Dra. Ana Binetti
"El nivel de los científicos es comparable al nuestro"

Ana Binetti es doctora en Química y trabaja en el Instituto de Lactología Industrial (UNL-Conicet). Volvió a Santa Fe en 2005 luego de perfeccionarse y ganar experiencia en el Instituto de Productos Lácteos de Asturias, en España.

La investigadora, que se había especializado en el área de microbiología de productos lácteos, tuvo la oportunidad de perfeccionarse utilizando otras herramientas que en la ciudad no estaban a su alcance. "Aprendí sobre biología molecular, porque acá no teníamos los equipos y ni siquiera los conocimientos. Era la oportunidad para enfocar desde otro punto de vista los estudios que veníamos desarrollando en Santa Fe", sostuvo Binetti.

En el Instituto de Lactología Industrial estudian y caracterizan -entre otras cosas- las bacterias de los productos lácteos y los fagos que las pueden atacar.

"Los virus causan un problema serio en las fábricas porque matan las bacterias que son las que llevan a cabo la fermentación del producto. Muchas veces, las industrias tienen inconvenientes porque los virus no se detectan en forma sencilla y molecularmente hay desarrollos que nosotros, en nuestro laboratorio, comenzamos a realizar desde el año pasado", comentó Binetti.

A su regreso, la investigadora se puso al hombro, acompañada por otros profesionales del Instituto, la tarea de organizar y montar el área de biología molecular, que fue inaugurada a mediados de 2005.

Abocada a investigar

¿En qué distingue a un investigador argentino de un español? "Como debe ocurrir en casi todos los países desarrollados, las diferencias son básicamente a nivel económico", señaló Binetti.

"Allá tenés más medios y disponibilidades y el tiempo, uno lo dedica exclusivamente al trabajo de investigación. Acá uno es el que se encarga de todo: de la parte administrativa, de pedir el presupuesto, de controlar que se haga el depósito, de la factura".

"Además hay que esperar a que lleguen los reactivos, que son importados y tenés que organizarte mucho y tener insumos en stock para tener continuidad", sostuvo Binetti, luego de destacar que en el Instituto de Productos Lácteos de Asturias había gente dedicada a realizar las tareas administrativas y a colaborar en la preparación de las soluciones.

Más allá de las diferencias en infraestructura y acceso tecnológico, no hay brecha en lo que refiere a la formación de los recursos humanos. "El nivel científico de la gente es comparable. Acá, quizás, tiene mucho más mérito el desarrollo de los proyectos porque los hacemos con medios mucho más limitados. Tenés que poner a trabajar mucho más la cabeza para que las cosas funcionen", sostuvo Binetti, quien volvería a perfeccionarse en el exterior porque podes "aprender técnicas nuevas y utilizar equipos que acá no están a nuestro alcance y sobre la base de esa experiencia, seleccionar los que nos conviene comprar a nosotros".

¿Por qué se fueron?

¿Por qué se produjo la "fuga de cerebros"?, ¿Son más atractivas las condiciones para investigar en el exterior?, ¿cuáles son los motivos que impulsan hoy el retorno de los argentinos?, ¿está preparado el país para recibirlos?

"Hay una razón básica en la migración de profesionales, científicos y tecnólogos y está dada por las mejores oportunidades laborales que ofrecen los países desarrollados. Es un fenómeno mundial que hay que aceptarlo. En la medida en que los países industrializados experimentan un alto ritmo de crecimiento, son deficitarios en recursos humanos y buscan cubrir ese déficit con investigadores y tecnólogos provenientes de otros países", sostuvo Mario Albornoz.

La problemática de la fuga de cerebros emergió a nivel internacional en los 60 como consecuencia de la migración de los científicos del tercer mundo a las naciones más avanzadas. Los motivos fueron cambiando con el correr de las décadas y las características del fenómeno también.

En la Argentina, la migración de científicos y tecnólogos se produjo luego de la "Noche de los bastones largos" como consecuencia de la persecución ideológica y continuó durante el proceso militar en la década del setenta.

La inestabilidad política y las crisis económicas también aportaron su granito de arena. "La migración alarmante se produjo en 2001 y 2002, y empezó a atenuarse en 2003. Fue una especie de furor migratorio donde gran parte de los jóvenes graduados con vocación científica se iban a hacer posgrados en países desarrollados con la idea de no volver", sostuvo Albornoz.