que certifica su vida y el corrobora su muerte. En el medio el hombre que habla, escucha y grita "A mí me tratan como a un muerto pero yo estoy vivo".>