Carlos Catania
Los filmes biográficos incurren a menudo en "tratamientos" parciales del sujeto. Teniendo en cuenta la duración de una película, la capacidad de abarcamiento queda descartada. ¿Cómo reducir una existencia humana a dos horas, sin convertirla en un fragmento, en un episodio? Se dirá que la escogencia de un tramo relevante, basta y sobra. Puede ser. A condición que no dé lugar a malentendidos, causados por omisiones o por cargar las tintas en un solo plano. En este último caso, y tratándose de hombres famosos, en razón de la calidad de su obra, uno tiene la sensación de que cantidad de matices quedan a la intemperie.
Para una persona que no ha leído a Capote, los dos filmes proyectados últimamente, con seguridad han dejado en su mente una impronta parcial de lo que fue su vida y su obra. No niego los valores cinematográficos de ambas producciones ni la excelente interpretación de los actores, pero están lejos de cubrir la totalidad de un escritor cuyo genio se puso de manifiesto a temprana edad, cuando se publicó su primer relato, "The Walls Are Cold", y poco después (tenía 21 años) su novela "Other Voices, Other Rooms".
Cometía yo mis primeras armas como director teatral, cuando cayó en mis manos "The Grass Harp" (traducida como "El arpa de pasto"), adaptación teatral de la novela publicada en 1951, cuya primera representación en Broadway duró apenas un mes. La obra me indujo a esperar impaciente cada novela o relato de este autor fuera de serie, que lleva el apellido de su padrastro, Joseph Capote, cubano, que lo adopta en 1935.
El día 16 de noviembre de 1959, poco después de aparecer su obra "Desayuno en Tiffanyïs" Capote lee en The New York Times que "un adinerado agricultor, propietario de campos de trigo, su esposa y sus dos hijos, han sido hallados muertos hoy en su casa. Les habían disparado a bocajarro con una escopeta después de haber sido atados y amordazados". Con una amiga de la infancia, Harper Lee, Capote viaja a Kansas con la intención de escribir un artículo sobre los efectos del asesinato en la comunidad de Holcomb. Enseguida vislumbra que el hecho constituye material para una obra más extensa. Traba relación con la familia Dewey; el padre es el detective que ha prendido a los asesinos. En un principio, el "aspecto" exterior de Capote origina resistencia. Pero al poco tiempo, su ingenio, simpatía, sinceridad y mundanería, conquistan la simpatía de todo el mundo.
Ignoro si su relación con los asesinos de los Clutter, se llevó a cabo tal como lo narran las dos películas. Me pregunto si hubo testigos de esas conversaciones en las celdas o si en alguna parte Truman las relata. De todas maneras, en el aspecto ético no le hacen el menor favor. Por otra parte, las relaciones con los presos se caracterizan por una pronunciada ambigüedad emocional.
En "A sangre fría", Capote combina la ficción con los datos concretos de la realidad inmediata (subrayo porque existe otra realidad, generadora de efectos). En sus cartas, deja traslucir la angustia que durante años lo apabulló porque la condena de los asesinos se postergaba lo que le impedía terminar el libro. Pese a los sentimientos de piedad o lo que fuera, surgidos en la inspección de los traumas de los asesinos, Capote, lejos de "justificar" los hechos, los consideró aberrantes y de un salvajismo incalificable; sostuvo que el "proceso" estaba lleno de imprecisiones, retrasos y moratorias. Finalmente, presenció las ejecuciones el 14 de abril de 1965.