CULTURA
Cuando Bush se pone capa
Superhéroes. Comenzó a distribuirse en el país la polémica saga "Guerra Civil", que enfrenta a los personajes del universo Marvel. Una metáfora de la política interna estadounidense post 11-S, que también dividió a los lectores. textos de Emerio Agretti

El universo de enemigos de los superhéroes del cómic varió con las épocas y los contextos socio-políticos internos y externos. Si empezaron combatiendo con eficacia a ladrones de joyerías y sabios locos -cuyas motivaciones para desarrollar estrafalarios métodos de agresión iban desde dominar el mundo a, precisamente, robar joyerías-, no tardaron en ponerse el casco y acudir en defensa del mundo libre, contra Hitler, los japoneses o los comunistas, en el orden en que vinieran. A la vez, y como para compensar la ventaja comparativa otorgada por los superpoderes y hallarles rivales capaces de sostener el interés de la contienda, con alarmante periodicidad comenzaron a repetirse los ataques extra o ultra terrestres, que alternaron la rutina con viajes espaciales, temporales o interdimensionales.

En tanto, una buena variante al mismo efecto, y al de sumar lectores, fue el de enfrentar a héroes de la misma editorial o de otra -en los denominados crossover-, con un esquema casi siempre idéntico: los personajes pelean, después descubren que están siendo manipulados por sendos villanos -uno correspondiente a cada cual- y unen fuerzas para derrotarlo. Pero hasta tanto, explotaban la expectativa de los fans: "¿Quién ganará, Superman o Spiderman? ¿Batman puede derrotar a Hulk?", y así.

El recurso fue llevado a su apogeo con dos sagas de Marvel, "Contest of the champions", donde los héroes de la editorial se enfrentaban en un torneo armado por seres extraterrestres, con el aditivo de que el público podía votar sobre el resultado de algunas peleas.

El lado oscuro

En los '90, la oscuridad proyectada por historias como Watchmen (de Alan Moore, cuya adaptación al cine se está haciendo actualmente) o Batman The Dark Night crearon un nuevo y temible adversario para los protagonistas del cómic: ellos mismos. Así, proliferaron hasta el abuso los antihéroes conflictivos, torturados y hasta psicopáticos. Como trasfondo, aparecían las conspiraciones gubernamentales hoy tan en boga.

Esta etapa murió por agotamiento y el nuevo milenio presenció un renacimiento del género, con superhéroes quizá más complejos que antes, pero no tan ambiguos en su moralidad y un poco más autoconcientes de su condición. La escalada de películas basadas en ellos tomó un poco de cada época, pero revitalizó el gusto por la aventura y el sentido épico de las historias, que se realimentó también en el cómic.

Los cómics post 11-S

Todo cambió el 11 de setiembre de 2001. El derribamiento de las Torres Gemelas apareció en números antológicos y también en la lucha contra el "eje del mal" -ese término tan típicamente historietístico acuñado por George Bush-, en historias protagonizadas, entre otros, por el emblemático Capitán América.

Pero sería el clima post 11-S el que alumbraría una macrosaga de la editorial Marvel; la historia más política que alguna vez haya publicado y con suficiente entidad para modificar en lo más profundo el status quo de los personajes de la casa.

El encargado de llevar adelante la historia es el guionista escocés Mark Millar, un autor con marcada tendencia a la espectacularidad y el impacto a como dé lugar, lo que le ha valido tantos seguidores fieles como detractores. También es un especialista en trasladar temas políticos a los cómics. Como él mismo lo explica, la razón es que su lectura principal son los diarios.

Cómics y política

En ese tren, a Millar le tocó en su momento tomar la posta de The Authority, el hiperviolento y superpoderoso grupo creado por Warren Ellis y le dio un giro tan rupturista como plausible: ¿por qué seguir salvando gatos de los árboles o machacando marcianos, cuando se tiene el poder para cambiar el mundo? Así fue como The Authority se lanzó a combatir tiranías en el mundo "real" y refugiar exiliados, pisando en muchos casos los intereses de Estados Unidos o de las corporaciones que, como está convencido Millar, manejan realmente a los gobiernos. La respuesta de estos factores de poder fue mandar a asesinar a los superhéroes, aunque luego todo volvió a su curso.

Millar ya había incursionado en el tema antes, con la historia Superman Red Son, una versión alternativa en que la nave del personaje se estrellaba en Rusia, y donde el protagonista se convertía en el líder de un gobierno que consagraba un régimen paternalista y totalitario. Y lo volvió a hacer muy marcadamente después, ya en Marvel, en The Ultimates (la nueva versión de Los Vengadores), un supergrupo integrado entre otros por el Capitán América, Iron Man, Hulk y Thor, controlado por el gobierno y utilizado para llevar adelante "ataques preventivos" contra gobiernos no alineados.

Y si The Ultimates (sobre todo la segunda parte) reflejó la política exterior de George Bush, la macrosaga Civil War hace lo propio fronteras adentro de Estados Unidos, escenificando el conflicto entre seguridad y libertad, con una puesta que lo dirime a fuerza de golpes y monumentales peleas a doble página.

