Hora de balances y perspectivas
2008, año para vivir sin red
Desde la cuestión energética a las valijas voladoras y las relaciones internacionales, el año próximo exigirá respuestas que hasta ahora los Kirchner no han sabido dar. El pase a capitales nacionales de empresas de energía no ha ayudado a solucionar la escasez de oferta en la materia.

"No hay que dramatizar la cuestión energética", aseguró Néstor Kirchner a fines de noviembre, al despedirse de sus amigos de la Cámara Argentina de la Construcción, a cuyas tenidas anuales no faltó nunca en sus cuatro años y medio de gobierno. "La presidenta electa - aseguró aquella noche en referencia a su esposa y actual presidenta, Cristina Fernández- viene con una batería de medidas para solucionar los problemas que genera el crecimiento".

Varios meses antes, en julio, en pleno invierno de cortes sistemáticos de gas a la industria, Kirchner había asegurado ante otro grupo de amigotes, los de la Cámara Argentina de Comercio, en esa ocasión para contrarrestar lo que bautizó como la `teoría del colapso', que los problemas energéticos eran consecuencia de la desinversión de los noventa y del alto crecimiento de los años K.

"Puede ser que a algunos les gustaría tener en back-up mucha energía y muchos argentinos por allí desocupados. Nosotros apostamos a la ocupación con una fuerte generación de posibilidades de crecimiento y vamos a seguir trabajando fuertemente en este proceso de transformación", afirmó quien entonces era todavía el presidente de los argentinos.

Hasta ahora, sin embargo, de la batería de soluciones "a los problemas que genera el crecimiento" que Néstor anticipaba llegarían con Cristina, la más notable ha sido el Plan de Ahorro de Energía Eléctrica presentado el 21 de diciembre, el primer día del verano, y convertido en ley con una celeridad (aprobación de ambas cámaras en apenas cinco horas) a la que la flamante supermayoría kirchnerista en el Congreso probablemente deba recurrir cada vez más a menudo.

La celeridad, cabe destacar, no es necesariamente una virtud en un proceso parlamentario, en el que los representantes del pueblo deberían poder sopesar las iniciativas del Ejecutivo o de sus pares antes de convertirlas irreflexivamente en ley.

Los millares de porteños que el viernes a la mañana, en plena ciudad de Buenos Aires, quedaron presas del caos vehicular provocado por un camión con un acoplado de 90 metros de largo y unas 270 toneladas de peso traccionado por 300 ruedas, tal vez nunca lo sepan, pero estaban siendo testigos directos de lo que significa no tener back-up, como había dicho en inglés Kirchner para referirse al hecho de que el sistema eléctrico funciona al límite, sin resto ni red.

El gigantesco vehículo que provocó sus penurias tenía como destino la Central Puerto, la segunda generadora térmica del país, un gigantesco transformador prestado de apuro por Transener, por orden del gobierno. Tanto Central Puerto, de Sadesa (grupo Miguens) como Transener, en manos de la estatal Enarsa y la cordobesa Electroingeniería, son empresas amigas del gobierno, ejemplos del proceso de `argentinización' de los últimos años y que tuvo como colofón este año la adquisición del 14,9 por ciento (con la intención de llegar en el futuro al 25 por ciento) de YPF por parte del grupo Petersen, de Enrique Eskenazi, otro amigo de los Kirchner.

Pero aunque el caso de YPF sea el más visible, no ha sido hasta ahora el más importante. Pampa Holding, que también sabe de las mieles de llevarse bien con el poder K, ha pasado de detentar del 2,7 por ciento de la capacidad de generación eléctrica de la Argentina en 2005 a más de 9 por ciento en la actualidad.

Balance parcial

Hasta ahora, los problemas de cortedad de la oferta energética no han pasado a mayores. Tal vez eso no pase en el verano, si el clima acompaña, como lo ha hecho hasta ahora. El problema mayor será el próximo invierno. En todo caso, vale la pena anotar: el actual trance no se debe sólo, como dice el gobierno, al exuberante crecimiento 2003-2007, sino al hecho de que la oferta energética creció tres veces menos que la demanda (7 versus 21 por ciento) y a una gestión oficial pródiga en anuncios y pobre en realizaciones.

Uno pensaría que contando con un Ministerio de Planificación Federal y capitalistas amigos el gobierno estará cada vez más cerca de las soluciones. Un ligero vistazo sugiere, sin embargo, que en realidad está cada vez más cerca del ahondamiento de los problemas. La pérdida de generación de la Central Puerto es superior al máximo de ahorro que, en el mejor de los casos, podría generar el plan oficial, hecho tan a las apuradas que ni siquiera contempló la asignación de recursos que -por supuesto- se dispondrán mediante el uso de los superpoderes del jefe de Gabinete, Alberto Fernández. El presupuesto, vale recordarlo, fue aprobado en las semanas previas al cambio de gobierno.

La propia discusión en torno del adelantamiento de la hora delata la improvisación oficial. Las provincias cordilleranas tendrán que hacer de cuentas que están en las aguas del Atlántico, y si se benefician de cierta elasticidad de aplicación que la letra final de la ley permitió, ante la obviedad del despropósito que significa la letra original y un conato de resistencia andina, será por dispensa del ministro Julio De Vido, no por decisión de sus gobiernos o iniciativa de sus legislaturas.

De los husos de Cristina a los usos de Néstor

Mientras, en medio de la selva colombiana, una misión humanitaria encabezada por el ex presidente argentino podría darle cierto lustre internacional a la gestión de los Kirchner. Ojalá que así sea, porque si alguna diferencia perceptible se esperaba del gobierno de Cristina era, precisamente, una mayor atención e inserción en un mundo que para su marido siempre lució ancho y ajeno.

En cualquier caso, es un despropósito vincular esa misión a las incomodidades que generó en el gobierno el juicio iniciado en Miami a cuatro venezolanos y un uruguayo acusados de actuar como agentes extranjeros en territorio de Estados Unidos y de conspirar para ocultar que los casi 800.000 dólares que el venezolano-norteamericano Guido Alejandro Antonini Wilson intentó, en agosto pasado, ingresar a la Argentina tenían como supuesto destino las arcas de la campaña presidencial de Cristina.

Ese salto lo dio el jueves pasado Alberto Fernández, vinculando la misión humanitaria de Kirchner con un presunto disgusto de EE.UU., relato que obvia la enormidad de que fue un aliado de Bush, el presidente francés Nicolas Sarkozy, quien impulsó originalmente la idea.

Además, por más burda y palaciega que luzcan la trama y los personajes involucrados en la saga de Miami, el gobierno (el previo y el actual, que para el caso es lo mismo) deberá en algún momento explicar adecuadamente de qué se trató aquel episodio. Ciertamente, no sería consuelo que no hayan sido fondos de campaña sino simples vueltos e intercambio de favores en la opaca relación de negocios con Venezuela.

Energía, planes, valijas inexplicadas, definición clara en materia de relaciones internacionales son algunos de los interrogantes que deja el año que se va. Ojalá tengan buenas respuestas en 2008.

El Calafate

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner se encuentra en El Calafate, donde pasará las fiestas de fin de año junto a su familia.

Partió anoche rumbo a Río Gallegos a bordo del avión Tango 10 acompañada por una reducida comitiva de colaboradores. La presidenta descansará en la Patagonia varios días junto a sus hijos, Máximo y Florencia, y familiares cercanos, tras lo cual retomará la actividad oficial el lunes 7 de enero.

Sergio Serrichio (CMI)