¿Te gustan las manzanitas?

Tiempo traicionero, mal bicho. Hace unas semanas convivíamos con temperaturas que rondaban los cinco grados centígrados, frío, mucho frío. El clima se prestaba y qué mejor para calmarlo que ingerir muchas calorías todas juntas. Unas buenas pastas, asados, suculentos guisos, facturas, bizcochos, tortas, postres y todas las recetas posibles que signifiquen cantidad importante de carbohidratos, proteínas y grasas. Si la excusa es una peña con amigos, rayaría la perfección.

Pero, para el que todavía no se enteró, es bueno que vaya sabiendo que después del frío, viene el calor. La primavera se hizo anunciar hace unos días con unos 30 grados y mucho sol, antes que Santa Rosa llegara para devolvernos lo que quedaba de invierno.

Fue ahí cuando los santafesinos debimos enfrentar tal vez unos de los momentos cruciales del año: sacarse algo de ropa, ponerse mangas cortas, descubrir todo lo que creció debajo del abrigo y después de tanta ingesta desmedida.

¿Qué hacer ante tamaña situación? ¿qué ponerse si no le entran ni las ojotas?

Tranquilo, no se alarme, sepa que no es bueno desesperar, pero es necesario, apremia encontrar una solución.

Por qué no empezar por volver realidad esas caminatas por la Costanera que tantas veces prometió hacer pero que nunca logró juntar el suficiente impulso como para largar el control remoto y ponerse las zapatillas.

Por qué no abandonar, aunque cueste, el pan con chicharrón e hincarle el diente a una jugosa manzana. Sería bueno recordar que son esas frutas rojas, redonditas, no muy grandes y que generalmente vienen de Río Negro en un cajón.

Por qué no cambiar el tinto por agüita fresca y cristalina. El gimnasio también puede ser una alternativa potable, pero tampoco es cuestión de exagerar.

En fin, aún estamos a tres meses del verano, lo que puede verse como un tiempo prudente como para revertir la panza y los flotadores. Es fundamental acompañar su nuevo plan de alimentación con la actitud: usted está a dieta, repítalo a diario.

Atrás quedó y como un recuerdo feliz el momento en que se devoró ese flan casero con dulce de leche y lo bajó con un buen Cabernet.