La guerra civil

El disparador de la historia -equivalente al 11-S- fue la tragedia desatada en Stamford, por la imprudencia de un grupo de superhéroes inexpertos, protagonistas de un reality show. Esto lleva al gobierno de los Estados Unidos a decidir que todo el que tenga superpoderes debe registrar su verdadera identidad y trabajar bajo el control de las autoridades. Para quien se resista, sólo queda ser confinado al Complejo 42 (un obvio paralelismo con Guantánamo).

Iron Man lidera a los héroes "pro-registro" y el Capitán América -haciendo honor a su apelativo de "Centinela de la libertad" más que a su condición de soldado obediente-, a los que se oponen, sosteniendo que los individuos deben ser juzgados por sus actos y no por su condición.

Sobre esta premisa, la serie transcurre a lo largo de siete números centrales, otra serie paralela (Frontline) y derivaciones en las revistas de casi todos los personajes Marvel, hasta totalizar 74 episodios; algunos muy conectados y necesarios para seguir la trama -por ejemplo, los de Iron Man, el Capitán América o Spiderman- y otros relacionados en mayor o menor medida.

Y el debate se da en distintos términos: en un plano razonable y con argumentaciones creíbles de uno y otro bando en algunos casos, con una simplificación maniquea y un nivel de enfrentamiento absurdo en otros. Entre estos últimos, la propia serie central, donde se llega a reclutar a villanos -íel escuadrón "mata-capas"!- para que persigan y encierren a los héroes disidentes.

Entre el idealismo y el pragmatismo

En sus mejores momentos, la saga cala hondo en las razones para contraponer la seguridad colectiva a la libertad individual; el derecho de los héroes a preservar su identidad secreta o el compromiso de mostrar que no tienen nada que ocultar; la discusión de si al ponerse por encima de la ley y de las autoridades democráticamente ungidas, no pretenden hacerlo también de las personas a quienes juran proteger; la arrogancia y la prepotencia de los superseres, la envidia y la intolerancia del ciudadano medio; la puja entre idealismo -defender la pureza de las convicciones- y pragmatismo -evitar el mal mayor-; los grises que se inmiscuyen en la básica lucha del bien contra el mal.

Así, especulaciones políticas, operaciones de marketing, intrigas y conspiraciones internas, intereses económicos -contrataciones militares- y disputas de poder, se mezclan en una trama que, a veces con más fortuna que otras, pretende decir mucho sobre el mundo real.

Y vista desde ese punto, sobre todo para quien está dispuesto a hacer la vista gorda sobre ciertas inconsistencias y exageraciones, la historia funciona; aunque para muchos lectores el afán por "comentar" la actualidad lleva a tergiversar la lógica y desmerecer a los personajes.

Lo que sí puede decirse es que la historia, más allá de su final -más ajustado al verosímil del mundo real que al de los cómics- y de cuál de los bandos es el ganador, cambia realmente las cosas en el mundo de los superhéroes de Marvel y afecta quizás definitivamente la relación entre ellos. Aunque, como la historia ha demostrado, nada es del todo definitivo. En los cómics tampoco.

Vuelve el Capitán América

Uno de los principales acontecimientos que coronaron el final de la Guerra Civil fue noticia mucho antes de la publicación de la historieta. Y ahora que la saga llega a nuestro país, ya hay más novedades al respecto, otra vez en los diarios.

Y es que el emblemático Capitán América, líder del grupo anti-registro, fue asesinado por un francotirador en el N° 25 de su propia revista. Desde entonces, la serie se siguió publicando normalmente con cadencia mensual, aunque sin el personaje principal.

La noticia ahora es que, en el número 34, a ser publicado en el mes de enero, el Capitán América "vuelve" de la muerte. Aunque no sería todavía, como en otros casos del mundo del comic, una "resurrección" en sentido literal de Steve Rogers, la persona que hasta entonces vistió el uniforme. Se trataría en realidad de un nuevo Capitán, cuya identidad aún se desconoce.

Para la ocasión, el remozado aspecto del personaje corre por cuenta del ilustrador Alex Ross e incluye un elemento que alimentará la polémica: junto al nuevo traje y a su inseparable escudo, se ha introducido una pistola. El diseñador justifica la inclusión como un elemento ofensivo que le ayudará a destacar el cambio de actitud que sufrirá el personaje a partir de enero, marcando distancias con la imagen clásica del héroe y avanzando hacia un estilo más agresivo y más acorde con la realidad contemporánea.

Vigilados

La desconfianza de la "gente de a pie" hacia los superhéroes y el hecho de que éstos no sean tan confiables, se vio en varias series. La mejor, "Watchmen", de Alan Moore y Dave Gibbons (que será llevada al cine en 2008), que se preguntaba "¿Quien vigila a los vigilantes?".

Listas negras

La gente en contra de los seres con poderes fue explotada en la saga "Leyendas" de DC y es parte de la premisa original de X-Men, donde también se desarrolló una historia en base a la pretensión del gobierno de obligarlos a inscribirse en un acta de registro mutante.

Poder oficial

Los superhéroes bajo el control del gobierno y como su brazo armado para operaciones encubiertas en otros países, además de The Authority y The Ultimates en las versiones de Mark Millar, es una de las ideas centrales de la más reciente versión de Supreme Power, un espejo oscuro de la Liga de la Justicia.