Ahorrar energía
Por Ramiro Prodan/Dyn (*)

Mientras se encaran nuevas obras de generación e infraestructura, la única alternativa para sostener el crecimiento es apelar al uso racional de la energía. En Estados Unidos, esta política representa el 20 por ciento de la matriz utilizada.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que la economía argentina fue, tras la de Panamá, la que más creció en la región durante 2007. Este crecimiento productivo, único en la historia, requiere mantener y expandir infraestructuras básicas; mientras que la generación, transmisión, distribución y uso eficiente de la energía deben ser prioritarios.

Se estima que el costo para el país de la emergencia energética de 2007 se elevó a $ 12.000 millones, equivalentes a casi el 70 % del total de la recaudación impositiva mensual nacional; varios estudios establecieron en U$S 1.500 millones las pérdidas por este motivo de las empresas privadas. Las nuevas inversiones anunciadas en generación deben acompañarse con políticas activas para hacer más eficiente el transporte y distribución, de modo de reducir pérdidas en el sistema. Mientras se encaran nuevas obras, que demorarán en entrar en servicio, la única alternativa es apelar al uso racional de la energía.

Directivas de este tipo lograron que Dinamarca mantenga estable desde hace 15 años su consumo eléctrico, en un contexto de crecimiento productivo superior al de Europa.

Nuestro país está avanzando en políticas de etiquetado de eficiencia energética para motores, heladeras, acondicionadores de aire y lámparas. Si estos programas se complementan con campañas de sensibilización pública y con los estímulos económicos adecuados, se podrá -en un plazo no mayor a 10 años- ahorrar 2.500 MW, equivalentes a dos veces el consumo de la provincia de Córdoba.

El ahorro potencial es enorme: la mitad del consumo residencial, casi un tercio de lo que consume la industria y un cuarto en el alumbrado público. De ahí que sea prioritario encarar una política integral.

Este plan contempla varios ejes. Modernización de red: reemplazo de transformadores de potencia que hayan pasado su vida útil por otros de alta eficiencia, para generar un ahorro de hasta un 15 % de energía que actualmente se pierde en el sistema de transformación.

Otro punto a tener en cuenta es el sistema de transmisión, cuya pérdida está en un promedio cercano al 12 %. Con el reemplazo de cables, conductores, seccionadores y aisladores, esta cifra podría descender hasta el 5 %, situándose en los estándares internacionales.

Las nuevas tecnologías son un aliado indispensable a la hora de hacer más eficiente el sistema. Un ejemplo concreto es la distribución estratégica a lo largo de la red, de capacitores telecomandados para que mediante Internet controlen su flujo y la hagan más eficiente. Un monitoreo similar podría implementarse en los medidores de consumo eléctrico mediante el reemplazo de analógicos por otros digitales.

De este modo, la red estaría constantemente monitoreada y se podrían implementar programas de administración eficiente del suministro y orientación de la demanda.

Se hace preciso modificar la matriz energética para fortalecer el uso de energías renovables, ambientalmente sustentables, como modo de desacelerar el cambio climático al reducir las emisiones de dióxido de carbono. Nuestro país está en condiciones naturales y técnicas para encarar esa transformación. En el caso de la energía eólica apenas se generan 30 MW, mientras que Alemania genera más de 18 mil MW y Dinamarca más de 3.000. Si en la Argentina se implementasen efectivamente muchas de las iniciativas ya sancionadas se podría alcanzar una generación similar a la danesa, lo que implicaría la creación de 45 mil empleos.

Otra gran fuente de creación de empleo es la energía solar. Los Estados Unidos emplean 20 mil personas en forma directa y 150 mil de manera indirecta, mientras que en España el incremento del parque solar creará 25 mil puestos de trabajo. Este sistema tiene un bajo costo de operación y mantenimiento y es ideal para introducir tanto en ámbitos urbanos como aislados de la red, además de ser fácil de instalar y producir.

Éstas son algunas de las respuestas que la industria nacional está en condiciones de ofrecer para atravesar esta emergencia y evitar que se profundice en el tiempo.

(*) Presidente de Cadieel, Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas.