Con el impulso de los biocombustibles
La colza se asoma en Las Colonias
Alrededor del lote de 10 hectáreas, Sebastián tiene ubicados tres colmenares, a razón de 8 a 10 colmenas por cada hectárea de colza.. 

En Humboldt, Dante Kšnig apunta al doble propósito: aceite para biodiesel y polen para las abejas en el invierno. Mientras, los técnicos trabajan en el lote para develar los secretos de un cultivo casi desconocido en el país.

Un nuevo color resplandece en el invierno. A los tradicionales verdes de avenas o trigos ahora se suma el fulgor amarillo de la colza, que comienza a teñir tímidamente los primeros potreros en el centro santafesino.

Con los biocombustibles como principal incentivo, pero también por su utilidad para la apicultura, esta oleaginosa comenzó a ensayarse la campaña anterior en los alrededores de Humboldt. Dante Kšnig, agricultor y apicultor con 39 años de experiencia, fue uno de los primeros que se le animó a la también llamada canola.

Aquella vez la experiencia sirvió, ante todo, para iniciarse en el conocimiento del cultivo y su manejo. Cuestiones como fecha de siembra y profundidad de implantación, ciclo de madurez o método de cosecha, fueron algunas variables sobre las que empezó a aprender a fuerza de prueba y error.

Este año, el lote de Kšnig es también banco de prueba para los técnicos que buscan "descubrir" los secretos del cultivo, prácticamente desconocido en términos agronómicos en el país.

Esta inexperiencia y otros aspectos, como el escaso desarrollo de la demanda o la complicación de la trilla, por el momento pueden jugarle en contra a la colza. Pero son varios los beneficios que promete: para los apicultores, una entrada de polen invernal de gran valor para fortalecer colmenas antes de la primavera; y para los agricultores, una alternativa al trigo que supera los u$s 300/tn y desocupa el lote en octubre, con tiempo suficiente de hacer una soja temprana.

Repartir el riesgo

Tres factores impulsaron a Kšnig a decidirse por la colza: la diversificación del riesgo agrícola, el aprovechamiento del polen para sus colmenas y la "visión" de generar su propio combustible, en tanto miembro de Agricultores Federados Argentinos, que cuenta con una planta de molienda en Salto Grande, provincia de Buenos Aires.

Entre los tropiezos del arranque, el chacarero (como le gusta definirse) mencionó las dificultades que plantea el tamaño de la semilla, similar al de la alfalfa. "Es un grano muy chiquitito que no se puede sembrar a mucha profundidad porque no sale a la superficie; e implantarlo muy arriba en siembra directa también es complicado, hay que hacerlo con una sembradora pesada para que produzca el corte superficial del rastrojo", apuntó.

Aunque por el momento se trata de una iniciativa experimental, "la idea es continuar", dice Kšnig.

Invernada de abejas

La faz apícola del planteo está en manos de un hijo de Dante, Sebastián Kšnig, que se entusiasma porque "el aporte de polen del cultivo es excelente, tanto en calidad como en cantidad". Aunque esta precocidad de la floración no aporta néctar (están pensando en encontrar una variedad más tardía, o retrasar la siembra, con este fin), sirve para elevar la población de abejas hasta un punto óptimo y así tener la máxima capacidad de recolección cuando aparecen las flores melíferas, como los tréboles y alfalfas de la zona.

Alrededor del lote de 10 hectáreas, Sebastián tiene ubicados tres colmenares, a razón de 8 a 10 colmenas por cada hectárea de colza. La relación entre los insectos y el cultivo es recíproca ya que, al igual que con el girasol, la polinización de las abejas contribuye a incrementar el rinde del cultivo.

Ahora las proyecciones pasan por intensificar el planteo. "Las abejas juntan tanto polen que no llegan a aprovecharlo al 100% en la colmena; entonces estamos pensando en poner trampas para que puedan polinizar más el cultivo y, al mismo tiempo, obtener otro producto con buena salida comercial como es el polen", afirma el joven Kšnig.

