De economías regionales a economías marginales

Eloy Rodríguez

La parafernalia federalista está en deuda con las provincias, amparada en una constitución que, reformada en 1994, no se cumple.

Quizás el origen de tanta monserga esté en la época del histórico Hernandarias, cuando Buenos Aires, según varios historiadores, creció merced al contrabando y muchos filibusteros se adueñaron de las tierras a través de la genocida campaña del desierto, solapados en la figura de la encomienda para esconder la explotación de mano de obra esclava.

Ha llegado a tal extremo el unitarismo nacional que las economías regionales están por resignar su rango ante las economías marginales. Ninguna de las dos participan relevantemente, en la agro-exportación pampeana, algunas provincias lo intentan, otras consiguen algo y la mayoría están decididamente postergadas.

Para no coparticipar con la gabela exportadora, la Nación se escuda en el artículo 4º de nuestra Constitución, que habla que la recaudación obtenida a través de la aduana es potestad única de las arcas nacionales sin distribución provincial alguna. No se toma en cuenta el atisbo federalista de la reforma de la Carta Magna ocurrida en 1994, que habla ni mas ni menos que de la instalación de un sistema de coparticipación impositiva.

Para la difundida producción regional se ha achicado tanto el margen de rentabilidad, como consecuencia del aumento de los costos y fletes, que origina la distancia, que más de un productor seguramente analiza la conveniencia de seguir o no con esta actividad. Es decir el incremento en las alícutoas de las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque, más los tributos provinciales y nacionales, aportes sociales, seguros, etc., se le apropian, aproximadamente, del 60% de su ganancia, más los riesgos propios de la explotación.

En lo que va del año 2007 las arcas nacionales recaudaron, por todo el comercio exterior, casi 23.000 millones de pesos ( u$s 7.000 millones), sin que se haya producido transferencia alguna a las cajas provinciales.

Para colmo cuando se coparticipa se lo hace en forma leonina, por ejemplo del impuesto al cheque 70% queda en la Nación ($ 8.500 millones) y el 30% se distribuye en el resto del país ($ 3.600 millones). Pero el total impositivo que llega a las provincias es del 28%, una flagrante contravención al piso fijado en el 34%.

Según Alcadio Oña, diario Clarín, "las provincias resignaron a manos de la Nación, entre 2002 y 2003, nada menos que $ 38.700 millones, plata que el Estado debió transferir desde la AFIP a las direcciones de rentas provinciales".

Además, las retenciones fueron aumentadas cuando las siembras ya estaban realizadas, una deslealtad que se contradice con el reclamo argentino ante la Unión Europea por la eliminación de las barreras proteccionistas y los subsidios agrícolas. ¿Reclamamos por lo mismo a lo que le aplicamos el 35% de retenciones?.

El exabrupto alcista omitió al biodiésel, el trigo y la harina, ya que el aceite de soja está gravado con 32% y el biocombustible con 5% y un 2,5% de reembolso, mientras que el trigo alcanzó el 28% y las harinas se mantienen en el 10%.

El campo ya aportó más de $ 8.000 millones y "colaborará", commodities y nuevas retenciones mediante, con otros $ 6.000 millones.

El gobernador electo santafesino, Hermes Binner quiere saber "por qué hay algunas provincias, como las petroleras, que reciben regalías y otras, como Santa Fe, que ya le pagaron al fisco, por retenciones, el valor de nueve trenes sin siquiera terminar uno para esta provincia".