Exploración agronómica

Mientras tanto, profesionales de AFA Humboldt y de las delegaciones Rafaela y Paraná del INTA trabajan en descifrar las claves del cultivo, que este año supera las 30 hectáreas en la zona contra las 6 del anterior.

Edith Weder y Guillermo Gianineto, de AFA, precisaron que la colza se implanta a fines de abril o principios de mayo para escapar a las heladas, ya que el cultivo es susceptible en estado de roseta. Una de las característica es que los primeros 60/70 días son de desarrollo lento y luego se acelera rápidamente.

La cosecha también es difícil, ya que la floración es muy escalonada. Las silicuas (equivalente a la chaucha de la soja, en donde se alojan las semillas) son muy sensibles y no maduran todas juntas sino en forma progresiva. La dificultad, por lo tanto, es "buscar un intermedio en esa maduración para tratar que la apertura de esas silicuas no produzca pérdidas en el rendimiento", apuntó la ingeniera agrónoma.

La recolección puede hacerse en pie, con un cabezal triguero, tras aplicar un disecante en el momento de madurez intermedio; o bien mediante corte e hilerado para levantar con un recolector (de los que se usan para el lino). "Como requiere un 8% de humedad es complicado encontrar el punto óptimo en cosecha directa", aportó Gianineto.

Perspectiva del negocio

Otro de los puntos interesantes, es que el cultivo se levanta a fines de octubre o principios de noviembre, bastante antes que el trigo, por lo que abre la posibilidad de sembrar una soja temprana.

Visto desde el negocio, es un muy buen antecesor de la oleaginosa; pero también desde el punto de vista agronómico, ya que "hace una muy buena apertura del perfil del suelo porque tiene un sistema de raíz pivotante que actúa como un subsolador natural del perfil (es un tubérculo del tipo del nabo)", explicaron ambos profesionales.

¿En qué medida los chacareros podrían optar por la colza antes que por el trigo? Para Edith Weder es un cultivo muy simple de manejar, pero por sobre todas las cosas es un muy buen antecesor de soja. Desde el punto de vista comercial, hoy no hay grandes demandantes de colza, pero apuestan a que seguramente los habrá por impulso del biodiesel. De ser así, "va a ser muy rentable", asegura, porque contiene hasta un 40% de aceite y el resto se destina a alimento balanceado.

Haciendo números

Según la última cotización de AFA -del jueves 20 del corriente-, la tonelada de colza vale u$s 345 (se comercializa por contrato con el proveedor de la semilla). El costo de producción (considerando laboreo, insumos y acarreo) ronda los $450/ha. El rinde podría promediar los 20qq en el centro santafesino.

Un intenso estudio en el lote

Edith Weder y Guillermo Gianineto, asesores de AFA, sabían que la colza responde bien al yeso pero desconocían la reacción a fósforo y nitrógeno. De tal modo dispusieron 5 tratamientos diferentes de fertilizantes en macro parcelas de 2 hectáreas. En una están probando 125 kilos/ha de urea al costado de la línea de siembra; en otra le sumaron 120 kilos de yeso; y en la tercera se agregó fertilizante líquido (SolUAN). "Lo que estamos variando es nitrógeno y azufre, que por la bibliografía consultada es a lo que más responde al colza, porque tiene un alto contenido de proteína, además de aceite", apuntó Gianineto.

Los técnicos del INTA Paraná aportan el análisis por sensores remotos, una técnica de agricultura de precisión que se encuentra en desarrollo. "Se usa un aparato que va captando un índice que se llama NDVI (Índice de Verdor Normalizado), que lee el color del cultivo y en base a ecuaciones del software se puede saber el nivel de fertilización a utilizar".

A futuro, agregó el agrónomo, esta tecnología podría instalarse en las pulverizadoras para la regulación en tiempo real de las dosis de fertilizantes según las necesidades del cultivo. "Esto va a permitir hacer un uso más eficiente del nitrógeno, bajar el costo de producción y disminuir el impacto ambiental de tirar algo que por ahí no necesito", precisó el técnico de AFA.

Juan Manuel Fernández [email protected]